La evolución de la sociedad ha hecho que poco a poco estén desapareciendo eslóganes como “Pon a punto la casa mientras bajas de peso”. Sin embargo, no tenemos más que encender la televisión o abrir un periódico para ver la gran cantidad de contenidos sexistas que sigue habiendo hoy en día en publicidad. Así, hace poco Mercedez Benz anunciaba su último deportivo con el eslogan “Men talk about women, sports and cars. Women talk about men inside sports cars”.
¿Nunca os habéis preguntado por qué cuando se acerca el día de la madre aparecen propuestas para regalar el nuevo modelo de Thermomix o una máquina que hace los gofres más exquisitos del mundo? Si nos fijamos bien, en el día del padre estos productos no aparecen en los catálogos de ninguna tienda. En su lugar encontramos la televisión de plasma con pantalla plana y definición HD, el nuevo iPad mini de 32 GB y una selección de los mejores vinos en oferta. ¿Qué ocurre entonces? ¿Acaso los hombres no cocinan?, ¿a las mujeres no les gusta la tecnología?, ¿las mujeres no beben vino?
Quizá este tipo de publicidad sea la evolución – aunque de evolución tiene poco – de los anuncios de juguetes de navidad. Al llegar noviembre empiezan a bombardearnos con anuncios de niñas que juegan con la Barbie bailarina, que hacen deliciosos pasteles en la cocinita de Tarta de fresa, que peinan al clásico busto de muñeca, etc. Por el contrario, los anuncios masculinos son protagonizados por niños que le piden a su madre el set de herramientas de Mani Manitas o que juegan al FIFA. ¿Acaso los niños no pueden jugar con muñecas?, ¿ninguno sueña con ser peluquero?, ¿las chicas no juegan al FIFA?
Todos ellos son ejemplos de lo que se ha denominado “micromachismos”. El termino micromachismo fue acuñado en 1991 por el psicoterapeuta Luis Bonino Méndez, quien lo define como “la práctica de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana”. Comprende un amplio abanico de maniobras interpersonales y se señala como “la base y caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género o violencia machista: maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico”. Se trata además de “prácticas legitimadas por el entorno social, en contraste con otras formas de violencia machista denunciadas y condenadas habitualmente.” Por tanto, los micromachismos no son micro por pequeños o poco importantes, sino por cotidianos, por normalizados y naturalizados, por muchas veces justificados y legitimados.
Cuántas veces habremos visto anuncios de yogures que favorecen el tránsito intestinal en los que varias mujeres hablan sobre lo mal que van al baño. ¿Y bien? ¿No existen los hombres estreñidos? O el típico monovolumen en el que el hombre conduce, su mujer va de copiloto y los niños en la parte trasera – suponiendo que se trate de un coche familiar, ya que en el caso de ser un descapotable las mujeres brillan por su ausencia –. Tampoco podemos olvidar a la mujer perfecta que cocina un arroz delicioso para que cuando su marido llegue a casa no tenga más que quitarse los zapatos y disfrutar de la comida.
La publicidad, y en general los medios de comunicación, están llenos de micromachismos. Con el paso del tiempo, los roles de género en este ámbito han ido evolucionando, pero todavía queda mucho por cambiar.
Imágenes: Estrella Damm, Media Markt