La Cúpula vuelve a conquistarnos a medias. A punto de finalizar la segunda temporada el misterio de la cúpula parece irse desvelando. La muerte y la vida van de la mano en un pueblo donde un asesino anda suelto, un loco se escapa y todo sucede por un huevo.
Los veranos son menos aburridos con La Cúpula, y ahora que ya ha terminado el periodo estival para abrirse pasó el otoño, Antena3 ha decidido relegarlo a una hora menor. Y aun así, yo lo veo.
No niego que La Cúpula no es una obra maestra, tampoco una serie de culto, pero me atrevo a situarla en lo alto del tótem de las series de entretenimiento porque a veces lo único que necesitamos son sesenta minutos de rendición, sesenta minutos de relajación mental y divertimento. La Cúpula la parió el señor King, que ya nos había deleitado con un relato del que se basa la serie en cuestión, y muy a pesar de lo que digan sus fans y detractores, me han conquistado. Poco es lo que se puede añadir de esta inquietante ficción. Con tantas contradicciones como simbolismos religiosos, La Cúpula, a ratos me irrita y a ratos me intriga.
No hay por dónde cogerla, hay tantas incógnitas abiertas que abruma nuestro sentido hasta tal punto de querer entrar en la cúpula para atizarle un par de leches a más de uno, y de una. En la segunda temporada, es mucho lo que se nos ha desvelado. Ahora parece que el gobierno y la gran empresa dirigida por el padre de nuestro protagonista, Barbie, son los archienemigos de los habitantes de ‘Chester’s Mill’. Ellos quieren el huevo, y los de la cúpula tratan de protegerlo porque saben que si algo le pasa al huevo sufrirán las consecuencias. Ya en el primer episodio de la segunda temporada se nos advierte que algo raro más allá del entendimiento racional sucede. Melanie, una adolescente que accidentalmente muere allá por los ochenta, asciende de las aguas en las que Julia había arrojado el huevo. Resurrección y profecías son los cimientos sobre los que se ha sostenido la segunda de espero que unas pocas temporadas más.
Todo lo que ocurre allí es por algo, y cada uno de los habitantes de la cúpula parece conectados por unos hilos magnéticos. Ahora bien, ¿quién es realmente Melanie? Despropósito tras depósito, estamos ante la versión paleta de Perdidos, en los que la dicotómica lucha entre ciencia y religión convierten a La Cúpula en algo más que un estúpido entretenimiento televisivo.
Sin embargo, no comparto todo lo que en ella veo. Hay personajes que me chirrían tanto como sus doblajes al español. Lyle y Rebecca o lo que es lo mismo, los dos extremos de una misma cosa: la búsqueda de los porqués, el fanatismo religioso y científico encarnados en dos personajes tan espantosos como indispensables. Y para colmo, resulta tan fácil salir de la cúpula que no entiendo por qué tanto lio para sacarlos a todos, por qué Big Jim conspira a espaldas del grupito liderado por Julia y trata de negociar en vano con los militaruchos detrás de la cúpula y lo que me encrespa más por qué no entran ellos mismos a por el huevo. Que alguien me lo explique por favor, sé que el huevo es la clave de todo, pero, ¿por qué tanto enrevesamiento para algo aparentemente tan sencillo? Ay Stephen King y etcétera… no os hagáis más de rogar y curráoslo un poquito más para la próxima, o una que yo me sé cambiará de canal.
Fotografías tomadas de http://www.antena3.com/series/la-cupula/