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Josefina Carabias, la primera periodista

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Fuente: Ayuntamiento de Arenas de San Pedro

A pesar de que sea una figura bastante olvidada –aunque durante los últimos años se ha recuperado parte de su trabajo–, Josefina Carabias fue una de las primeras mujeres redactoras en los rotativos españoles. Es cierto que muchas otras colaboradoras o escritoras le precedieron, pero Carabias fue una de las primeras en hacer su trabajo como periodista fija en una plantilla, cubriendo los mismos eventos de la misma forma que sus compañeros masculinos. Ella no era una colaboradora que se definiese como escritora; ella afirmaba que el periodismo era su profesión.

El aterrizaje forzoso en Francia

Nacida en Ávila e hija de una familia de pequeños terratenientes, a Carabias le fue negada, en un principio, la posibilidad de cursar el bachillerato: el cura del pueblo le había dicho a su madre que el estudiar no era para señoritas. Aun así, y con la ayuda de un primo, pudo cursar el bachillerato a distancia y presentarse a los exámenes. Con el tiempo, y tras varias discusiones, accede a la Universidad, donde decide estudiar derecho para ser registradora de la propiedad. Sin embargo, el periodismo llamaría a su puerta y pronto empezaría a trabajar en la revista Estampa.

«La de registrador es mi vocación frustrada. Yo sabía, cuando acabé Derecho, que en una profesión en la que tuviera que competir con el hombre, despacho contra despacho, y depender de la elección de la gente, estaba perdida: la gente elegiría al abogado hombre antes que a mí, que encima no era una señora mayor y prestigiosa, sino una chica muy joven», explica Josefina Carabias en una entrevista publicada en 1971.

Como muchas otras de las mujeres que huyeron de la Guerra Civil y de la posterior represión franquista, Josefina Carabias llega a Francia con su marido en 1936. Cuando acaba la guerra, el esposo de Carabias, José Rico-Godoy, decide, al igual que otros muchos republicanos moderados, intentar la vuelta a España, y más teniendo en cuenta que la primera hija del matrimonio ya estaba en camino. Sin embargo, cuando Rico-Godoy regresa a su país de origen es detenido y enviado a una prisión, donde pasaría tres años.

Es en este momento en el que Josefina Carabias se queda sola en París, con una niña pequeña y sin un sitio al que ir, cuando empieza a moverse en el círculo de otros republicanos notables, como Gregorio Marañón. En este contexto estalla la Segunda Guerra Mundial, y en 1940 Francia es invadida por el ejército alemán.

Josefina, o Pepita como solían llamarla, decide escribir sobre todas aquellas experiencias que comienza a vivir en Francia y sobre el día a día en el país ocupado. Interesada por la política, Carabias plasma en su libro Los alemanes en Francia vistos por una española las dificultades por las que pasa el pueblo en plena guerra, pero también el caos que ella misma experimentó en plena invasión nazi.

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Fuente: Ayuntamiento de Arenas de San Pedro (Josefina Carabias y Marlene Dietrich)

La dificultad de volver a España

Ya en los años 40 Josefina Carabias vuelve a España y publica este libro en 1944, bajo el seudónimo de Carmen Moreno. En múltiples ocasiones, a aquellos periodistas que no fueron afectos al régimen franquista les obligaron a publicar con otra identidad, puesto que la suya estaba en entredicho. De hecho, su vuelta a España llegó a ser bastante arriesgada: al solicitar el permiso de residencia escribió junto a su nombre “sus labores”, dando a entender que no tenía ninguna otra profesión. Sin embargo, el funcionario pasó la petición al jefe de servicio, quien le ordenó que tachase lo que ella había escrito, añadiese periodista y la mandase a esperar.

Aun así, finalmente consiguió volver a España, pero no fue hasta 1946 cuando fue contratada en el periódico Informaciones, supuestamente como secretaria, aunque realmente en esa redacción volvió a ejercer el periodismo. Ya en este momento comenzó a escribir con su nombre verdadero, aunque eso no es óbice para que se produjesen situaciones algo surrealistas.

En una ocasión, tal y como recoge Inmaculada de la Fuente en su libro Las republicanas burguesas, el marido de Carabias llegó a oír en una tertulia: «No, no, esta Josefina Carabias no tiene nada que ver con la que escribía en Estampa y en La Voz. Creo que es su sobrina».

Más adelante, en 1951, ya se había labrado fama de buena periodista, y obtuvo el Premio Luca de Tena por el artículo El Congreso se divierte. Pronto esta fama aumentaría y provocaría que fuese enviada como corresponsal a Washington, desde donde escribió crónicas costumbristas, repletas de aire fresco en un país sumido en el conservadurismo.

Carabias, una mujer feminista

Las dificultades que tuvo para acceder a una educación, sus múltiples viajes a otros países –que le ofrecieron otras perspectivas– y su conciencia de que el hecho de ser mujer suponía un lastre en muchos aspectos de su vida, llevaron a Josefina Carabias a afirmar que la mujer podía ser tan capaz como un hombre para realizar las mismas tareas. «Yo creo que la mayor [dificultad], para nosotras, es que fácilmente te segregan, te colocan en los temas de mujer, propenden a separarte y a limitarte a un campo. Viene lo de “es que esto lo leen mucho las mujeres”, como si los hombres no quisieran ser leídos por las mujeres», afirmaba Carabias en una entrevista cuando le preguntaron sobre las dificultades que tuvo que vencer en el periodismo por el hecho de ser mujer.

Finalmente, Carabias muere en Madrid con 72 años en 1980, después de haber dejado escritos miles de textos amenos y, sobre todo, bien escritos. Después de su muerte se produjo una progresiva recuperación de su trabajo periodístico –principalmente a través de la Cátedra Josefina Carabias de la Universidad Carlos III–, si bien su figura no es muy conocida.

No debemos dejar que la figura de esta gran periodista caiga en el olvido.

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Fuente: Ayuntamiento de Arenas de San Pedro

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