Los entusiastas de la música rock están de enhorabuena: la editorial Lunwerg ha publicado la obra de Susana Monteagudo (con ilustraciones de Marta Colomer-Tutticonfetti) It’s only Rock and Roll: Una historia del rock ilustrada (abril-mayo de 2018).
La obra, que parece hacer en su título un guiño a It is not only Rock’n Roll baby! (2010, Books On The Move Actar) de Jérôme Sans, se suma a otras como la Historia del Rock (2016, Siruela) de Jordi Sierra i Fabra ilustrada por Xavier Bartomeus o Rock Covers (2014) y Extraordinary Records/Discos extraordinarios (2018) de Taschen, donde se hace un repaso por algunos de los discos más representativos del estilo a través de sus cubiertas.
Lo que encontramos aquí es, no obstante, un libro bellamente ilustrado con dibujos, no con fotografías. Las imágenes —sobre los artistas, sus discos o sus discográficas— acompañan una historia del género desde sus orígenes en el blues, folk y country hasta nuestros días, mediante un repaso por las figuras más significativas desde Elvis Presley (y anteriores) a Amy Winehouse (y posteriores).
Lógicamente, resumir setenta años de historia del rock es un esfuerzo grande: necesariamente se precisa la síntesis, pues es imposible decir todo sobre los Rolling Stones en dos páginas o sobre los Beatles en cuatro —el grupo al que más espacio se le dedica en el libro; para Brian Eno solo se le dedica un párrafo—, pero, bajo un orden cronológico, cada doble página del libro da unas breves indicaciones sobre la evolución del género, sus etapas y los grupos que fueron determinantes en cada momento. También se inserta un apartado donde se sugieren, con acierto, algunas canciones recomendadas, que permitirán recordar, redescubrir o conocer los temas más característicos de cada época (pero la opción de escucharlos habrá de buscarla cada uno: o bien localizarlos en tu propia discografía, o en alguna de las plataformas musicales de pago o de internet; desgraciadamente, las tiendas de música son cada vez más escasas).
Una obra como esta es muy característica de nuestros días: con sus textos breves sobre cada artista, invita a la lectura en pequeñas dosis e incita a la curiosidad. Este es otro de los aciertos del libro, pues a través de él podremos descubrir grupos. Para ello conecta artistas recientes con otros anteriores de un determinado momento histórico que fueron tomados como referencia: por ejemplo, Blondie como inspiración para la cantante femenina de Garbage, el punk gótico de The Cure para los Crystal Castles (escúchese su tema «Not In Love ft. Robert Smith of The Cure«), o los cantautores Tom Waits y Nick Cave como influencia para los Tindersticks (a este respecto, se echa en falta un índice final donde se incluyan todos esos nombres propios citados en el libro).
Otra cuestión son las fronteras entre géneros: ¿dónde están? No quedan claras. Es cierto que en la música las influencias y fusiones entre unos estilos y otros son difusos y que recorrer la historia del rock es recorrer la historia de la música de la segunda mitad del siglo XX, pero, al seguirse el orden cronológico en el libro, podemos encontrarnos a James Brown (funk) y a Bob Marley (reggae) uno a continuación de otro (pp. 56-60), a Kraftwerk y su música electrónica como parte de la experimentación krautrock (p. 113) y hasta el trip hop en la parte final del libro (p. 164). La pregunta entonces es: ¿cabe todo en el rock?
La evolución de la música, más allá de los estilos, se ve condicionada por el desarrollo técnico: amplificadores, pedales, nuevos métodos de grabación en estudio, etc. Esto incluye también aspectos comerciales, como el desarrollo de las discográficas —Sun Records, Motown, Mercury, King Records…— que aquí también se tratan, brevemente, pero de forma adecuada.
A este respecto sería interesante saber qué bibliografía ha empleado la autora. Susana Monteagudo fue colaboradora habitual de Mondo Sonoro, pero el libro no incluye bibliografía y no quedan claras las obras que ha podido emplear. Esto es importante porque permitiría entender por qué el panorama se ajusta tanto a una perspectiva anglosajona y no incluye, en la práctica, nada sobre el rock español. ¿Quizá esa bibliografía haya sido omitida para darle un carácter divulgador y menos enciclopédico?
En todo caso, haber escrito de forma sintética una historia del rock tiene mucho mérito, y haberla publicado en una edición tan atractiva y cuidada honra a la autora e ilustradora y a la editorial. Nada es perfecto, ciertamente, pero yo, al menos, guardaré con cuidado esta obra y la consultaré en los ratos que me permitan disfrutar de mis dos pasiones, la música y la lectura.