El Santo Padre y la cancillera alemana mantuvieron una reunión privada en el Vaticano el sábado 21 de febrero en torno a las 10 de la mañana. El encuentro tuvo una duración aproximada de 40 minutos igual que la última vez que se reunieron, el 18 de mayo de 2013. Además, la audiencia se desarrolló en la Sala de la Biblioteca del Palacio Apostólico bajo un clima de cordialidad.
El equipo que acompañó a Ángela Merkel en su visita al Papa lo formaban 13 miembros entre ellos su portavoz, Steffen Seibert, y la embajadora alemana ante al Vaticano, Annette Schavan. El encuentro estuvo marcado también por la presencia de traductores.
En dicha reunión se trataron temas como la próxima cumbre del G7 en Baviera, la pobreza, el hambre, la libertad religiosa, los derechos humanos y la situación de Ucrania. Respecto a este último tema, el Vaticano ha difundido un comunicado en el cual se ha hecho hincapié en «el compromiso para lograr una solución pacífica del conflicto en Ucrania”. Sin duda, se trata de un tema de gran interés para el Pontífice: por esa misma razón, en la audiencia general del miércoles 18 de febrero hizo un llamamiento a la paz y señaló la importancia del «respeto a la legalidad internacional». Según el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, este asunto fue tratado en la audiencia entre Merkel y el Papa con «delicada atención».
Además, durante el tradicional intercambio de regalos, la canciller alemana entregó al Santo Padre un conjunto de discos de Johann Sebastian Bach que se unen a la colección de 107 CDs que le regaló hace dos años. Entonces obsequió al Pontífice con más de un centenar de grabaciones de Wilhelm Furtwängler, a quien el Papa confesó admirar por sus interpretaciones de las obras de Wagner y Beethoven.
El Pontífice por su parte le obsequió con su encíclica Evangelii Gaudium traducida al alemán, provocó así la sorpresa de Merkel quien entre risas contestó «la leeré». Además, el Santo Padre le hizo entrega de la medalla del Pontificado, que representa a San Martín mientras ofrece su manto al pobre. La entrega fue precedida por la frase del Papa: «me gusta regalar esta imagen a los jefes de Estado porque pienso que su trabajo es proteger a sus pobres», a lo que Merkel no dudó en contestar «nosotros tratamos de hacerlo lo mejor posible».
El último regalo por parte de Merkel fue un sobre blanco con un importe de dinero sin determinar como donación para los niños refugiados en Oriente Medio, especialmente para los que han sufrido la guerra en Siria y en Irak.