Revista Digital

De canciones, esconderse y ‘Tres (no) son multitud’

Portada de 'Tres (no) son multitud' de Myriam M. Lejardi. Es una foto de dos chicos de espaldas (uno moreno con tatuajes y otro castaño con rizos) y una chica en medio sonriendo de lado

Tres (no) son multitud es el título del spin-off de Cómo (no) enamorarse de Myriam M. Lejardi publicado por Elastic Books. No encajar en la amatonorma, monógama o alosexualidad hace plantearse las relaciones afectivo-sexuales de un modo diferente. Esto es así porque, por regla general, no se da demasiada visibilización a las personas asexuales, arrománticas o poliamorosas. Por lo que se crea tabúes a su alrededor que hay que romper. Sin embargo, estos libros introduce personas que se amparan en estos términos; algo que siempre es de agradecer.

Natán, Rodri y Lía son los protagonistas (y narradores) de Tres no son multitud. Comienza, más o menos, in media res con Natán en el coche camino a una casa rural con sus amigos. A ellos le cuenta que se ha enrollado con la hermana de su exnovia y con su amigo/compañero de banda. Eso sí, por separado (Si has leído Cómo (no) enamorarse, te sonará). Desde este momento, regresaremos al pasado para ponerle contexto a esta historia de amor, para luego continuar hacia el futuro. Lía prefiere las relaciones abiertas, Rodri es más clásico y Natán… es Natán. ¿Cómo solventarán sus atracciones? ¿Alguien se lanzará a por lo que quiere? Donde caben dos caben tres, ¿no?

Myriam M. Lejardi construye una novela sobre la amistad. Tal vez parezca un poco extraño si es una comedia romántica. Me explico. Esta novela, al igual que la anterior, relata las aventuras y desventuras de un grupo de amigos: Nora, Alina, Natán, Adri, Lía, Rodri, Oriol… Esto me parece relevante porque, secundarios o no, todos tienen su papel relevante. Cada uno necesita sus apoyos, sus charlas o alguien con quien robar puertas. Un oxímoron de cuadrilla que funciona bien. En este contexto pasan cosas, léase romances y pasiones. Además, son ellos quienes mueven la trama, avanzan con sus decisiones y dudas, no por algo externo a ellos.

Si en el primer libro, la autora creó un personaje arromántico (Adrián), en esta ocasión muestra una trieja (además de mostrar una persona asexual en los secundarios). Por lo tanto el esquema amoroso de este libro se amplía a una persona con respecto a la normatividad (y a lo que se suele publicar del género). Personalmente, me ha gustado mucho cómo se plantea esta relación de tres cerrada. Se observa cómo las atracciones evolucionan para terminar prendiendo fuego a Natán, Lía y Rodri. Cada componente juega con su propio cliché y normas.

La lectura es muy ágil, absorbente y divertida. No me quiero olvidar de mencionar que el Myriamverso —o Lejardiverso, si lo prefieres— se encuentra muy presente y visible. Tal vez el tono narrativo es un pelín más reflexivo, con respecto al primero. No obstante, en Tres (no) son multitud continúa habiendo malentendidos, miedos, primeras veces, dificultad para digerir los propios sentimientos y unos amigos secundarios que son de lo más cotillas y alguna, no miro a nadie, egocéntrica. Al mismo tiempo, se perfilan temas como la salud mental, la presión social o los valores heredados; ello le otorga una profundidad necesaria para entender los problemas a los que se enfrentan los personajes.

Tres (no) son multitud, en resumen, es una novela con un ritmo partido (por su estructura), pero se escucha y se pega tanto como “MAMMAMIA” de Måneskin.  Posee la cadencia, la ruptura, la caída a la tentación de “No good” de Kaleo. Esto te hará morderte los labios de pura tensión (o pegarle una colleja a uno —todos— de los protagonistas). Para terminar gritando “My way” (la versión de Andy Black). Porque sí, esta es la banda sonora del libro, pero también existe una simbiosis entre narración y música, porque así de electrizante me ha resultado. Se ha hecho un hueco en mi corazón para dejármelo calentito al terminar. Los voy a echar de menos.

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