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«Ruta Tannenbaum», el horror somos todos

Estamos ante una novela extraordinaria, cruda y contundente, en la que su autor, Miljenko Jergovic, no deja títere con cabeza en su afán por contar de manera realista el período más oscuro de la historia.

rutEsta es una novela y un autor de esos que te alegras infinitamente de haber descubierto. Editado por Siruela, Ruta Tannenbaum es un libro que hace que personalmente me reconcilie con los libros de ambientación histórica que tanto éxito tienen y tanto detesto. Estamos muy lejos de novelas tipo La ladrona de libros, por poner un ejemplo, y lo estamos gracias a la honestidad y buen hacer literario de Miljenko Jergovic que decide contar su historia, la de Ruta Tannenbaum, alter ego de Lea Deutsch, de la manera más realista posible. Lo que significa alejarse de sentimentalismos subrayados y las acostumbradas divinizaciones de las víctimas y demonizaciones de los verdugos. Realismo brutal para narrar los hechos y el contexto de la época así como para hacer llegar la contundencia de su mensaje, pero la excelente y sarcástica prosa de Jergovic está cargada de un lirismo sucio que roza a menudo lo poético y lo onírico.

Ruta Tannenbaum es como digo una historia inspirada en el caso real de Lea Deutsch, una niña prodigio judía apodada la Shirley Temple croata que a los dieciséis años y en plena prometedora carrera teatral fue deportada y asesinada en Auschwitz. Por lo visto Jergovic quiso narrar la tragedia de esta joven y de su familia pero al intentar recabar datos se encontró con el más terrible de los olvidos y silencios. Ante este hecho decidió fabular y crear a Ruta Tannenbaum como homenaje a Lea Deutsch. Pero no sólo se cuenta en el libro la historia de Ruta, también la de sus padres, su abuelo, sus vecinos, y una enorme variedad de personajes, muchos reales, que van conformando una radiografía descarnada de la sociedad croata en particular y yugoslava en general. Es aquí donde Jergovic no deja títere con cabeza describiendo con sarcasmo y humor negro, pero también de manera vehementemente crítica, la mezquindad y ruindad de ese país fantasma. El autor ha recibido muchas críticas por la visión que ofrece de sus compatriotas, visión que por otro lado, y pese a la idiosincrasia balcánica, se podría extender a cualquier lugar del mundo.

Miljenko Jergovic retrata a unas gentes hipócritas y ruines, enfrentadas por la religión, la nacionalidad y el estatus social. Ninguno de sus personajes es cómodo o simpático, no existen héroes en las páginas de Ruta Tannenbaum, y de hecho la primera que es todo lo contrario a una heroína es su protagonista, una niña insolente, maliciosa y malcriada. De esta manera el autor pone de manifiesto un hecho que no por duro deja de ser terriblemente cierto: las víctimas del horror nazi no fueron sólo buenas personas; fueron tantas que hubo de todo, gente maravillosa y gente taimada, al igual que los nazis o miembros de la Ustacha no eran unos demonios aparecidos de Marte -lo que no significa que el Holocausto fuera menos detestable y cruel-. Por otro lado Jergovic también alude a las responsabilidades colectivas de todos en el auge del régimen de Hitler, permitido, auspiciado y hasta celebrado por los mismos que después festejaron la derrota de los alemanes y corrieron a ponerse delante en la foto con las medallas. Duele comprobar, como siempre que hablamos de historia, que el pueblo balcánico no pareció aprender nada repitiendo similares monstruosidades cincuenta años después.

En definitiva Ruta Tannenbaum es un libro absolutamente maravilloso, escrito en un alarde de brillante prosa narrativa y de estilo descomunal. Una lectura que se me antoja más que recomendable, indispensable.

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