La Huella Digital agradece a Carmen G. de la Cueva y a la editorial Lumen la entrevista que nos han permitido realizar y el tiempo que nos han dedicado.
Asimismo, agradecemos a nuestra fantástica redactora Esther M. García Pastor su disposición para efectuar la entrevista y sus interesantísimas preguntas.
Carmen G. de la Cueva acaba de publicar Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir en la editorial Lumen, un recorrido por la vida de la escritora y filósofa francesa. A continuación podéis leer la primera parte de la entrevista.
Pregunta.: ¿Por qué te embarcaste en esta locura de Simone?
Carmen G. de la Cueva: Quería conocerla y darla a conocer porque creo que hablamos mucho de Simone de Beauvoir, pero en realidad no la hemos leído. El segundo sexo puede parecer que no, pero es una lectura difícil. Es una lectura muy densa y gruesa. El volumen que hay editado en España no es fácil de transportar. Es como una enciclopedia del feminismo del siglo XX. Y claro, tenemos todo el día a Simone de Beauvoir en la boca o en las redes, con las típicas fotografías con sus frases: “La mujer no nace, la mujer se hace”. Pero, ¿qué sabemos de Simone de Beauvoir? ¿Cómo se hizo feminista? ¿Cómo se hizo escritora? ¿Cuáles fueron sus dudas, sus golpes, sus caídas, sus fracasos? Eso es lo que yo quería hacer. Quería hacer ese ejercicio de genealogía de recuperar la Simone vista desde alguien de mi generación.
P.: Porque no es tanto una biografía como tu lectura de Simone.
C.G.C.: Bueno, en realidad una biografía nunca puede ser algo objetivo, siempre está vista a través de los ojos del biógrafo o la biógrafa. En este caso, de mis ojos, de los ojos de la ladrona, de la detective, que me he sentido un poco así a veces. Pero bueno, creía que después de haber escrito Mamá, quiero ser feminista podía acercarme desde un lugar honesto e intentar contar lo que yo iba conociendo sin juzgarla o intentando no juzgarla demasiado. Y esto ha sido muy difícil, porque casi todo lo que hay escrito sobre ella la cuestiona mucho.
P.: Hice el ejercicio de buscar “Simone de Beauvoir” en Google y lo primero que salía era que Simone era una pederasta. Claro, si no hay nada que lo desmienta, quien la busque se encontrará con esto. Y aquí entra el problema de acceder a su diario. Porque claro, tu accediste a ella a través de diarios que están descatalogados. Tuvo que ser una tarea difícil el documentarse.
C.G.C.: Sobre todo una tarea de búsqueda de bibliotecas, de pedir favores a amigas para sacar libros de bibliotecas perdidas a las que no tenía tanto acceso y de leer y leer y leer y leerlo todo. ¿Cómo iba yo a escribir sobre la vida de Simone sin haber leído todo lo que ella había escrito? Eso me parecía muy poco sincero, como “bueno, pues me leo un par de libritos y El segundo sexo y ficciono”. Pero yo he intentado aproximarme (que, por supuesto es mi visión y es una aproximación personalísima) leyendo lo que ella contaba de sí misma, no a través de lo que terceros decían de ella, porque era mucho peor.
P.:Entonces, si tuvieras que recomendar a alguien que empezara a aproximarse a Simone de Beauvoir, ¿no le dirías que se leyera primero El segundo sexo?
C.G.C.: No. Primero léete Memorias de una joven formal. Yo no le diría a nadie que empezara con El segundo sexo. Yo empecé con El segundo sexo y casi me quiero suicidar. Además, es que me parece tan falso empezar en el feminismo leyendo El segundo sexo.
P.: Bueno, nadie empieza leyendo El segundo sexo…
C.G.C.: Pero sabes que, hoy en día, con esto de las redes sociales y tienes El segundo sexo en casa y te haces una foto con él y compartes un fragmento y no. Vamos a hacerlo bien. Ella escribió El segundo sexo en el 49 y, por supuesto, su autobiografía empezó a escribirla después. Primero escribió novelas, después escribió El segundo sexo y luego la autobiografía. Pero en la autobiografía la vemos crecer. Entonces, en Memorias de una joven formal es mucho más fácil identificarse con ella porque empieza contando su historia desde niña. Y era una gran narradora.
Es que El segundo sexo no deja de ser como La interpretación de los sueños de Freud. Es filosofía y es un ensayo sobre el pensamiento. Sí que hay fragmentos mucho más accesibles que hablan sobre la experiencia de las mujeres, sobre la maternidad, sobre el aborto, sobre la menstruación, pero, claro, tú no sabes dónde están y empiezas por el principio. Y cuesta, sobre todo para una lectora joven que no tenga formación. Venimos al mundo del feminismo sin una formación de lecturas de mujeres ni en el cole ni en el instituto ni en la universidad. Lo único que puede conseguir El segundo sexo es alejarnos de los libros feministas de verdad. Porque antes decías tú que pensaste que Mamá, quiero ser feminista podría ser un libro frívolo.
P.: Y, sin embargo, ahora lo recomiendo a todas las amigas. Es que también puedes descubrir a autoras a las que leer y reconocerte en esas lecturas. Por ejemplo, a mí me encanta Louisa May Alcott.
C.G.C.: Pues, por ejemplo, en Memorias de una joven formal ella dice que su primera identificación con un personaje literario fue con Jo March y yo también y muchas mujeres también. Entonces, esas pequeñas anécdotas te hacen conectar con la Simone más humana.
P.: Podrían editar ese libro en España.
C.G.C.: Podrían. En el epílogo yo confieso que mi anhelo y mi vocación sobre todo que la leamos y que se reedite. Porque si no, ¿cómo la vamos a leer? Que en la BNE solo hay un ejemplar y ni siquiera lo puedes sacar de allí. Pero claro, cuando empiezas a descubrir que se la castigó durante 30 años en España sin traducirla porque la consideraban una pederasta…
P.: Bueno, se la conocía por su relación con Sartre.
C.G.C.:Por su relación y por su promiscuidad y por seducir alumnas. Que es muy triste.
P.:Pero, también la juzgamos nosotras, de todas formas. Yo la he juzgado y me siento contradictora en ese sentido porque también la admiro.
C.G.C.: ¿Y tú te crees que yo no la he juzgado escribiéndolo? Había días que tenía que dejar de leerla porque me caía mal. Yo lo digo al final, que era un poco como le pasaba a Olga con los libros que le recomendaba Simone. Para mí Simone no es una persona lejana, después de pasar tanto tiempo con ella, me parece como una amiga, como mi hermano o como mi madre. Les quiero, pero a veces nos llevamos a matar.
P.: Es humana y no una diosa, como nosotras la vemos, o veíamos.
Exacto, es humana. Yo entiendo que haya cosas que te parezcan más oscuras, que te parezcan espacios de sombra, pero que eso no niegue el valor que tuvo y la valentía de todo lo que hizo. Y la valentía que tuvo de vivir en un momento… Vivió la I Guerra Mundial siendo una niña, la II Guerra Mundial siendo una veinteañera, todo lo que vivió ahora es muy difícil de entender y eso es lo que nos ocurre muchas veces cuando miramos atrás y buscamos referentes y vemos cosas que no nos encajan.
P.: Me ha gustado mucho que digas que era contradictoria porque todas somos contradictorias. Porque las feministas, cuando defendemos nuestros ideales muchas veces somos tachadas de contradictorias, con el objetivo de desacreditarnos.
C.G.C.: Es que el feminismo no es una cosa que tú te pones la etiqueta y ya se te quitan todas las cosas terribles que tienes, todos esos comportamientos aprendidos de la infancia, del instituto de tus compañeros; incluso de todo lo que has visto, de los anuncios de las películas. El feminismo es un trabajo que dura para siempre y vas sufriendo diferentes cambios y diferentes procesos. Es que Simone no se consideró feminista hasta el final de su vida.
P.: Claro, para nosotras era como “la feminista”.
C.G.C.: Claro, yo también quería demostrar que, aunque ella no se considerara feminista, o no viera la importancia del feminismo, ella lo era. Porque ella quería ser igual.
P.: Bueno, pero también hay mucha gente que no se considera feminista, que realmente lo es.
C.G.C.: Es que se le sigue teniendo mucho miedo a la etiqueta.
P.: Es difícil. Yo soy bastante activa en Twitter y muchas veces me he llevado el palo del típico listillo que te dice “pues hace un mes hiciste algo que te contradice”.
C.G.C.:Pero es una manera más de desautorizarte. Todo va de desautorizarte porque estás ocupando un espacio público que históricamente ha sido el espacio de los hombres. Se ve muy claro cuando publica El segundo sexo y la acribillan. Sufre un acoso brutal, que se parece mucho al acoso que sufrimos las feministas en redes. Ella recibió el acoso en las redes sociales de su época, que eran las cartas en su propio buzón, con todas las cosas que le dijeron. Eso la destrozó.
P.: Pero bueno, encontró a sus compañeras, a su grupo.
C.G.C.: Cuando publica El segundo sexo, ella lo publica como lo que es: un ensayo sobre el pensamiento y una reevaluación de cómo el género en realidad es adquirido, pero lo escribe para todo el mundo y el lector ideal es el hombre. Cuando ella recibe críticas de lectores, de compañeros de profesión, incluso de sus amigos y, de repente, le empiezan a llegar cientos de cartas de mujeres que se han visto reflejadas, es cuando empieza su propio encuentro con “la otra”. Hasta entonces tuvo sus periodos en la II Guerra Mundial. Ella siempre había ido muy por libre, pero cuando empiezan a contarle las mujeres sus propias vidas, sus conflictos y lo que las ha ayudado El segundo sexo a reconocerse en él y a intentar cambiar, eso para ella también es una revolución.