El foro regional celebrado del 9 al 11 de abril en Panamá logró congregar por primera vez a todos los países americanos sin excepción. Desde sus inicios en 1995, Cuba nunca había participado en ninguna de estas cumbres por lo que el encuentro entre su presidente Raúl Castro y el estadounidense Barak Obama ha supuesto un acercamiento insólito repleto de buenos propósitos.
Esta reconciliación entre Cuba y EEUU se remonta a diciembre de 2014 cuando se inició el restablecimiento de las relaciones diplomáticas obviando las animadversiones derivadas de la Guerra Fría y equilibrando así la balanza geopolítica de la región. Cuba ha conseguido debilitar el bloqueo económico estadounidense que durante tantas décadas les ha oprimido. Raúl Castro ha avanzado cuidadosamente hacia la apertura económica para acabar con el colapso imperante en el país sin llegar a las libertades públicas que la ideología de su hermano siempre ha rechazado. Se han ampliado el número de vuelos desde diferentes ciudades y numerosas compañías estadounidenses ya están operando en la isla.
Ambos presidentes declararon su intención de olvidar las tensiones del pasado para lograr un verdadero entendimiento. El presidente cubano declaró: «Pido disculpas al presidente Obama y a otros por expresarme así, yo mismo le dije que la pasión se me sale por los poros cuando de la revolución se trata. Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna responsabilidad en nada de esto, como los diez anteriores. Todos tienen deudas con nosotros menos el presidente Obama«.
A través de los diversos coloquios de expertos sobre los procesos regionales y la normalización de las relaciones entre ambos países se han alcanzando productivos diálogos y propuestas de cooperación. El Foro de Jóvenes y el Foro de los Rectores prosperaron también con nuevas alternativas en las áreas de capacitación y educación superior. Sin embargo, el desacuerdo lo representó la Cumbre Social de los Pueblos, integrada por movimientos sociales, que denunciaron el constante abuso de los Estados Unidos en la zona arguyendo elocuencias pasadas.
Aunque la aproximación es evidente, Cuba no olvida su relación con Venezuela que siempre ha supuesto su principal apoyo especialmente en el abastecimiento de petróleo. Este acercamiento inaudito junto con la devaluación del crudo y la situación de la oposición venezolana ha suavizado también la postura de Nicolás Maduro para empezar a dialogar con Obama. A pesar de que la Alianza Bolivariana de Chávez sigue uniendo a los principales países de la izquierda latinoamericana (Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela) en contra del imperialismo estadounidense, no han podido evitar estrechar relaciones con Obama cautivados por las enormes ventajas económicas que supone. Además, Estados Unidos concentrado en la lucha contra el terrorismo islámico declaró que en ningún caso intervendría en sus políticas como lo hizo la CIA durante las dictaduras ultraconservadoras del siglo XX.
Obama trata de renovar sus relaciones con estos países latinoamericanos que agrupan algunos de los mercados más potenciales del momento y para ello prefiere mostrarse como un socio honesto en lugar de un intruso. Unos pactos innovadores aunque inciertos, al igual que el acuerdo nuclear con Teherán alcanzado recientemente. La amistad entre Cuba e Irán con el régimen soviético siempre había imposibilitado este tipo de relaciones diplomáticas.
En definitiva, a pesar de los buenos propósitos en la solución de conflictos como el narcotráfico, la cooperación para el desarrollo o la emigración será necesario esperar a la próxima cumbre para precisar los resultados obtenidos y la solución a otros problemas como la salida de Bolivia al mar o el pleito entre Costa Rica y Nicaragua por el canal del río San Juan.