Un western gótico, tremendamente divertido y transgresor firmado por el escritor Richard Brautigan, mucho más que un escritor underground de culto.
De nuevo considero primordial comenzar esta reseña agradeciendo y aplaudiendo la labor de una editorial, en este caso la fabulosa Blackie Books, por recuperar -tras veinte años de la muerte del autor- y reeditar libros como este magnífico El monstruo de Hawkline escrito en 1974 por Richard Brautigan, novelista y poeta que tras un par de éxitos literarios acabó condenado al ostracismo y el olvido, y al que el tiempo (y alguna forma extraña de justicia poética) han terminado por colocar en su lugar, pasando de escritor de culto reivindicado por una sabia minoría a referente de la contracultura y el mejor underground literario. Brautigan, como tantos otros, fue víctima de la denostación y ridiculización de su época por las generaciones posteriores fagocitadas por el neoliberalismo ochentero que se extiende a nuestros días. El monstruo de Hawkline es una muestra (como el resto de la obra de Brautigan) de la envidiable libertad creativa y vital a salvo de prejuicios mojigatos propia de los 60 y 70.
También de nuevo me cuesta realizar esta reseña por miedo a “destripar” la grata sorpresa que pueda producir en el lector que no conozca a Brautigan o no haya leído este libro, bastaría decir que quien se decida a sumergirse en sus páginas hallará un goce literario difícil de superar. El monstruo de Hawkline es una deliciosa gamberrada, un hilarante cuento que partiendo de mezclar varios géneros y algunos tópicos pone patas arriba cualquier principio establecido. Un western gótico, sí, como reza el subtítulo, pero también lisérgico y erótico-festivo si se me permite este término generalmente despectivo como algo completamente positivo. Una novela que en su honestidad lúdica se erige como misil directo a la línea de flotación de la literatura académica, decimonónica y pacata.
Recomendar este libro tan solo a un determinado grupo de lectores sería un verdadero pecado ya que cualquiera que se acerque a él libre de suspicacias y tabúes se verá recompensado por un disfrute rara vez alcanzado. Pero sobre todo hará las delicias de los amantes del pulp gracias a la imaginería socarrona de Brautigan que puebla sus páginas de mad doctors, cowboys, casas encantadas, personajes absolutamente geniales, toques de cómic trash, sexo y humor entre otras cosas. Con un estilo sencillo pero plagado de magistrales y potentes imágenes, metáforas insólitas y brillantes y situaciones que elevan el absurdo a la categoría que parecía tan solo destinada a los surrealistas, El monstruo de Hawkline es una fiesta de la narrativa y ante todo un libro tremendamente divertido. Este adjetivo que puede parecer poca cosa se me antoja uno de los mayores méritos o logros que se pueden alcanzar en la literatura, sobre al comparar esta novela de Brautigan con exitosos y decepcionantes intentos de trasladar la diversión o el humor al papel. Por último se pueden vislumbrar leyendo El monstruo de Hawkline la inspiración e influencia sobre escritores contemporáneos como Haruki Murakami o Neil Gaiman quienes recomiendan a Brautigan encarecidamente así como sobre otros muchos que quizá (solo quizá) no se atrevan a hacerlo por aquello del qué dirán.
En la imagen principal, el autor (1935-1984), vía NickDrake.com