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El Imperio contraataca con música en el Auditorio Nacional

Son las 19:30 en el Auditorio Nacional. Mientras ocupamos nuestros asientos en el primer anfiteatro, los soldados del Imperio vigilan las puertas con las armas en la mano. Estamos en la Tierra, pero cualquiera diría que nos encontramos en una de las salas del Senado Galáctico en el propio planeta Coruscant, esperando a que comience el concierto en honor al Lord Sith Darth Sidious, que se encuentra sentado en el mismo escenario, eso sí, custodiado por sus guardias imperiales, no fuera a ser que los rebeldes intentaran algún movimiento.

Afortunadamente, el Imperio no se ha hecho con la sala, forman parte de la Legión 501 y la Rebel Legion, fans que emulan los vestuarios de las películas y participan en convenciones y eventos solidarios. Porque, a fin de cuentas, ese es el fin que ha reunido a ambos grupos, a la Orquesta Filarmonía y al público en el Auditorio Nacional. El concierto, además de hacernos disfrutar con la banda sonora que compuso John Williams para la saga de Star Wars, promovió la labor solidaria de la Fundación Juegaterapia, a través de la cual los niños hospitalizados con cáncer, reciben juguetes para que “jugando, la quimio pase volando”.

Una vez agradecido a la Fundación, Pascual Osa se dirige a ocupar el podio y, con una espada láser a modo de batuta, ataca el tema principal de Star Wars dejándonos pegados a nuestros asientos. Los músicos responden al segundo a cada arqueo, gesto y movimiento que hace el director; brioso y enérgico en ocasiones, delicado en otras, como si en vez de dirigir con una batuta lo hiciera con una pluma. Pascual Osa, capitaneando la Orquesta Filarmonía, nos lleva al espacio a la velocidad de la luz a Naboo, Geonosis, Tatooine y Mustafar entre muchos otros planetas y paisajes. Los fans disfrazados recorren el escenario, de modo que podemos ver a Darth Vader aparecer bajo los 5.700 tubos del órgano mientras cierra el puño acompañando la Marcha Imperial como si el mismo Lado Oscuro de la Fuerza inspirara a cantar a las 300 voces que formaban parte del coro.

El concierto, estelar en todos sus aspectos a falta de un adjetivo más apropiado, acabó con la repetición de “La banda de la cantina”, una pieza que arrancó bailes improvisados de los más pequeños y varias sonrisas de los que no lo somos tanto. Sin embargo, Pascual Osa guardaba dos ases de John Williams en la manga, de modo que dedicó el tema principal de “Salvar al soldado Ryan” a la Legión 501 y el de la película Amistad a la Fundación Juegaterapia.

Un concierto que, sin duda, agradó no solo a los aficionados a la música clásica sino a todos los seguidores de la saga cinematográfica.

A falta de otro adjetivo, el concierto fue estelar | Foto: Mara García
A falta de otro adjetivo, el concierto fue estelar | Foto: Mara García

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