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Un referéndum pone en jaque las relaciones entre la UE y Suiza

Los suizos apoyan un referéndum que limita la entrada de trabajadores extranjeros a suiza y va contra la libre circulación que se aprobó en 2000. En resultado es visto con preocupación por los dirigentes europeos y obliga a reconsiderar los acuerdos que la Unión Europea tiene con suiza en ámbitos migratorios, económicos y políticos.

Elección, votación en urna. Extraído de Wikipedia. Creative CommonsUn partido de extrema derecha y una propuesta contraria a la apertura de fronteras. Pero la última palabra la tuvo el pueblo suizo. El pasado 9 de febrero el 50,4% de los suizos dijo sí a la iniciativa de la Unión Democrática de Centro (UDC). De esta forma, y bajo el nombre ‘Contra la inmigración en masa’ se limita la entrada de ciudadanos comunitarios en el mercado laboral suizo. Para ello, se establecen un número reducido de permisos de trabajo que deben renovarse cada tres años. De esta forma, los ciudadanos de la UE son puestos en la misma balanza que los no comunitarios. Y además, se remarca la preferencia por el trabajador nacional frente al extranjero.

El resultado de este referéndum contrasta con el de los otros tres que se han realizado en el país en materia de política migratoria. El primero de ellos en 2000. En él la cuestión puesta a votación era la libre circulación de personas con la UE. La mayoría dijo “sí”. Lo mismo ocurrió en 2005, extendiendo ese derecho a las nuevas adhesiones; y cuatro años después. En 2009, la mayoría estuvo de acuerdo en dar el mismo trato a rumanos y búlgaros.

UDC es conocido, entre otras cosas, por sus ideas xenófobas y por la adopción de posturas ultraconservadoras. Tras la convocación del referéndum, el partido inició una fuerte lucha a favor. Así, afirmó que cada vez más europeos en paro se benefician de la asistencia social suiza. Incluso, aunque sólo hayan trabajado un día en el país. A esto añadió otra idea: la mayoría de los inmigrantes alcanzan esta situación de forma intencionada. Una situación que desde el partido se ha llamado “turismo social”, pero que, sin embargo, ha sido desmentida.

Los servicios sociales de algunas de las ciudades suizas más importantes con una alta concentración de inmigrantes aseguran que los casos de abuso son marginales. A esta opinión se une la de los medios políticos y económicos contrarios a la iniciativa aprobada. Estas voces resaltan que “sin inmigrantes el sistema de pensiones sería deficitario desde 1992”. Así lo recoge el diario 20 Minutos quien hace lo propio con la declaración de la Secretaría de Estado para la Economía de Suiza. Según sus palabras, ha sido la inmigración europea la que ha permitido “reducir el ritmo de envejecimiento de la población”.

Toni Brunner, dirigente de UDC. Wikimedia Creative CommonsAnte el apoyo de esta iniciativa mostrado hace dos semanas, la posición de los dirigentes europeos y de la Comisión Europea ha sido firme. Todos señalan que la decisión debe ser “respetada”, pero advierten que plantea “importantes problemas”. Principalmente, porque va en contra del Acuerdo de Schengen vigente desde 2002. En este se pactaba la libre circulación entre la UE y el país alpino, que en palabras del ministro de Exteriores belga, Didier Raynders, es “un principio fundamental”. Raynders, añadió que la gestión de los problemas causados por los flujos migratorios es posible “dentro de las reglas europeas”. Su homónimo luxemburgués, Jean Asselborn, añadió que esta decisión “tendrá consecuencias”. “No se puede liquidar la libre circulación, no se puede por una parte tener un acceso privilegiado al mercado interno de la UE y por la otra diluir la libertad de circulación”, aseguró.

Para los analistas la renegociación de los diferentes acuerdos que regulan las relaciones entre la UE y Suiza es “inevitable”. Los funcionarios europeos están de acuerdo. “Hay una cláusula que dice que si uno de los elementos se cuestiona, en concreto aquí el de la libre circulación de trabajadores, todo cae. Eso quiere decir que habrá que renegociar», señaló Laurent Fabius, ministro de Exteriores francés. A la espera de la respuesta final de Bruselas, todos coinciden. La perspectiva es “preocupante”.

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