El proceso de paz entre EEUU y Afganistán vislumbra una nueva esperanza gracias a la liberación del soldado norteamericano, Bowe Bergdahl, el pasado domingo 1 de junio. La puesta en libertad se ha producido gracias al intercambio de cinco prisioneros talibanes retenidos en Guantánamo.
Los cinco insurgentes que fueron líderes del movimiento fundamentalista en el poder desde 1996 a 2001, todavía son figuras muy influyentes para los talibanes, por lo que esta liberación era un requisito primordial para emprender auténticos acuerdos de paz y acabar con este perpetuo conflicto de más de 12 años, que sólo en 2013 ha causado la muerte de más de 3000 civiles.
«Esperamos que esto representará una apertura», aseveró el secretario de Defensa norteamericano Chuck Hagel a la NBC. «Estábamos comprometidos (en un diálogo) con los talibanes hasta 2012. Rompieron esas negociaciones, no tenemos ninguna relación formal con ellos desde entonces (…) tal vez (este intercambio de presos) será una nueva apertura que llevará a un acuerdo», reveló.
El sargento Bergdahl de 28 años fue apresado el 30 de junio de 2009 en una base de la provincia de Paktika al sureste del país. No obstante, permaneció en varias regiones de la frontera afgano-paquistaní, según mostraban los vídeos que mandaban sus secuestradores para informar de su estado de salud. El militar mantuvo una actitud positiva y de adaptación a los diferentes acontecimientos que se iban sucediendo, incluso llegó a aprender idiomas locales y participar en las actividades de sus verdugos. “Le encantaba el bádminton y jugaba siempre con sus captores” expresó uno de los dirigentes del grupo rebelde.
El sábado fue liberado en presencia de decenas de soldados americanos y talibanes, en unas condiciones de salud un tanto preocupantes. Algo que justifica la disposición del intercambio. Sin embargo, aunque en la base de Bagram al norte de Kabul, el soldado se encontraba en mejor estado fue trasladado finalmente al hospital de Landstuhl en Alemania donde podrá recuperarse con todas las comodidades.
La solución se debe a los acuerdos y esfuerzos realizados por Catar y su emir, Tamim Ben Hamad al Thani, que siempre ha intentado mejorar la relación de los insurgentes con el Gobierno afgano. El molá Omar gratificó a las autoridades cataríes su intervención. Por su parte, el responsable del Alto Consejo para la Paz en Afganistán, Ismael Qasimyar agregó: “todas las partes hacen prueba de buena voluntad para construir un clima de confianza y lanzar negociaciones de paz en un futuro próximo”. Los cinco talibanes también se reencontraron con sus familiares y permanecerán en Catar por un año adaptándose a las garantías impuestas. Sin embargo, los insurgentes no comparten el mismo enfoque, según su adalid, Zabihula Muyahid: “El intercambio no fue hecho en la óptica del proceso de paz. Se trata solo de un intercambio de presos de guerra, eso nada tiene de político».
Barack Obama, por su parte, cumplió con el compromiso americano de nunca abandonar a sus soldados y también ha asegurado rebajar a 10.000 en 2015, los 32.000 militares actuales en Afganistán para ir abandonando progresivamente el país a finales de 2016, en el caso de que el futuro presidente afgano firme el Tratado bilateral de seguridad. No obstante, la crítica republicana encabezada por Mike Rogers y John McCain denuncia esta negociación con terroristas que deshonra el saber hacer del país.