A nuestra querida Obregón le han arrebatado el glamour de sus encantos bajo el sol con unas instantáneas nada favorecedoras. Los celadores no son unos apolíneos modelos ni se ha encontrado el mejor perfil de su presa, una loba desangrada con la lengua fuera. Quizás a la loba, como último deseo, le permitieron que sacara su extenuado aliento para mirar fijamente a cámara. El flash inmortalizó el momento más cruel para un ser vivo, arrebatarle a otro su vida. Los bobalicones que comparten escenario junto a la reina del bosque, alzaron con orgullo su trofeo con su uniforme de celadores de la Junta de Castilla y León, sus poderosos rifles y sus fieles y sarnosos compañeros.
A la loba no se le pasó por la cabeza que ese día, su destrozado rostro protagonizaría muchos mensajes en la red. Ella no se inmiscuía en el camino de los humanos ni ellos en el suyo, ese era el trato. Ella lo respetaba porque andaba desde hacía días anhelante de buscar una familia y tenía esperanzas de encontrar un buen mozo para ello. Con sus mejores galas, dio su paseo matutino, se dio el lujo de reposar unos instantes sobre una piedra pero un ruido despertó sus sentidos. Escuchó pisadas detrás suya y de repente ¡pun! Sus deseos de desvanecían mientras observaba cómo su hermoso pelaje se tiznaba de un horripilante bermellón.
Terminaremos exterminando especie por especie hasta que sólo quede en la faz de la Tierra el ser que se orgullece de mancharse las manos y arrebatar existencias. Cuando la cámara fotográfica hizo clic aquel día, los celadores mostraban al mundo la grandiosidad de sus hazañas como el Hércules que se atrevía con la gigante Hidra. Pero las vasijas y jarrones que relataban aquellas grandes leyendas, hoy son instantáneas que circulan en redes sociales. El posado que realizaron jactándose de su víctima, tendrá más repercusión que los me gustas en Facebook.
Fotografías cedidas por Ecologistas en Acción