De todas las cosas que aún me faltan por hacer de mi lista de imprescindibles de Madrid, este jueves tuve la suerte de tachar «Ir a un concierto de jazz». Y qué concierto, y qué lugar. En pleno corazón de Madrid puedes sentirte transportado a 1920 solo con cruzar las altas puertas acristaladas del Café Central. Cafetería, sala de conciertos y estudio de grabación, el Café Central fue el escenario de la presentación del nuevo disco de Skytrain, la colaboración de los intérpretes Joaquín Chacón y Mariano Díaz, grabado y dado a luz entre las mismas cuatro paredes cubiertas de espejos.
Estás en Madrid, pero los cinco músicos que coronan el escenario no te dejan quedarte. El piano de Mariano Díaz te aleja, tecla a tecla, y te transporta a aquellos clubes nocturnos de Nueva York de los Felices Años Veinte. El viaje, al igual que el concierto, acaba de empezar. Al entrar en escena la trompeta de Carlos Martín casi podemos ver los rascacielos de Chicago desde la ventana trasera de un taxi, inmersos en esos mares de tráfico que vemos en las películas. No sabemos si nos recuerda más a Woody Allen o a una película en blanco y negro. El ritmo de la batería de César de Frías enlaza todas las piezas, y así pasamos de reminiscencias de jazz de Nueva Orleans, a un estilo más rockero de la mano de los punteos y riffs de Joaquín Chacón. No hay encasillamiento posible, así es el jazz, fluido, versátil. El bajo de Víctor Merlo es el claro ejemplo de ello: si Chacón es rock, el funk es Merlo.
Si bien es cierto que cuando los artistas comenzaron a tocar, un suave murmullo se oía de trasfondo en la sala, según iba avanzando el concierto, el público se sumió en una especie de trance hipnótico, en el que de manera casi imperceptible, las cabezas se movían acompasadamente siguiendo la música. Skytrain disfrutaba en el escenario y los asistentes lo notaban, no en vano alguno se arrancó emulando la batería, preso del ritmo. Tratar de categorizar a Skytrain en un estilo concreto de jazz, sería ponerle vallas a un campo que recoge y se mueve entre funk, rock, blues y latin jazz.
El concierto que este jueves ofreció Skytrain puede ser de los últimos que se podrán disfrutar en el Café Central: el 1 de enero la histórica sala cerraría sus puertas, lo que dota de valor especial al espectáculo que ofrecieron los artistas. Los espejos que llevan cubriendo las paredes desde el año 1982 empiezan a reflejar a los músicos de jazz por última vez.