Caroline y Jim. Jim y Caroline. Y Lou Reed sonando.
Ir al teatro siempre es una experiencia única: el silencio absoluto que precede a la abertura del telón; más tarde, los actores creando personajes cerca del espectador, tan vivos y reales que logran fascinarle, los decorados, el sonido, el vestuario, etc. Sin embargo, en contadas ocasiones, he abandonado mi butaca, tras las ovaciones, y posteriormente el teatro con un nudo en la garganta. Y esta obra lo ha logrado.
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Desde Berlín es un tributo al músico neoyorquino -que nos dejó el pasado año-, que recorre su maravilloso LP Berlín (1973) y cuenta la historia de sus dos protagonistas. La representación corre a cargo de Andrés Lima, mientras que Juan Villoro, Juan Cavestany y Pau Miró se encargan de la dramaturgia. Durante noventa minutos, Nathalie Poza y Pablo Derqui se ponen en la piel de Caroline y Jim, dos almas libres que descubren ferozmente el amor, ardiente y despiadado, y los límites de éste.
Esta innovadora propuesta, que en septiembre se estrenó en el Teatro Romea de Barcelona y de la que ahora y hasta el 7 de diciembre podemos disfrutar en las Naves del Español (Matadero), combina bellas proyecciones en pantallas de grandes dimensiones, música en directo (Poza al piano y Derqui a la guitarra), un teatro íntimo y visceral con un decorado limitado y la poesía que impregna las letras del compositor. El resultado de esta fusión es impactante, atrayente y tremendamente conmovedor.
Fragmentos de Lady Day, Heroin, Perfect Day, Caroline says I, How Do You Think It Feels, The Kids o Sad Song acompañan la representación, enriqueciendo las crudas escenas y creando una atmósfera única. El recurso de las pantallas favorece la creación de fondos en los que plasmar la letra de las canciones; en otras ocasiones, se introduce como parte del decorado o se utiliza para proyectar una sucesión de imágenes, al estilo de un videoclip, por las calles de Berlín. Nathalie Poza y Pablo Derqui hacen un trabajo excepcional: se desgarran en el escenario y el espectador lo hace con ellos. Con los ojos desorbitados y la euforia del alcohol y las drogas, nos descubren a estos dos inadaptados que, sin encontrar su lugar en el mundo y con demasiadas ganas de vivir, coquetean con el lado salvaje (Walk on the wild side). Caroline y Jim, Nathalie y Pablo, se estremecen, aúllan, gimen y se descomponen entre una habitación y las calles de la ciudad alemana, intentando subsistir a su trágica y oscura historia de amor. Y a los espectadores solo nos queda rendirnos ante ellos y agradecerles la inolvidable experiencia. Gracias, gracias, gracias.
Material gráfico por cortesía de Matadero.