Con el verano llega el calor, llegan los días más largos y llega el final del mes de junio. Para ser exactos el 28 de junio fecha en la que se celebra el día del Orgullo LGTB y provoca que las calles de Madrid se llenen de gente proclamando a los cuatro vientos una visibilidad y una normalización que, aunque parezca mentira, todavía está a años luz de conseguir la igualdad deseada y esperada. Aprovechando esa fecha se preestrenó en Madrid, unos días antes de su estreno en cines el 8 de julio, una cinta irlandesa con acento cubano que muestra lo atrasado que está esa normalización en países como Cuba.
Viva es el nombre artístico que elegirá Jesús, al que da vida el casi debutante Héctor Medina, para actuar travestido de mujer en un club para intentar ganarse la vida en La Habana actual. Durante algo más de una hora y media sufriremos con él por intentar conseguir esa normalidad añorada y deseada por tantos. La cosa se le complicará todavía más cuando aparezca su padre, interpretado por Jorge Perugorría, que además de ser un ex-boxeador convicto no le va a hacer ninguna gracia la manera de ganarse la vida de su hijo.
Frente a las inevitables etiquetas, el film dirigido por el irlandés Paddy Breathnach lo que desprende son todo tipo de emociones que harán sentir al espectador: desde la tensión por el primer encuentro entre padre e hijo, risas y alegría por las barbaridades que sueltan las compañeras de trabajo de Jesús, tristeza por ver a donde le arrastrará la intransigencia de su padre y lágrimas con esa desgarradora actuación final, con música de Massiel, que recompensará a todo aquel se atreva a verla. Hoy en día es difícil que las películas te hagan sentir, desprendan emociones, y aunque no llega a rozar la maestría de trabajos como Truman o La familia Beliere, como mínimo conseguirá que se ponga la piel de gallina y se caiga alguna lágrima.

De fondo pasearemos por una Habana triste, apagada y decadente que no dista mucho de La Habana por la que también paseó Jorge Perugorría en la película que le dio la fama, Fresa y chocolate, en un papel totalmente opuesto al que ahora interpreta, y donde se puede ver no sólo su cambio físico, de hecho han pasado más de 20 años, sino su nivel interpretativo al poder dar vida a dos personajes tan diferentes. Luis Alberto García es la otro cara conocida del reparto y que consigue arropar y proteger a Héctor Medina en el que será el papel que le catapulte internacionalmente a pesar de que ya lleva cinco años trabajando en el cine, sobre todo el películas cubanas, pero le hemos podido ver el El rey de La Habana de Agustí Villaronga. Por eso es inevitable compararle con Perugorría, además de su origen cubano comparten un papel protagonista de homosexual en los inicios de su carrera y una proyección internacional considerable. De hecho ya habían coincidido antes en la cubana Boleto al paraíso y coincidirán en la española Vientos de La Habana de Félix Viscarret.