Los juguetes continúan transmitiendo sexismo. Esa ha sido la conclusión tras analizar y observar los catálogos y anuncios de juguetes de estas navidades. Empresas, publicistas y medios tienen gran parte de responsabilidad; sin embargo, nosotros, como consumidores, podemos ejercer un papel activo e intentar no introducir el sexismo en nuestras casas. ¿Existen alternativas? ¿Qué podemos hacer para dejar de lado los estereotipos sexistas?
“Los niños y niñas aprenden jugando. El juego es libre y espontáneo. No hay juguetes de niñas o de niños. Evita los que transmitan esta idea. No hay colores de niños o de niñas, solo etiquetas sociales que limitan la creatividad. Elijamos los colores, no dejemos que ellos nos elijan”. Así comienza el decálogo para elegir juegos y juguetes no sexistas y no violentos publicado por el Instituto Andaluz de la Mujer. Parece mentira que en pleno S.XXI sea necesario un decálogo de este tipo, sin embargo, los juguetes que se venden y compran continúan transmitiendo estereotipos sexistas y ofreciendo productos diferenciados para niñas y niños.
Terminar con el sexismo en la industria juguetera no es tarea fácil. Las empresas hacen su agosto en Navidad y esta diversificación por sexos funciona de maravilla. Todas estas empresas, publicistas y medios juegan un papel muy importante y con su compromiso podrían caminar en la dirección de dejar atrás los estereotipos y ofrecer juguetes que eduquen en igualdad. Sin embargo, nosotras y nosotros como consumidores, podemos aportar también nuestro granito de arena e intentar no fomentar desde nuestras casas el consumo de sexismo.
En los últimos años han surgido alternativas, por ejemplo, en el mundo de las muñecas para niñas. Este año conocíamos la muñeca Lammily, una opción que se aleja de los cánones habituales, con unas medidas más parecidas a las de una niña o adolescente reales. La muñeca fue creada el año pasado por la artista Nickolay Lamm gracias a una campaña de crowdfunding y ha tenido gran acogida. Lammily viene con accesorios, como un pack de pegatinas con cicatrices, granos, lunares o estrías, que se le pueden pegar a la muñeca para hacerla aún más real.
En su propio blog, Lamm explica los motivos que la llevaron a crear esta muñeca: “Lammily nace de la convicción de que tenemos que ser fieles a nosotros mismos en un mundo que nos presiona para asemejarnos a los estándares. Cuando miras las tiendas de muñecas solo encuentras divas y princesas. Sin embargo, ¿qué ocurre con todos los pasos y dificultades que tienes que atravesar para conseguir tus sueños? Creo que una de las cosas más difíciles en la vida es encontrar tu propio camino, eso que te llama. Pero para encontrar esa llamada, no puedes solo soñar, tienes que formar parte activa de la realidad”. La creadora también explica que en el futuro le gustaría que la muñeca pudiese identificar a mujeres de diferentes razas y con distintos tipos de cuerpo; así como incluir una línea masculina.
En este vídeo grabado en un colegio, niñas y niños de primaria comparan a Lammily con la Barbie tradicional. A pesar de su temprana edad, todas y todos coinciden en que la nueva muñeca tiene unas medidas mucho más reales, parecidas, por ejemplo, a las de sus hermanas mayores.
Otra de las apuestas viene de la mano de Debbie Sterling, una ingeniera cansada de los juguetes femeninos tradicionales y con muchas ganas de mostrarle a las nuevas generaciones de niñas el apasionante mundo de la ingeniería. Con este propósito nace GoldieBlox, una completa línea de juguetes orientados a que las niñas ejerciten su mente y, en última instancia, que vean que la ingeniería también es para ellas. Su última creación ha sido una muñeca de acción – al estilo de los “Actionman” masculinos – que cambia los vestidos y tacones por un peto y zapatillas de deporte y el maquillaje y los salones de belleza por una caja de herramientas. Una propuesta que busca alejar a las niñas del tradicional juego pasivo y mostrarles que ellas también pueden ser valientes, exploradoras o aventureras. Este es el vídeo de presentación de la nueva muñeca:
En España, la cadena de tiendas de juguetes Toy Planet triunfaba estas navidades con un catálogo no sexista donde niñas y niños juegan con los mismos juguetes independientemente de su color o forma. Porque, “¿qué pasa si ellos quieren ser princesas?”. Esta es la pregunta que se hace el periodista Toño Fraguas en un artículo sobre juguetes sexistas de La Marea. La respuesta, desgraciadamente, es sencilla: no pueden. No pueden, al menos, sin ser tachados y marginados. Como explica la escritora y periodista Brigitte Vasallo en el eldiario.es: «La policía del género es implacable. Frases como ‘no llores, que pareces una niña’ o ‘las niñas no hacen tal o cual cosa’ están naturalizadas […] Cualquier pequeño ensayo fuera de los roles establecidos es penalizado: a los niños se les enseña a despreciar los corazones y amar las espadas, las calaveras, a disfrazarse de piratas pero nunca de princesas».
Todas y todos, niños y niñas, deberían poder jugar con los mismos juguetes, elegir si quieren ser princesas, ingenieras o conductores de tren. Como dicta el decálogo del Instituto Andaluz de la Mujer: «elijamos los colores, no dejemos que ellos nos elijan». Acabemos con el rosa y el azul, la cocinita y el coche de carreras. Educar en igualdad es la base para construir relaciones sanas el futuro, para permitir que niñas y niños tengan las mismas oportunidades y puedan hacer realidad sus sueños.
Esta Navidad, regalemos igualdad.
Imágenes: GoldieBlox, Muñeca Lammily