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La brillantez de ‘El laberinto mágico’

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Fuente: Centro Dramático Nacional

El Teatro Valle-Inclán acoge hasta el 10 de julio El laberinto mágico, una espléndida reflexión sobre la Guerra Civil Española y la posguerra, producida por el Centro Dramático Nacional. Esta representación, que está dirigida por Ernesto Caballero y versionada por José Ramón Fernández, cuenta con un brillante reparto de quince actores y actrices que interpretan distintos personajes: Chema Adeva, Javier Carramiñana, Paco Celdrán, Bruno Ciordia, Paco Déniz, Ione Irazabal, Borja Luna, Paco Ochoa, Paloma de Pablo, Marisol Rolandi, Macarena Sanz, Alfonso Torregrosa, Mikele Urroz, María José del Valle y Pepa Zaragoza. La música, a cargo de Paco Casas y Javier Coble, dinamiza algunas de las escenas más duras que presenciamos en el escenario.

Con el título de El laberinto mágico, Max Aub englobó en seis obras lo sucedido en España entre 1936 y 1940: Campo cerrado, Campo de sangre, Campo abierto, Campo del Moro, Campo francés y Campo de los almendros. Estos volúmenes narran los primeros momentos de la contienda, el desarrollo de la guerra y la caída de Madrid, la vida de los refugiados en Francia y la situación de los republicanos en Alicante al final de la guerra. Además, contiene una serie de cuentos que se recogen en Enero sin nombre: Los relatos completos del Laberinto mágico y ahondan en la guerra, en los campos de concentración y el exilio. La vena combatiente y disconforme del autor se refleja en esta sextalogía y en volúmenes de relatos como La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco y otros cuentos.

La obra teatral de El laberinto mágico se inicia con una compañía de actores de izquierdas que, asustados ante el avance del bando nacional, deciden acudir a Madrid para ayudar en la batalla. En diversas ciudades (Madrid, Barcelona o Alicante) se refleja el avance de los nacionales, mientras diversos rostros con similares ilusiones contemplan cómo naufragan sus esperanzas. Nadie se libra del horror que suponen las consecuencias de la lucha, pero un grupo de peluqueros, haciendo de soldados por amor a unos ideales, demuestran la desigualdad de las fuerzas. Monica Boromello e Ion Anibal, responsables de la escenografía y de la iluminación respectivamente, logran, con pocos elementos en el escenario y un deslumbrante juego de luces, diferenciar las escenas y el lugar donde se ubican, y resaltar las sobresalientes interpretaciones.

En momentos como éste, en el que hemos imaginado un cambio de rumbo en la política española que finalmente no se ha producido, es inspirador y reconfortante recordar que otros muchos, de los que no sabemos el nombre ni conocemos el rostro, tiempo atrás lucharon por unos ideales hasta las últimas consecuencias. El laberinto mágico nos obliga a rememorar y a reflexionar sobre nuestro pasado, a indignarnos sobre las injusticias que se cometieron y a emocionarnos con el cruel destino que les deparó a esos republicanos que intentaban huir de una España que ya no sentían como suya. No perdáis la oportunidad de asistir a una de las mejores obras de la temporada teatral madrileña; hacednos caso.

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Fuente: Centro Dramático Nacional

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