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David Cameron y el nuevo Reino Unido

Los sorprendentes resultados de las elecciones británicas refuerzan a David Cameron en el poder y contrastan con la diversificación que está viviendo la política en muchos países de Europa. La nueva Cámara de los Comunes refleja un gran apoyo popular a la gestión de los conservadores, pero el nacionalismo escocés y el euroescepticismo marcarán esta nueva legislatura con los tories al frente.

David Cameron ha destrozado todos los pronósticos. Las elecciones que amenazaban con traer la inestabilidad y el desgobierno al Reino Unido finalmente han dejado un panorama más tranquilo de lo esperado, aunque no por ello exento de cambios históricos en el Parlamento. Los conservadores de Cameron han conseguido reforzar su presencia en la Cámara de los Comunes, obteniendo 331 escaños y una mayoría absoluta por la que ni los propios tories apostaban antes de los comicios. Otro ascenso muy significativo es el del Partido Nacional Escocés (SNP), que obtiene 56 de los 59 escaños de Escocia en el Parlamento y se convierte en la tercera fuerza política del país.

Comparación resultados 2010-2015 Elaboración propia.No han tenido el mismo éxito los hasta ahora socios de Gobierno de Cameron: los liberal demócratas, con el todavía viceprimer ministro Nick Clegg al frente, han perdido 39 escaños y 15 puntos porcentuales con respecto al número de votos obtenidos en los anteriores comicios de 2010. Estos pésimos resultados han provocado la dimisión de Clegg, que no ha sido el único, pues dos de sus rivales también han anunciado su renuncia tras la derrota en las urnas. Se trata de Ed Miliband, líder del Partido Laborista, que ha perdido 26 escaños y su anterior dominio en Escocia; y Nigel Farage, del Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP), formación que amenazaba con convertirse en tercera fuerza del país y, finalmente, se ha tenido que conformar con un solo asiento en la Cámara.

Pero el más sonado fracaso en estas elecciones ha sido el de las encuestas. Desde 1992, cuando Neil Kinnock fue derrotado pese a que todos los sondeos le auguraban la victoria, no se habían visto en el Reino Unido unos resultados tan distintos a los pronosticados. De hecho, en la última década las encuestas siempre habían acertado, en términos generales, los futuros cambios en el Parlamento. En esta ocasión, los sondeos anunciaban un empate técnico entre conservadores y laboristas, así como una fuerte irrupción de UKIP, que podría haber sido un pilar fundamental para formar Gobierno, pero esas previsiones poco tienen que ver con la realidad, tal y como podemos comprobar.

Sin duda, el funcionamiento del sistema electoral británico ha influido considerablemente en estos inesperados resultados. Si comparamos el porcentaje de voto obtenido por los diferentes partidos y el número de escaños conseguidos, observamos que el Partido Conservador y el SNP se han visto favorecidos por el sistema mayoritario uninominal (sólo obtiene representación el candidato más votado en cada circunscripción). Así, los tories apenas han aumentado seis décimas su porcentaje de voto con respecto a 2010, pero han conseguido 25 diputados más, mientras que el Partido Laborista ha perdido 26 escaños pese a haber incrementado su porcentaje de voto en un 2%. El Partido Nacional Escocés, por su parte, ha sido el quinto partido más votado, y el 5% de las papeletas le ha bastado para convertirse en la tercera fuerza con más representación de la Cámara. Pero el caso más llamativo es el de UKIP: el partido ha experimentado el gran crecimiento que auguraban los sondeos, pasando del 3,1% al 13% de los votos y convirtiéndose en la tercera formación más votada del país, algo que no se refleja en el Parlamento con el único asiento que han obtenido.

Comparación porcentaje de voto - porcentaje de escaños elaboración propia.Más allá de la desigual representación de los partidos, con la victoria de Cameron el pueblo británico ha mostrado un apoyo mayoritario a la política conservadora de austeridad. Es por ello que otros gobiernos europeos defensores de los recortes han celebrado la victoria conservadora en Reino Unido, pues el resultado de estas elecciones abre el camino para una victoria de la derecha en otros países de la Unión Europea. Aunque hay un matiz en el caso británico que podría marcar la diferencia: las medidas de Cameron contra la crisis se han traducido en unos datos económicos bastante positivos: el paro se ha reducido considerablemente en el último año, el salario medio se ha incrementado un 5,6% y la economía ha crecido un 2,6%, algo que no ocurre en todas las naciones que aplican los recortes como remedio para la recesión. Pero, a pesar de las buenas cifras, el Gobierno británico debe hacer frente a la precariedad laboral y a la profunda brecha entre ricos y pobres, que no ha parado de crecer: según un estudio de Sunday Times, la riqueza de las 1.000 personas más ricas del Reino Unido se ha duplicado en la última década, mientras que la pobreza sigue incrementándose y ya afecta a 18 millones de personas en el país.

Otro de los retos a los que deberá enfrentarse el Ejecutivo de Cameron es el del nacionalismo escocés. La consulta soberanista celebrada en 2014 no ha disipado las tensiones independentistas en Escocia, y el gran apoyo al SNP es la prueba irrefutable de que el Gobierno debe acometer las reformas necesarias para calmar al nacionalismo y mantener la estabilidad. De lo contrario, el descontento en el estado escocés podría seguir creciendo y, con él, el desafío secesionista.

David Cameron, primer ministro británico - Global PanoramaAdemás, David Cameron tendrá que cumplir una de sus promesas electorales: celebrar un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Será una de las tareas más complicadas de la legislatura para el primer ministro, ya que realizar la consulta contribuiría a atenuar la influencia de los movimientos eurófobos pero supondría un gran descontento para el sector europeísta del Partido Conservador, así como para Bruselas. Sin embargo, Cameron es consciente de que debe responder al crecimiento del euroescepticismo en el país, por lo que al conocer su victoria ha anunciado que antes de convocar el referéndum –que se celebraría en 2017– el Gobierno tratará de recuperar competencias que ahora están en manos de la UE, sobre todo aquellas relacionadas con la política agraria y energética, unas negociaciones con Bruselas que tendrán como objetivo obtener más independencia para el Reino Unido, de manera que la mayoría de sus ciudadanos apoyen la permanencia en la UE. Y es que el primer ministro no debe ignorar que el partido eurófobo UKIP ha sido el tercero más votado del país y en muchas de las circunscripciones se ha alzado como segunda opción, una influencia que podría seguir aumentando si no se acometen las medidas necesarias para frenar el rechazo a Bruselas.

Esta nueva mayoría da tranquilidad al Gobierno y a los mercados, que han reaccionado positivamente a la noticia de la holgada victoria conservadora; no obstante, el Ejecutivo debe entender que la situación del Parlamento no refleja la realidad de la sociedad británica, mucho más diversa y marcada por los desafíos mencionados. Una tarea importante para trasladar a la Cámara la realidad política del país puede ser la reforma del sistema electoral; realizarla podría suponer el suicidio para el Two Party System, pero acomodarse en la mayoría absoluta e ignorar las reivindicaciones acrecentaría el descontento social. En manos de Cameron está utilizar la estabilidad parlamentaria para acabar con la inestabilidad social, una nueva tarea que llega tras unas elecciones que, a pesar de lo que pueda parecer, lo han cambiado todo.

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