Llega a la noche de los martes el nuevo programa contenedor de Telecinco. El late night presentado por cinco mujeres, apuesta fuerte de la cadena, pretende situarse como una de las revelaciones de esta temporada. Así es Hable con Ellas.
He de confesar, huelleros, que estaba enormemente ilusionado con el estreno de Hable con Ellas.
Siempre he sido de tradición catódica nocturna, ya bien fuera por culpa de series como Más Allá del Límite o Expediente X, ya bien por programas del estilo de Crónicas Marcianas o Noche Hache, o por la dichosa Teletienda, compañera del electroencefalograma plano en noches de resaca y soledad. Ciertamente, creo que durante la noche, los programas logran esa complicidad y ese hermanamiento con el espectador que no consiguen los emitidos en otras franjas.
Asimismo, me considero un admirador de ese apasionante prisma que constituye la compleja personalidad de toda mujer, cuyas caras representan las múltiples facetas que desarrolla una fémina a lo largo de toda su vida. Y este programa estaba presentado por cinco que, en principio, no tenían mucho en común, lo cual le hacía ganar atractivo.
Por estos motivos, había depositado muchas esperanzas en el nuevo espacio nocturno de Telecinco, esperanzas que se esfumaron más rápido que la Aguirre por la Gran Vía (dejando a los policías con los nardos en la cadera). Pasados diez minutos, el plató se había convertido en un chimichurri de presentadoras e invitadas y en un guirigay sin un objetivo claro (que inocente era yo, hasta que me enteré que el director era el mismo que el de Sálvame Diario). ¿Quién hablaba con quién?
Beatriz Montañez, Natalia Millán, Yolanda Ramos, Sandra Barneda y Alyson Eckmann son las conductoras de este espacio. Se complementan, de eso no cabe duda. Montañez rezuma frescura, es franca y las mata callando; la adorable Millán, con sus dotes actorales, representa la elegancia y el saber estar; Ramos es la cachonda del grupo, hilarante como siempre y tirando a dar en sus afirmaciones; Barneda, a la cual no pillo el punto, es la rigurosa, aunque intente seguir un papel más desenfadado en esta ocasión; y Eckmann es la americana cabra loca con rasgos de salidez (léase de “salida”), lo cual me encanta, ya que es como si hubiera salido de un anticasting estadounidense.
En principio, cinco pilares que deberían sostener el programa sin mayor problema. El estreno, de hecho, tras una campaña de publicidad atroz de más de dos semanas, fue un exitoso 17%. Veremos si se mantiene en el tiempo, ya que en este primer programa los contenidos no me parecieron los suficientemente atrayentes. Invitadas como Celia Villalobos o Hiba Abouk, prota de El Príncipe y espacios como los aspirantes del programa u ordeñar la vaca no parecían encontrarse a la altura de tal estreno. Del mismo modo, el programa adolecía de laxitud en los papeles de ellas, poco marcados y delimitados. Todas se encargaban de todo, de las secciones, de las entrevistas, de dar paso a la publi, de ir a mear juntas… Ninguna de ellas pudo explotar del todo sus roles (si exceptuamos a la americana que sí que los explotó, sí), lo que malgasta el potencial de las presentadoras y del programa.
Si de mí dependiera, ubicaría a cada una en su justo lugar: Eckmann ya va bien situada, aunque incluso extremaría más su papel; a Barneda la pondría en una entrevista íntima con un buen invitado, para que se luzca; a Ramos en una sección divertida que desengrase el programa; a Millán en una que enseñe hasta donde son capaces de llegar las mujeres con sus artes, o los invitados…; y a Montañez en un espacio de actualidad. ¡Y luego les haría rotar!
También es cierto que a medida que fue transcurriendo el programa, la cosa fue cuajando y se asentaron un poco los nervios del estreno. No obstante, me parece que a estas Spice Girls aún les hace falta un buen rodaje para terminar de engrasar y engranar. No esperamos un late night trepidante como Crónicas Marcianas, ni tan divertido como Noche Hache o Buenafuente, pero sí exigimos que ya que nos venden que el programa es de mujeres, sea de mujeres con todas las consecuencias.
PD: mi reflexión final de telespectador de hoy es: “¿Y si en lugar de Villalobos hubiera ido la Aguirre y en lugar de Abouk hubiera ido el Príncipe? Sucedáneos, no, gracias.
Fotografía promocional propiedad de MEDIASET