La Huella Digital agradece enormemente a Jorge Carrión y a la editorial Galaxia Guntenberg la entrevista que nos han permitido realizar y el tiempo que nos han dedicado.
Asimismo, agradecemos a Elena de Pablos Trigo sus interesantes preguntas surgidas a raíz de la lectura de la última obra del escritor: Contra Amazon.
Jorge Carrión acaba de publicar Contra Amazon en la editorial Galaxia Gutenberg, un conjunto de artículos sobre las librerías y bibliotecas, sobre las nuevas formas de vender literatura y sobre las consecuencias de un mundo globalizado.
Pregunta: Es indudable que Amazon está comiendo terreno a las pequeñas librerías. ¿Crees que la lucha contra Amazon es como la de David contra Goliat?
Jorge Carrión: Ahora es más bien como una legión de davides que suman un Goliat contra un único Goliat. Pero ese Goliat único no para de crecer. Es propiedad del hombre más rico del mundo. Es importante que seamos conscientes de esa dificultad. Y que apoyemos a quienes apoyan a la comunidad de nuestro barrio y pagan impuestos en nuestro país.
P.: ¿Crees que algunas compañías o empresas (Netflix, HBO, Amazon, grandes editoriales, etc.) redirigen los gustos del público hacia determinados intereses, haciendo naufragar los pequeños proyectos? Mi impresión es que progresivamente la sociedad ve y lee los mismos productos, consumiendo lo que mejor nos han sabido vender y rechazando, a priori, títulos no tan comerciales sin apenas tener referencias. ¿Estamos en el camino de convertirnos en autómatas sin criterio?
J.C.: Los superventas y los relatos centrales siempre han existido. Pero nunca habían sido tan dirigidos y controlados y unificados como ahora. Algunos algoritmos (los de Google, Facebook o Amazon) se han vuelto demasiado poderosos. Pero por suerte el ser humano en el siglo XXI es fundamentalmente diverso en su consumo cultural.
P.: Netflix ha logrado “enganchar” a sus espectadores creando un modelo de visionado particular, que enlaza temporada tras temporada, y con determinadas series que hacen disfrutar al espectador, aunque muchas de ellas no tengan un gran trasfondo. ¿Imaginas que este modelo podría ser extrapolable en un futuro a la literatura? Al estilo de la novela por entregas de Pérez Galdós, pero tratando temas que interesen en el siglo XXI.
J.C.: Ya hay plataformas como Storytel, Spotify o Instagram que proponen serialidad en la lectura (o la escucha), en forma de listas de reproducción o de stories encadenadas. La literatura es porosa, abierta, plástica: es capaz de adaptarse a casi todo. Es importante recordar que la novela o el libro en papel no son más que etapas de la historia de la literatura, que durante la mayor parte de su existencia fue oral.
P.: Pedro Medina afirma que Miami vice influyó en la sociedad en los años ochenta. ¿Piensas que, en España, alguna serie ha influido a sus habitantes? En todo caso, ¿cuál crees que actualmente refleja mejor la realidad de nuestro país?
J.C.: Creo que, para bien o para mal, Cuéntame es el relato que mejor −y peor− ha acompañado los últimos años de la historia de España y su representación del pasado reciente.
P.: ¿Le hubiera gustado ser bibliotecario como a Manguel? ¿Sueña con alguno de los libros de su biblioteca que perdió tras las mudanzas?
J.C.: Ni bibliotecario ni librero. Soy feliz como escritor (y periodista y profesor del Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra). Soy una persona muy afortunada: desde niño sentí que mi vocación era la literatura y he podido dedicarme profesionalmente a ella.
P.: ¿Piensa que el futuro de las librerías en España pasa por convertirlas en un espacio híbrido, al estilo de Corea, o exclusivas, como en Japón? Es llamativo que actualmente las librerías en nuestro país tienden a singularizarse (especializándose en un género, celebrando exposiciones o actividades, ofreciendo productos como vino o café, etc.) para intentar mantenerse a flote.
J.C.: La mezcla es lo que nos constituye como humanos. Como explico en Librerías, desde la Antigüedad las editoriales y las librerías se confundieron con las casas particulares, y en las tertulias siempre se sirvió té o café, de modo que es natural que en las librerías también haya cafeína (o alcohol), y que incluso algunas de ellas tengan sofás o camas para invitados. Lo que importa es que, alrededor del centro del libro, los negocios sean viables.
P.: Confieso que, al leer Contra Amazon, he sido más consciente aún de la exposición personal que hacemos en redes sociales y páginas web. De hecho, he inhabilitado el wifi de mi e-reader para que no controlen mis lecturas ni se filtre información de mi hábito lector. ¿Hasta qué punto somos conscientes de los datos que regalamos a las grandes compañías?
J.C.: Muy poco, casi nada. Aceptamos las condiciones de privacidad sin leerlas, de modo automático, como si fuéramos conscientes de que es el precio que hay que pagar para acceder a esos contenidos. Creo que cada cual tiene que pararse a reflexionar y a informarse. Y después actuar en consecuencia. Yo, por ejemplo, no le doy a Facebook datos reales como mi número de teléfono ni publico en ninguna red fotografías de mis hijos, menores de edad.
P.: Comparto el entusiasmo por La vegetariana de Han Kang y, por ello, le pregunto: ¿Qué novelas internacionales de los últimos años considera recomendable leer?
J.C.: Muchas. Estamos en un momento fascinante, cada año se publican muy buenos libros. Tal vez al nivel de La vegetariana, otras dos novelas de estos últimos años que me hayan entusiasmado sean Lincoln en el Bardo, de George Saunders, por su forma muy innovadora, en tensión con su tema muy clásico (el duelo y el amor de un padre por su hijo); y Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris, una novela gráfica dibujada con bolígrafo, muy inteligente y muy sentimental.