Vuelve a la segunda cadena de Televisión Española una nueva temporada del Talk-Show interactivo y de entretenimiento Torres y Reyes. En esta segunda edición cambiará de nombre para ir más acorde a sus nuevos presentadores.
A lo largo de estas pocas décadas de vida que llevamos a nuestras espaldas, hemos podido presenciar la unión de extrañas parejas televisivas. Por citar algunas, cabría acordarse de Ramonchu I, el desaparecido, junto a su inseparable escudero Obregón en múltiples aventuras de fin de año; Sardá y Milá sentados en torno a una mesa compitiendo a ver quién mandaba y/o chocheaba más; o, sin ir más lejos, Ana García Siñeriz y Fernando Schwartz, en plan “Bella y Bestia” (no diré quién era quién).
Esta semana pasada asistimos al estreno, o reestreno, o rebautizo del programa Torres y Reyes, que presentaran en su pasada edición Mara y Joaquín respectivamente, y que ahora se anuncia bajo el nombre de Alaska y Coronas. Distinto títulos, distintos presentadores, misma esencia, pero distinta dinámica (si usara aquí Whatsapp pondría una carita triste de esas que dan más pena que Kunta Kinte).
Joaquín Reyes y Mara Torres, para un servidor, encajaban a la perfección, se complementaban. Ella representaba un estilo serio, profesional, riguroso, bastante más relajado en este ambiente del Talk-Show que en el noticiario, se la veía muy a gusto, disfrutando. Él, adalid del humor manchego que reunía no una pequeña legión de seguidores antes de desembarcar en el programa, desengrasaba las secciones difíciles y daba vidilla con su particular humor. Coronas y Alaska no son así.
A Alaska todo el mundo la conoce. Ha sabido rodearse de un estilo propio y una forma muy eficaz de hacer las cosas. Si os ponéis a pensar, huelleros, son muchos los años que la cantante-presentadora lleva frente a la cámara y sobre el escenario. Es perra vieja, en el buen sentido de la palabra. Se desenvuelve muy bien el programa, contemporiza y, para mí, lleva muy bien las riendas. No es el caso de Javier Coronas. Que no es santo de mi devoción. En Lo + Plus, junto a la Bella y la Bestia, podía llegar a soportarlo; una vez le asignaron el + Te Vale XXL y después de sus intervenciones en Soy el Que Más Sabe de Televisión del Mundo, le taché con una cruz y le puse un RIP en la frente. Cierto es que en esta nueva andadura quise darle una oportunidad y me senté frente al televisor desprovisto de prejuicios (o eso intenté), pero no, sus intervenciones me parecen tan similares a las de Todo por la Radio en la Cadena Ser, sección donde colabora, que no consigo tragarlo. Quizá ahí resida la diferencia con Torres y Reyes, Alaska suple con creces a Torres pero Coronas no consigue encontrar ese estilo personal, ese humor particular de Reyes, distinto, pero a su manera, como cantaba Franky.
El programa se complementa con dos DJ’s, Pepino & Crawford (se pueden hacer graciosas asociaciones con estos dos nombres), la ya tradicional Masterclass impartida por un profesional de las artes, las letras…, la serie de animación Putokrio, y varias secciones más. Como alternativa a lo usual de la parrilla televisiva, Alaska y Coronas se aguanta, las entrevistas de la primera entrega con los actores ganadores de un Goya y el coloquio sobre cómo nos vemos de infravalorados los españoles, me parecieron la mar de interesantes, pero no me resulta un programa de cabecera que seguiría todos las semanas. No obstante, he de reconocer su labor y felicitar a La 2 de TVE por ofrecer alternativas reales a su programación habitual y a la de las otras cadenas.
PD: mi reflexión final de telespectador de hoy es: “En la tercera entrega, un Obregón-Vaquerizo, ¿no?”
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