Tras más de un mes desde el secuestro de más de 200 niñas en una escuela secundaria, todavía se sigue buscando el paradero de las menores, en medio de una confusión creada por el informe publicado por Amnistía Internacional, que acusa al Ejército nigeriano de no hacer nada pese a haber recibido varios avisos sobre la amenaza de Boko Haram cuatro horas antes del secuestro.
“La educación occidental está prohibida”. Ese es el significado de Boko Haram, el grupo islamista radical que el pasado 14 de abril se llevaba a 276 niñas. Las menores eran alumnas de una escuela secundaria ubicada en la localidad de Chibok, de mayoría cristiana. En el momento del secuestro, estaban en el centro, preparándose para sus exámenes. Ahora bien, el reconocimiento de la autoría no llegó hasta días después del secuestro. «Yo he secuestrado a vuestras chicas. Las venderé en el mercado», declaraba el líder Aboubakar Shekau. Sin embargo, el vídeo sólo supuso una confirmación. El Gobierno y la población nunca tuvieron dudas del origen de los hechos. Boko Haram se opone al acceso de las mujeres a la educación y lucha por la imposición de un Estado islámico. El objetivo del ataque no había sido una casualidad.
Al principio la situación real de las niñas era incierta. Todo eran suposiciones hasta que una de las menores que logró escapar contó su experiencia. Las menores eran entregadas como esposas a los milicianos y líderes del grupo. Ella misma había sido una de ellas. Pero había algo más. Las rehenes más jóvenes eran violadas al menos quince veces al día.
Ante esta realidad, Naciones Unidas lanzó un mensaje claro. Era necesario que “todo el mundo se levante y tome medidas”. “Tenemos la responsabilidad de devolver a estas niñas a salvo a sus casas”, declararon dos portavoces del organismo. La ayuda internacional no tardó en llegar. Estados Unidos fue el primero en tender la mano. El Gobierno de Obama traslado varios de sus aviones al país. El objetivo, sobrevolar e identificar las zonas donde podrían estar retenidas las menores. Localizarlas se ha convertido en la máxima preocupación. Especialmente ahora que parece descartado que hayan sido sacadas del país. Según las últimas investigaciones, se encontrarían cerca de la frontera de Chad o Camerún.
China, Reino Unido, Francia y España también están colaborando en el rescate. El Gobierno español, no obstante, fue de los último en unirse. Concretamente el lunes 12 de mayo. Fue entonces cuando ponía a disposición del Ejecutivo de Nigeria un equipo de la Policía Nacional experto en redes africanas. Por su parte, el presidente francés, François Hollande, convocó una cumbre especial en París. En ella, cinco países – Nigeria, Níger, Chad, Togo y Benin – llegaron a un acurdo. Era hora de declarar la guerra a Boko Haram. Los líderes internacionales presentes, entre ellos el ministro de Exteriores británico, William Hague, respaldaron la decisión. La posibilidad de negociación con Boko Haram, que se había barajado durante varios días, quedaba descartada. Algo que, sin embargo, no sorprendió a la mayoría. Sobre todo teniendo en cuenta las condiciones del grupo islamista. “No las liberaremos mientras vosotros tengáis a nuestros hermanos detenidos”, había declarado el líder de la secta en un vídeo.
Pero volviendo a la movilización social, todo empezó dentro de las fronteras nigerianas. Quince días después del secuestro, la ciudad de Abuya fue testigo de una protesta multitudinaria. Bajo el lema “la marcha del millón de mujeres”, los manifestantes querían presionar al Gobierno para que incrementaran los medios. Hadiza Usman, portavoz del colectivo Mujeres por la Paz y la Justicia lamentaba entonces los escasos progresos. Sobre todo, teniendo en cuenta los avances tecnológicos. “¿Cómo puede ser que en la era de los drones y Google Maps 200 chicas desaparezcan sin dejar rastro?, afirmaba.
No fue la última iniciativa que comenzó en el país africano. Fueron las familias de las desaparecidas las que iniciaron el hashtag que ha llenado las redes sociales en los últimos días. #BringBackOurGirls se ha convertido en el grito de protesta de la comunidad internacional. Famosos y anónimos han compartido fotos portando carteles con el mensaje. Para Ogunmola, director de la Asociación de Estudiantes Africanos, es una muestra de que “las personas finalmente lo están tomando con seriedad”. “Es un paso en la dirección correcta”, afirma. Sin embargo, recuerda que este tipo de acciones no deben alejar al Gobierno del fin último. “El meollo del asunto es hallar a las chicas”.
De forma paralela, la tensión de la situación ha aumentado en los últimos días, tras la publicación del informe de Amnistía Internacional. En él, la organización afirma que los cuárteles situados cerca de Chibok habrían recibido varios avisos sobre la amenaza del grupo islamista. Todos ellos cuatro horas antes de que se produjeran el secuestro. El Ejército se ha apresurado a desmentir las acusaciones, calificando el informe de “muy lamentable” y “falso”. Sin embargo, el Gobierno va a investigar el asunto. «Es inconcebible que los militares recibieran una información sobre un ataque inminente y no hicieran nada al respecto”, afirmó el ministro de Información nigeriano, Labaran Maku.