Molino publica El legado Hawthorne —la segunda parte de Una herencia letal— de Jennifer Lynn Barnes. El mundo de las herencias siempre es peliagudo. Tal vez, incluso, exista la probabilidad de que la realidad supere la ficción. No obstante, en el caso de esta novela, Tobias Tattersall Hawthorne se esmeró en que fuera especialmente complicado el cumplimiento de su testamento.
Avery continúa dentro del juego del patriarca de los Hawthorne. Quedan muchas incógnitas por resolver y otros tantos misterios solo muestran una solución parcial. El intento de asesinato, el pasado de Grayson y Jameson, Libbi y Nash, su abogada… todo esto pesa sobre el presente de nuestra protagonista, quien debe lidiar con lo extraña que es ahora su vida (colegio privado, sacacuartos, deberes asociados con sus nuevas propiedades…), con que el hijo pródigo esté vivo o con la prensa. Su nueva realidad es compleja. No puede confiar en nadie, se aísla tratando de pensar mientras todo le pasa por encima. ¿Qué esconde la última pista de Xander? ¿Hay más secretos en el testamento? ¿Qué hay de los beneficiarios de la herencia? ¿Quién es Avery? Este libro será un viaje hacia el pasado para descubrir cómo esas decisiones afectan al presente.
Jennifer Lynn Barnes continúa escribiendo con el mismo ritmo trepidante de la primera novela: se suceden diversos enigmas encadenados que Avery debe resolver, cada uno de ellos le acerca más a una verdad. La trama, la cual comienza pareciéndose a una matrioshka, termina con una estructura mucho más enrevesada como los Piranesi architetto (esos laberintos enrevesados propuestos por Piranesi). Además del misterio, el romance continúa. Si en el primer libro, El triángulo Gray-Jaime-Avery parece un poco descafeinado —pues no termina de despegar: ella parece encontrarse en un punto en el que medio le interesa, medio está abrumada con todo lo que ocurre—, en este se muestra de una manera más relevante e interesante.
El legado Hawthorne propone una lectura enigmática, en la que los silencios de los personajes son un elemento más del pacto lector; de este modo, al propio receptor del texto se le invita a elucubrar sobre los descubrimientos de Avery y compañía. El ritmo se apresura hacia el final para proponer un cierre de trama que no es tal (o a mí no me lo parece, pues en febrero se publica el tercer libro). Este libro de Jennifer Lynn Barnes me ha resultado tan adictivo como el primero. La narración se limita al punto de vista de la protagonista, lo que conocemos se encuentra sesgado, es decir, lo que no sabemos nos deja al margen. Esto crea emoción. Mi sensación final: necesito el siguiente porque me ha sabido a poco.