La Villarroel abre su temporada teatral con una obra que ya se apuntaba entre los probables éxitos escénicos del año antes de que se estrenara. Y así lo ha ratificado la buena acogida, tanto de crítica como de público, que ha tenido La calavera de Connemara durante estas primeras semanas de funciones. Un texto brillante de Martin McDonagh, a medio camino entre el thriller y la comedia; una dirección todoterreno de Iván Morales, que sabe sacar partido a la historia; y cuatro intérpretes que lo dan todo en el escenario son los ingredientes del éxito de esta pieza.
La calavera de Connemara, que aún no había sido estrenada en Barcelona, forma parte de la “Trilogía de Leenane”, la primera trilogía irlandesa de McDonagh, autor y director inglés, aunque hijo de irlandeses, y uno de los dramaturgos más reconocidos del panorama anglosajón, con hitos en su carrera como el de tener cuatro obras en cartel en el West End londinense durante la misma temporada. Las situaciones macabras cargadas de humor negro que derivan hacia lo grotesco son parte de su estilo propio, como se aprecia bien en la obra estrenada en La Villarroel.
La historia gira en torno al personaje del desenterrador del pueblo de Connemara, donde el cementerio no es lo suficientemente grande para albergar a todos los muertos, de modo que hay que hacer sitio a los recién fallecidos desenterrando a los que llevan ya más tiempo allí. Aunque es una actividad que desagrada a muchos, por lo sacrílego que ven en ella, el problema aparece cuando al huraño desenterrador le toca vaciar la tumba de su mujer, fallecida en un accidente de coche, pero sobre cuya muerte circulan ciertos rumores que se verán reavivados…
Los cuatro personajes de los que se basta McDonagh para contar la historia están interpretados por Pol López en el papel del desenterrador, Oriol Pla como el adolescente gamberro que le ayudará en la tarea, Xavi Sáez como policía del pueblo y hermano del chico, y Marta Millà como amiga del desenterrador y tía de los dos hermanos. Iván Morales dirige con mucho acierto tanto el texto como al elenco, y, sirviéndose de la brillantez de ambos, siembra la puesta en escena de distintos lenguajes y llena el parterre de hierba que recrea el cementerio y sobre el que se desarrollarán todas las escenas (obra del escenógrafo Marc Salicrú) de momentos desternillantes, otros tensos, otros reflexivos… Y otros que son un puro festival interpretativo de los dos actores principales, Pol López y Oriol Pla, quienes se meten a los espectadores en el bolsillo desde el primer momento, como demostró el aplauso espontáneo del público tras la primera aparición de Oriol Pla, cuya energía en escena resulta electrizante.
Por todo ello, la obra es más que recomendable, ya que va a gustar a todo tipo de público, su hora y media pasa en un suspiro por el ritmo bien medido y lo entretenido de la acción dramática, y porque su calidad escénica es más que palpable. Nadie debería perdérsela. Seguirá en cartel hasta el 19 de noviembre.