James, nos vemos en Madison, quedamos en el aeropuerto.
No había suficiente espacio en la avioneta en la que viajaban los demás, así que James Alexander, bajista de los Bar-Keys, el grupo de músicos que acompañaba a Otis Redding en sus actuaciones, cogió otro avión. Cuando llegó a su destino esperó y esperó. El tiempo pasa despacio en la cafetería del aeropuerto; un sorbo al café, una ojeada a un artículo de un periódico como manera de matar el tiempo, sin atención verdadera, la vista va de las fotos al texto y del texto a las fotos; otro giro de muñeca, no es posible que solo hayan pasado cinco minutos desde la última vez.
La megafonía del aeropuerto reclama a James Alexander con urgencia. Señorita, soy James Alexander, qué sucede. La avioneta en la que viaja el resto del grupo se ha estrellado en el lago Monona, a pocos minutos del aeropuerto. Este lago bordea la ciudad de Madison, capital del estado de Wisconsin, uno de los estados que bañan los grandes lagos de los Estados Unidos de América.
Las autoridades judiciales requieren la presencia de James para identificar los cadáveres de sus compañeros. Del malestar por haberse quedado fuera del avión donde iban los demás, el avión oficial del grupo en el que figuraba el nombre de Otis Redding en los laterales del fuselaje, ha pasado a la alegría. Si hubiera ido en ese avión tal vez otro hubiera tenido que identificar su cadáver. Cómo cambia la vida en un instante.
En el interior de la avioneta todo era alegría y proyectos de futuro. Las conversaciones giraban en torno a la última canción que habían empezado a grabar en el estudio de Stax Records en Memphis, Tennessee, hacía tan solo dos días. Este estudio se ubicó en uno de los estados sureños de los Estados Unidos, aparentemente en contra de toda lógica. ¿En qué lugar de este país podría haber menos interés e inquietud por la música negra que en el sur, hogar de los sombreros de cowboy, el Ku-Klux-Klan y el country? Como recuerda el fallecido Charlie Gillett en su Historia del Rock, durante los primeros años sesenta la mayoría de los discos de lo que posteriormente se conocería como soul se grababan en el norte: Nueva York, Philadelphia, Cincinatti, Chicago y Detroit. Sin embargo, como la mayor parte de los cantantes que interpretaban este estilo procedían del sudeste (Ray Charles, Little Richard, Wilson Pickett, James Brown o el propio Otis Redding), algún avispado ejecutivo tuvo la brillante idea de acercar los estudios de grabación a la fuente del talento.
En los estudios de Stax Records fue donde se grabaron, tres días antes del fatídico accidente de avión, las primeras tomas del que sería el primer número 1 en la carrera de Otis Redding. (Sittin’ on the) Dock of the bay era el título del mismo. Faltaba por grabar la última estrofa, que aún no estaba terminada. Por eso en esta primera grabación que registraron en el estudio Otis silba en la parte final.
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El silbido era algo habitual en la manera de componer de Otis Redding. La melodía nacía en su cabeza y la letra surgía después; en esta ocasión, tal y como dice la letra, la escribió mientras estaba sentado en el muelle de la bahía, viendo los barcos pasar. Otis acostumbraba a silbar sus canciones durante las sesiones de grabación a los miembros de su grupo, los Bar-Keys, músicos de estudio que terminarían convirtiéndose en sus músicos de acompañamiento.
(Sittin’ on the) Dock of the bay mantuvo el silbido, nunca se sustituyó. No fue posible. James Alexander identificó el cadáver de Otis Redding entre los que se rescataron del lago. Se convirtió en un éxito póstumo.
La madrugada del 9 al 10 de diciembre en Madison el frío era intenso. Las aguas del lago Monona estaban congeladas, algo muy habitual en esta zona, de inviernos duros y largos, con abundancia de lluvias y nieve. El de 1967 no fue un invierno especialmente prolijo en nieve; de hecho, fue el año que menos grandes nevadas se registraron desde que el servicio de meteorología del aeropuerto de Madison recoge datos y, sin embargo, resultó ser uno de los inviernos más fríos de toda la década. La lluvia, que también caía esa noche, mantenía a las personas junto a las chimeneas de sus hogares frente al televisor.
Upbeat era un programa de televisión que se emitía desde Cleveland a través de una emisora asociada a la ABC. Era un programa musical presentado por el canadiense Don Webster. El 9 de diciembre de 1967 Otis Redding y los Bar-Keys actuaron en el programa, interpretando Respect, un tema compuesto por el propio Redding y que Aretha Franklin elevaría tiempo después a la categoría de mito. Upbeat pasó a la historia por ser la última vez que Otis Redding actuó en televisión.
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Tras la actuación en el programa, Otis y su banda se dirigieron a uno de los locales de moda en Cleveland, Leo’s Casino, un lugar que desde su reapertura en 1962 (el edificio anterior se quemó), se había convertido en referencia para los intérpretes y amantes del R&B. Desde entonces y a lo largo de diez años el escenario de este local acogió las actuaciones de artistas como Dizzy Gillespie, Jackie Wilson, Smokey Robinson, Ray Charles, Marvin Gaye, Four Tops o The Temptations. También en este local cómicos como Flip Wilson o Richard Pryor debutaron en escena.
Con capacidad para 700 personas Leo’s Casino se convirtió en “el club nocturno racialmente más integrado de América”, en palabras de Dick Gregory, cómico y activista por los derechos sociales de la población afroamericana. El compromiso social, sin embargo, no estaba dentro de las prioridades de los fundadores del club, Leo Frank y Jules Berger; el propio Leo reconocía que su única pretensión con el club era la de ganar dinero.
Cleveland, ciudad con una importante población afroamericana, vivió en julio de 1966 unos días de disturbios originados por la discriminación racial, disturbios similares a los que se reproducían en otras ciudades de Estados Unidos, en una década muy convulsa por las reivindicaciones sociales de todo tipo. A pocos metros de una de las calles donde más crudos eran los enfrentamientos, un grupo de personas, blancas y negras, guardaban la cola para acceder al local de Leo, donde esa noche actuaban The Supremes.
Al año siguiente Otis Redding retomaba en este local su carrera sobre los escenarios, después de un parón de tres meses forzado por la recuperación de una operación de pólipos en sus cuerdas vocales. La actuación, como casi siempre, como en su reciente gira por Europa de inicios de 1967, en la que influyó con su estilo a los propios Rolling Stones, fue un éxito. Can’t turn you loose solía ser el tema elegido por Otis Redding para iniciar sus actuaciones. Esta canción, compuesta por el propio Redding, se incluyó como cara B en el single Just one more day, de 1965.
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Actualmente, el lugar que ocupaba Leo’s Casino lo ha llenado un supermercado. En lo que hoy es el aparcamiento, Otis Redding y sus músicos decidieron que volarían al día siguiente a Madison, donde tenían prevista otra actuación. Desoyeron los consejos de quienes les sugirieron posponer el vuelo unas horas, tal vez un par de días. Las condiciones climatológicas no eran las más idóneas para volar. La noche era ventosa, húmeda y fría. La pista del aeropuerto de destino probablemente estaría congelada y, con el invierno tan duro que se estaba viviendo, la situación no mejoraría en las próximas horas. ¿Por qué correr riesgos? La lealtad a sus seguidores pudo más; Otis Redding nunca canceló un concierto en toda su carrera. Se atuvieron al plan inicial: volarían la mañana del 10 de diciembre.
El día siguiente amaneció gris, frío y lluvioso. Como la avioneta oficial del grupo solo tenía espacio para siete pasajeros, a James Alexander le tocó viajar en otro avión. Los demás se acomodaron en los asientos, unos hablando del nuevo disco que estaban grabando, otros intentando robarle unas horas de sueño al cansancio que forma parte del organismo del músico cuando está de gira.
El motor de la avioneta no respondió cuando el piloto lo intentó poner en marcha. Clac-clac-clac, la batería estaba completamente agotada, afectada por el intenso frío nocturno. Con la ayuda de los mecánicos del aeropuerto se subsanó la avería y el motor, finalmente, arrancó. Ya estaban listos para recorrer los casi 800 kilómetros que separan Cleveland de Madison.
La primera aproximación al aeropuerto de destino para aterrizar fue fallida; la avioneta volaba demasiado alto, quizás por culpa del viento. El piloto maniobró para efectuar un nuevo intento. Ben Cauley, trompetista de los Bar-Keys, se despertó con el movimiento. El viento constante, la inestabilidad provocada por el hielo que se había formado por la acumulación de lluvia y las bajas temperaturas en las alas de la avioneta y la brusquedad de la maniobra, le espabilaron casi al instante.
Miró por la ventanilla. Parecía que volaban demasiado bajo. Las conversaciones se habían interrumpido. Las manos se aferraban a los reposabrazos de los asientos, los nudillos blancos por la tensión, las mandíbulas apretadas, los pies firmes en el suelo, haciendo fuerza hacia abajo. El único ruido que se escuchaba en el interior de la avioneta era el del motor, luchando contra los elementos, intentando elevar el morro para evitar el choque.
No pudo ser. Tal vez la batería que falló en el arranque provocó un fallo eléctrico; quizás el hielo acumulado en las alas y una racha de viento imprevista terminaron de desequilibrar el aparato. La avioneta impactó contra la superficie congelada del lago Monona. Ben logró desabrocharse el cinturón de seguridad que lo sujetaba al asiento y que ahora le arrastraba al fondo del lago, hacia una muerte segura. La avioneta se había partido en dos con el golpe y el agua helada inundaba el interior. En cuestión de segundos se hundirían por completo.
Ben consiguió salir y, aferrado a una de las maletas, se mantuvo a flote. Gracias a que un testigo avisó del accidente a la policía local y que enviaron inmediatamente una patrulla fluvial al lugar del percance, que llegó en menos de quince minutos, Ben Cauley sobrevivió a la hipotermia. En esas condiciones el cuerpo humano no sobrevive más de 20 minutos. Cuando llegó a la orilla le castañeteaban tanto los dientes que la máscara para respirar oxígeno que le habían colocado se le caía constantemente. Ben fue el único superviviente. El resto de los ocupantes de la avioneta, el piloto, los otros Bar-Keys y Otis Redding, fallecieron en el accidente.
Cuando al día siguiente las autoridades rescataron los cuerpos, estos se encontraban todavía con los cinturones de seguridad abrochados. Ben Cauley no pudo ayudar a ninguno de sus compañeros; no sabía nadar.
Juan de Pablos, director y presentador del programa Flor de pasión, que actualmente se emite en Radio-3, se refiere a Otis Redding como el “indiscutible rey del soul”. Si su carrera musical no se hubiera visto truncada por este accidente, “hubiera sido el mejor artista negro de todos los tiempos, por delante de Sam Cooke o Michael Jackson”, añade.
Otis Redding nació el 9 de septiembre de 1941. Hoy hubiera cumplido 73 años. Su legado musical sigue intacto.
Larga vida al rey del soul.
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Las imágenes que acompañan este reportaje proceden de aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.