La autobiografía de Ralph Sonny Barger, Ángel del Infierno, escrita junto con Kent y Keith Zimmerman -autores también de la biografía de Johnny Rotten, líder de los Sex Pistols, Rotten: No Irish, No Blacks, No Dogs-, es todo lo que puedes esperar de un libro sobre los Ángeles del Infierno: Harley-Davidson, carreteras, cuero, polvo, violencia, drogas, armas, penitenciarías, asesinatos, robos, juicios, motos y machismo a paladas. Es el único libro autorizado por el club, editado en España por Pepitas de Calabaza.
Hells Angels on Wheels, de Joe Solomon, fue la primera película «legal» centrada en el mítico club de moteros. En ella, un joven Jack Nicholson interpreta a un aburrido empleado de gasolinera que un buen día decide convertirse en miembro del club. La película era «legal» debido a que su autor se puso en contacto con, entre otros, el capítulo de Oakland de los Ángeles del Infierno, y éstos recibieron un sueldo por participar. Al parecer, Nicholson estaba tan metido en su papel que algunos de los auténticos miembros del club que salen en el film pensaban que, efectivamente, era uno más de ellos.
Ken Kesey, el autor de Alguien voló sobre el nido del cuco, hospedó una reunión con los Ángeles del Infierno a la que también acudió el delirante Allen Ginsberg. En esa reunión, como en la película de Solomon, había miembros del capítulo de Oakland de los Ángeles del Infierno. La reunión con Kesey (uno de los más famosos experimentadores con LSD) fue una forma de intentar hacer las paces entre la banda de moteros y el movimiento hippie a raíz de los disturbios ocasionados en una manifestación por el fin de la Guerra del Vietnam. Sí, los Ángeles del Infierno apoyaban la intervención.
Desde Hells Angels on Wheels hasta 1975, las cosas habían cambiado bastante para los Ángeles del Infierno, y concretamente, para el protagonista de este libro, la leyenda viviente Ralph Sonny Barger (al que pudimos ver haciendo un cameo en la serie Sons of Anarchy, como presidiario). Durante los años 60, los clubs de moteros eran muy populares. Muchas películas de bajo presupuesto estrenadas en autocines tenían como protagonistas a aquellos tipos duros que vivían al margen de la ley bajo su propio código de conducta y su propia ley. Pero en los años 70 las cosas cambiaron drásticamente. Como el propio Barger señala, cuando ofreció los servicios del club al ejército de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, sabía de sobra que nunca podrían haber contado con ellos por ser prácticamente todos ex convictos. Años de acumulación de causas penales de todo tipo iban acumulándose a las espaldas de la banda y del propio Barger, quien ha tenido la amabilidad de ofrecer al final del libro un completo listado de casi todas ellas.
La historia de Sonny Barger, fundador del capítulo de Oakland de los Ángeles del Infierno, no es una historia fácil. Desde niño, parecía destinado a vivir al margen, al otro lado de las luces de Estados Unidos, donde nadie quiere mirar y da miedo perderse. Donde huele a muerte a cada segundo y donde la poli llama a tu puerta cuando menos te lo esperas, con razón o sin ella. Al menos en Estados Unidos, el club no era una banda de delincuentes organizada. Era más bien un club de moteros con delincuentes. Sus miembros trabajan en lo que pueden, y el tiempo libre lo dedican al club, siguen sus normas, se «divierten» bebiendo, peleándose y haciendo excursiones en moto. Unos alegres muchachos que lo mismo van a ver a Grateful Dead o Blue Cheer que te parten la cabeza aplastándotela en un torno o apuñalan hasta la muerte a un chico negro que pretendía asesinar a Keith Richards durante el mítico concierto que organizaron los Rolling Stones, el Altamont Speedway Free Festival, aunque todas las versiones de lo sucedido ese día parecen apuntar a que el chico fue apuñalado al enseñar un revólver como advertencia.
Hoy parece, al leer el libro que Barger, cuando está llegando a la última etapa de su vida, no tiene nada que demostrar, de ahí la salvaje sinceridad que aparentemente ofrece al lector: ha superado la muerte de su primera mujer, un divorcio, un cáncer, varios años de cárcel y múltiples traiciones en el seno del club. Ya es tarde para arrepentirse de camino al infierno.