El gobierno autoritario y con “puño de hierro” de Putin durante más de diez años ha hecho que el presidente ruso se gane el calificativo de “Rasputín del siglo XXI” por parte de la prensa internacional. Sin embargo sus defensores afirman que es el contrapoder necesario frente a Washington.
Hace unos días Vladimir Putin decidía intervenir militarmente en Crimea. Doce horas después lograba el apoyo unánime de Parlamento y Senado. Para Jana, estudiante rusa residente en Madrid “es normal que Crimea pida ayuda a Rusia”. Recuerda que la región no siempre ha sido ucraniana. Y es cierto. Fue un regalo del ex presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética Nikita Jrushchov en 1954. Un símbolo de amistad entre los dos pueblos. Aun así, no cree que la intervención sea la mejor alternativa. “Estábamos más o menos estabilizados y teníamos buenas relaciones con la mayoría de los países” – apunta – “pero con esto todo puede caerse”.
Desde su primera legislatura en 2000, Putin no ha dejado de controlar Rusia. Ni siquiera durante los cuatro años de gobierno de Dmitri Medvédev (2008-2012). “Él no hizo nada. Era como un hijo de Putin”, afirma Jana. Así, ha logrado crear una Rusia muy personalista. Incluso a la hora de las críticas. “Cuando hacen algo a Rusia su comportamiento es más suave, pero cuando le atacan a él se pone más estricto”. La detención en marzo de 2012 de dos componentes de Pussy Riot es un claro ejemplo. En febrero, el grupo de punk-rock interpretó una “plegaria” llamada “Santa Virgen y Madre, echa a Putin”. “Fue un insulto para la gente religiosa pero el castigo fue enorme”. Según Jana, obligarlas a hacer trabajos de limpieza y conservación en la iglesia hubiera sido una condena más acorde. “Encarcelarlas ha hecho que hablen más del tema y les ha dado más fama al grupo en todo el mundo”. Todo lo contrario a lo que se pretendía.
Pero las intenciones de perjudicar a Putin no tuvieron éxito. Las elecciones presidenciales celebradas cuatro días después del incidente dieron le dieron la victoria. La oposición no aceptó el resultado. Diferentes líderes declararon que los comicios habían sido “falsificados e ilegítimos”. Unas declaraciones que parecían demostrarse cuando algunas cadenas de televisión mostraron los porcentajes. El resultado sumaba un 124%. Sin embargo, Jana recuerda que no es la primera vez que ocurre. “Nosotros conocemos nuestro país, sabemos lo que ha pasado otros años y por eso esperábamos que estuvieran falsificadas”. Por ello, miles de personas salieron a la calle en protesta. Ahora bien, no todos los medios lo consideraron noticia. “Los medios de comunicación afines a Putin cubrieron el nacimiento de un tigre en un zoo en vez de las manifestaciones”. Unas manifestaciones que, además, se convirtieron en las últimas. Al menos, tal como se conocían antes. Tras las protestas se aprobó una ley que las prohíbe a no ser que cuenten con autorización gubernamental previa.
La Rusia de Putin es, también, conservadora y apuesta por la familia tradicional. “En Rusia no puedes ver a una pareja gay besándose en la calle”. Pero la ley anti-gay promulgada por Milonov y apoyada por Putin lo ha llevado al extremo. La normativa prohíbe la propaganda gay a menores. Además, se multará a todo aquel que equipare ante un niño las relacionales homosexuales y heterosexuales. Jana no sólo cree que la medida es “muy provocadora” sino también contraproducente. “Ahora salen más noticias que antes. La ley es la que provoca que ahora haya propaganda homosexual. Está todo al revés”.
La educación, no obstante, es uno de los puntos fuertes de la Rusia actual. “Putin está pensando mucho sobre la enseñanza”. Jana hace referencia a una ley aprobada hace apenas unos días. Se trata de una regularización de los libros de historia. “Ahora todas las escuelas van a estudiar con un mismo libro”. El motivo, la existencia de una prueba única de acceso a la universidad. “El profesor te corregía en función del libro que el enseñaba. Si tú lo explicabas de una forma diferente te quitaban puntos”.
Pero esta ley puede verse también desde otra perspectiva. Y es que permitirá controlar el contenido que llega a los escolares. Algo que ya ocurre en el campo de los medios de comunicación. Cualquier cadena, emisora o periódico que diga algo que no gusta al Gobierno es cerrado. Los únicos exentos son los universitarios. ”Son medios libres, que no mienten y dicen lo que pasa”, asegura Jana que colaboró en uno de ellos.
Para Jana las perspectivas de futuro no son alentadoras. Por su parte tiene claro que si finalmente Rusia interviene en Crimea ella no regresará, pero apunta algo más. “Estamos volviendo al comunismo, poco a poco, pero estamos volviendo”. Las leyes anti-propaganda, las normativas contra las manifestaciones, el encarcelamiento de los críticos al Gobierno y el cierre de medios constatan sus palabras.