Anoche volvieron a abrir sus puertas las galerías de moda más prestigiosas de la década de los 60. Los espectadores serán testigos en esta segunda temporada de la continuación de las numerosas tramas que quedaron abiertas hace un par de meses. Tramas que mantendrán como esencia principal la unión entre la moda y el amor, entre los quehaceres de un trabajo más que reconocido y las suculentas historias que se esconden entre sus cuatro paredes.
Más de cuatro millones de espectadores fue la media perfecta que la ficción de Antena 3 consiguió en el examen de su primera temporada. Fantástico resultado y todo un lujo para una trama que no lo tenía todo consigo puesto que, desde un principio, intentó luchar por conseguir ser la digna sucesora de la élite modista tras El tiempo entre costuras. Y no sólo lo logró, sino que Velvet enganchó y cautivó a los espectadores españoles.
Las personalidades de Ana y Alberto han sido más que culpables de ello. El amor prohibido, secreto y verdadero venció a los suculentos redactores de B&B de Telecinco y los telespectadores quedaron rendidos ante la pasión y la ternuna con la que se amaban y miraban el hijo del dueño de las galerías y una humilde y frágil modista. Pero, ahora, las tornas han cambiado y Ana y Alberto ya no son esos dos quinceañeros que se olvidaban del mundo entero y vivían su historia como el mejor de los regalos posibles. Alberto ya no puede dar un paso hacia delante sin pensar en sus consecuencias porque ahora tiene que rendir cuentas a su mujer, Cristina. La mujer perfecta de la ficción consiguió agarrar al hombre más atractivo e importante del negocio y a Ana no le queda más opción que ver cada día cómo hacen vida de un matrimonio feliz. Pero parece que no le va a costar mucho trabajo puesto que ya ha encontrado un sustituto para el que ha sido, hasta el momento, el amor de su vida. Un sustituto que, sin duda, no defraudará. El guapo y alto piloto de aviones, Carlos, aparece en las Galerías Velvet para conquistar a Ana y lo hace con un rotundo éxito ya que ésta decide lanzarse a sus brazos al final del primer episodio, sin importarle sus miedos al desamor y al engaño, sin importarle el qué dira Alberto; su Alberto hasta hace poco.
Como buen piloto de aviones, Carlos aterriza con fuerza. Y es que no sólo consigue “quitar” a Alberto a la chica de sus sueños, sino que también sirve como tema de disputa entre él y su cuñado Enrique. Enrique, ese personaje al que no queremos ver ni en pintura ya que representa a la perfección la maldad, la avaricia y el deseo de poder. El hermanito de Cristina dará mucho de qué hablar a lo largo de esta temporada ya que su lío amoroso y, todavía secreto, con Patricia, la hermana de su enemigo Alberto, condicionará mucho la relación entre los miembros de la familia Márquez, además del negocio en las galerías.
Velvet volvió anoche de la mejor manera posible. Cada personaje y cada historia particular tienen cabida en la ficción, en la que parece que todos ocupan el mismo rango de importancia. No se habla de personajes principales ni secundarios. Y eso es lo que hace grande a esta serie. Los telespectadores no sólo podremos mordernos las uñas ante un acercamiento esperado entre Ana y Alberto, sino que también podremos sentirnos identificados con la historia de amor y odio de Mateo y Clara, con la nueva vida de una ilusionada Luisa que dejará de hacer luto por su difunto marido, con la pasión y la lujuria de Maximiliano y Blanca donde las sábanas serán sus únicos cómplices y, cómo no, con la complicada, delicada y divertida relación de Rita y Pedro.
El examen de anoche no pudo ir mejor para Antena 3. Su media sigue resistiendo y puede que, en próximos episodios, llegue a una reconocida matrícula de honor. Velvet lo tiene todo a su favor: nuevas tramas que impactarán y sorprenderán al telespectador (la llegada de Isabel, la verdadera madre de Alberto y Patricia) y la evolución de unos personajes que, cada vez, van a más, dando todo de ellos y haciendo disfrutar al público de una década donde el amor y el estilismo estaban a la orden del día.