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Ganó porque era guapa

Las mujeres son juzgadas continuamente por su forma de vestir, oler o llevar el pelo. Parece que la apariencia femenina es un asunto público y que cualquiera tiene la libertad de dar su opinión. Eso es también lo que deben opinar muchos de los medios de comunicación que cada día se hacen eco del estilismo de mujeres que trabajan tanto dentro como fuera del mundo del espectáculo y, cada vez con más frecuencia, del mundo de la política.

Susana Díaz gana las elecciones en AndalucíaCon ocasión de las elecciones andaluzas y el triunfo del PSOE de la mano de Susana Díaz, La Otra Crónica del diario El Mundo publicaba  el siguiente titular: “El cambio de imagen (a mejor) lleva al triunfo a Susana Díaz”. Para ilustrar el artículo incluyen una comparativa con una imagen de la actual Susana Díaz y otra de su etapa en las Juventudes del PSOE, parece ser que en dicha comparación se debe poder apreciar la notable mejoría física de la política.

En el artículo se recoge la opinión de Luis Arroyo, Presidente de la empresa de Asesores de Comunicación, y comentan cosas como “la importancia del pelo rubio”: «Si cuando estaba en Juventudes Socialistas lucía unos cuantos kilos de más, era morena y se depilaba las cejas al máximo ahora es una señora más delgada y rubia con ‘peep toes’ y medias de ‘plumetti’ que lleva pocos accesorios pero de calidad. Es posible que haya un estudio de colorimetría (tinte incluido) detrás o una intención de dulcificar su rostro”.

El pasado mes de julio cuando Pedro Sánchez, el Secretario General de mismo partido, entraba en escena, el diario ABC publicaba un artículo titulado: “Pedro Sánchez, ‘el guapo’, y la influencia del físico en la política” . En este caso se recoge la opinión del mismo asesor, sin embargo el análisis toma otro sentido: “La altura o los rasgos faciales marcados pueden contribuir a crear una imagen de liderazgo fuerte y la sonrisa natural expresa cercanía y credibilidad. […] Pedro Sánchez tendrá que hacer un esfuerzo adicional para hacer ver que no es una cara bonita”, explicaban.

Está claro que la apariencia es una parte importante en cualquier ámbito y más en uno, como el de la política, donde se trabaja continuamente de cara al público y se pretende convencer. Sin embargo, llama la atención el tratamiento de estas dos noticias. Mientras que ella “gana porque está más guapa” y con sus cambios puede buscar “dulcificar el rostro”, él, aunque guapo, tendrá que demostrar que vale y su estética resulta atractiva porque representa a un hombre masculino con dotes de liderazgo. Además, con el titular elegido por El Mundo se retoma una vez más la idea de que las mujeres que ascienden en sus carreras no lo hacen por sus méritos, sino por su estética o por hacer «favores sexuales».

Las informaciones publicadas en los medios que hacen referencia a la apariencia de las mujeres, independientemente de su profesión o estatus, frivolizan y restan importancia a la auténtica labor de estas personas. No es lo mismo comentar la apariencia de una modelo que la de una ingeniera o política. Es decir, no es lo mismo opinar sobre la estética de una persona que se dedica a ganar dinero con su cuerpo y otra que no. ¿Por qué una persona como Susana Díaz tiene que soportar que se relacione su forma de vestir con su victoria o derrota?

No será la primera ni la última vez que un medio de comunicación se hace eco de la apariencia y forma de vestir de una mujer. A principios del mes de marzo, en un blog del diario 20Minutos aparecía este otro titular: “¿Qué ropa interior lleva Letizia?” Se refería a la actual Reina y la pregunta venía a cuento, parece ser, porque suele aparecer en actos públicos vistiendo prendas ajustadas y no se aprencian nunca marcas de ropa interior.

En esta línea, hace unos meses los medios se hacían eco de un experimento llevado a cabo por un presentador de la televisión Autraliana, Karl Stefanovic. Éste apareció en antena durante todo un año con el mismo traje para ver si alguien se percataba y algún medio lo recogía. ¿El resultado? Nadie se dio cuenta. Sin embargo, afirmaba el presentador, seguro que no habría ocurrido lo mismo si el experimento lo hubiera hecho su compañera de mesa.

Las mujeres se enfrentan a estándares mucho más estrictos que los hombres, tanto en su estética personal como en su forma de vestir. En los medios de comunicación, sobre todo en la televisión, donde la imagen tiene un peso fundamental, es poco frecuente ver a mujeres con un cuerpo o estética no normativa presentando programas o protagonizando anuncios.

Parece que cualquiera puede opinar sobre la forma de vestir de las mujeres. Sin embargo y al contrario de lo que pueda parecer, ellas no forman parte del espacio público. No son objetos, ni mobiliario sobre el que opinar. Caras bonitas encargadas de satisfacer los sentidos. Mientras estamos ocupados viendo lo mona o fea que va ésta, la otra y la de más allá, olvidamos y restamos importancia a lo que hay detrás y es verdaderamente importante: sus palabras, sus opiniones, su forma de pensar, su trabajo.

Imagen: EFE

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