Afortunadamente para los ateos principiantes cada vez son más, aunque no tantos como me gustaría, los libros en español que niegan la existencia de deidades, por no hablar de internet. Uno de ellos es ¡No, por Dios! (Ateísmo para principiantes), editado por Cazador de Ratas y escrito por el periodista Mauricio-José Schwarz, que lleva años dedicado a una encomiable labor de difusión del pensamiento crítico y el escepticismo en el imprescindible blog El retorno de los charlatanes, entre otros, además de en las redes sociales.
El libro está dividido en cinco partes: Dios, Religión, Moral, Sexo, vida y muerte y No creer. Schwarz repasa algunos de los argumentos ateístas y refuta los argumentos propios de creyentes más comunes, centrándose principalmente en el cristianismo, el islam y el judaísmo, pero no únicamente en ellas: el budismo y sus dioses (que los tiene, por más que el buenismo occidental enamorado de lo lejano piense que no), la muy dañina religión new age, la teosofía de la estafadora Blavatsky y su locura heredera la antroposofía de Rudolf Steiner y sus brazos, las escuelas Waldorf y y el banco Triodos, también reciben su correspondiente repaso, no por breve menos contundente.
No hay prácticamente ningún aspecto de la vida en el que las religiones no quieran meter mano, desde el nacimiento hasta la muerte, y no lo hacen para aplicar su forma de ver las cosas a los suyos. Pretenden imponer su forma de vida al resto de la sociedad. Así, resulta chocante leer a muchos líderes religiosos católicos o protestantes diciendo que Occidente es como es debido a los valores cristianos. Esto es falso, como muy bien señala Mauricio-José Schwarz, pues esos valores a los que se refieren son en realidad los valores de la Ilustración. Los Derechos Humanos no tienen su origen en religión alguna, es más, existen muy a pesar de las religiones. En cambio, la homofobia, la misoginia y la oposición a la razón sí pueden presumir de tener raíces en varias religiones, budismo incluido. Esta toma de posición es muy importante en todo el libro y sobrevuela sus páginas.
En mi juventud cada vez más lejana, este repaso a las múltiples falacias religiosas -en especial las católicas que tanta y tan nefasta influencia han tenido en España- me habría sido muy útil. Aunque hoy parece fácil, recuerdo que cuando cursaba EGB plantear tus dudas sobre la existencia de Dios suponía entrar de lleno en el grupo de los raritos. Uno podía ser no practicante y pasar del tema, pero tomar partido así te ponía en el punto de mira. Si bien, poco antes de la adolescencia, tuve claro que no creía en Dios, en aquellos entonces habría agradecido que alguien o algo (un libro) me hubieran ayudado a refutar los argumentos religiosos que constantemente escuchaba a mi alrededor a favor de la existencia del dios católico. Con los años, he podido enfrentarme a ellos, en ocasiones con notoria vehemencia, pero con aquella edad era complicado. Si tienes dudas sobre ateísmo, posiblemente este libro te sirva de ayuda. Su lectura es amena, está bien escrito, es lúcido y necesario, aunque no compartas al cien por cien sus razonamientos. Ante todo, queda claro, como señala Mauricio al principio del libro, que ser ateo es bueno. Mucho mejor que ser creyente, no te quepa ninguna duda.