Raúl Tristán previene contra uno de los cantos de sirena actuales más en boga: la moda de hacerse emprendedor o convertirse en autónomo.
Son diversos los factores que han contribuido a que, actualmente, el trabajo por cuenta ajena haya perdido fuerza como única opción laboral. La destrucción de puestos de trabajo, la reducción de contrataciones y el aumento de la precariedad laboral, junto con el nada halagüeño y creciente dato del permanente desempleo en este país han llevado a que muchos potenciales emprendedores se lancen a una aventura que en muchos casos –debido a la inexperiencia o a la falta de correcto asesoramiento- equivale casi a hacer de equilibrista sin la protección de la red salvadora.
«Si no hay trabajo, ¿por qué no crearlo tú mismo/a?», «Sé tu propio/a jefe/a», «Ve detrás de tus sueños»… El atractivo de estos cantos de sirena es poderoso porque, en teoría, todos podemos ser autónomos y emprendedores, todos podemos sacar adelante un negocio. Pero, en la práctica, ¿estamos todos preparados para ello? En realidad no: emprender, crear, sacar adelante un proyecto requiere una serie de condiciones, incluso un entrenamiento. Y eso es lo que pretende subrayar Raúl Tristán: que no es algo sencillo ni exento de riesgos. Poco se habla de la otra cara de la moneda que corresponde a esa brillante y paradisiaca promesa de futuro; de las penurias y los quebraderos de cabeza que supone establecerse por cuenta propia y depender sólo de uno mismo. Además, frente a los que se lían la manta a la cabeza, nos encontramos con un Estado que pone toda clase de trabas a los que quieren dar el paso. Y si no, pregunten a cualquier autónomo o pequeño empresario.
El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños, decía Eleanor Roosevelt. Pero en un contexto agravado por la crisis, y con un riesgo tan inmenso acechando -no sólo hay en juego mucho dinero que puede esfumarse, también puede frustrar sobremanera ver un proyecto tirado por la borda- emprender no es un verbo que deba emplearse a la ligera. Es necesaria una planificación, un despertar a la realidad y, sobre todo, siempre queda muy recomendado tener en cuenta experiencias ajenas que puedan servir de aviso a navegantes. En ello se basa este libro personalísimo, editado por Almuzara.