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Pedro Salinas, Jorge Guillén y León Sánchez Cuesta, el librero de la Generación del 27

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Leer la correspondencia personal de alguien siempre tiene algo de vouyeur, incluso cuando los autores de la misma son personalidades literarias de la talla de Pedro Salinas o Jorge Guillén, dos de los poetas más importantes del siglo XX español, pertenecientes ambos a la célebre Generación del 27. Pero sus cartas son mucho más que una ventana a sus vidas, ya que, en este caso, la Residencia de Estudiantes publica los epistolarios de ambos poetas con León Sánchez Cuesta, célebre librero madrileño, considerado el librero de la Generación del 27.

El libro, Pedro Salinas/Jorge Guillén. Epistolario. Correspondencia con León Sánchez Cuesta, 1925-1974, ofrece, en primer lugar, la correspondencia del librero con el poeta del amor, que consta de 100 cartas escritas entre 1925 y 1951, fecha de la muerte de Salinas; y, a continuación, las 192 cartas que forman el epistolario entre Sánchez Cuesta y el poeta del optimismo, y que llegan hasta 1974, aunque se le añada la nota de condolencia que la familia del librero manda a la viuda del poeta en 1984.

Las cartas resultan de interés desde muchos puntos de vista. Por un lado porque dejan constancia, en los pedidos realizados a la librería, de las lecturas de ambos autores o de los libros que pedían para sus respectivas universidades. Por otro, porque dan cuenta de la historia de un país y de un siglo, ya que los dos epistolarios se ven afectados por la Guerra Civil y por el exilio tanto de Salinas como de Guillén, y su relación con la España del interior, donde se encontraba Sánchez Cuesta. En las cartas de Salinas, por ejemplo, puede verse muy bien lo que era el exilio republicano en Estados Unidos, las relaciones que había entre ellos, y cómo mandaban noticias de unos y otros a los amigos que estaban en España.

Otro punto de interés es conocer su propia historia personal, su relación de amistad que va creciendo y afianzándose con los años, incluso cuando les separa un océano o unas ideologías. Sánchez Cuesta terminaría por ser cuñado de Salinas al casarse con una hermana de la mujer del poeta, Margarita Bonmatí, hecho que marca el tono más personal de las cartas, sobre todo a partir de 1939. También la gran amistad que unía a Guillén con Salinas hará que los epistolarios dialoguen entre sí, haciendo referencia el uno al otro en sus cartas con el librero.

Hay temas de interés concreto y personal en sendos epistolarios, como, por ejemplo, la polémica entre Guillén y Juan Ramón Jiménez que causó el fin de su amistad y en la que Sánchez Cuesta jugó un papel decisivo como intermediador. O las negociaciones editoriales para publicar las obras de Salinas dentro de la España franquista, de las que también era el librero, como apoderado del poeta, quien hacía muchas de las gestiones.

La relevancia del volumen podría comentarse extensamente, pero basta ojear el estudio llevado a cabo por Juana María González, quien se ha encargado de la edición de estas cartas, para darse cuenta de su valor. Este trabajo es fruto de su tesis doctoral, en la que recuperó y reconstruyó ese intercambio epistolar, gracias a las investigaciones llevadas a cabo en distintos archivos. Las anotaciones a las cartas, además, guían al lector a comprender en gran medida los contextos en los que fueron escritas o las alusiones a terceros.

Esta publicación, una más en la colección de epistolarios que publica la Residencia de Estudiantes, puede interesar, sin duda, tanto a historiadores de la literatura contemporánea como a lectores curiosos que quieran conocer los entresijos de las relaciones personales y, a la vez, comerciales, de dos grandes figuras de la Generación del 27, así como conocer más sobre otra que, hasta la fecha, ha pasado más desapercibida por tratarse de un librero, aunque resultaba un amigo de confianza para muchos de los autores de la época.

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