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Ilustrando la lírica de Lorca: ‘Sonetos del amor oscuro’

“Prodigio de pasión, de entusiasmo, de felicidad, de tormento, puro y ardiente monumento al amor, en que la primera materia es ya la carne, el corazón, el alma del poeta en trance de destrucción”. Palabras certeras y concisas de Vicente Aleixandre para describir Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca. Treinta y un años después de la primera publicación de estos sonetos, Amistades Particulares nos trae una nueva edición ilustrada de esta obra del granadino.

Sonetos del amor oscuro fueron escritos entre 1935 y 1936 —título variable si se le pregunta a Aleixandre: Sonetos del amor oscuro, a Cernuda: Jardín de los sonetos, o se atiende a lo que el propio poeta dijo en una entrevista: Sonetos—. El libro se encuentra compuesto por once poemas, en los cuales Federico identifica el amor con lo oscuro y la desesperanza. El amor y el eros, tándem ineludible, entran en un juego dual frente al Tánatos, concibiendo una sensualidad desgarradora con la que el granadino aprehendía su propio conflicto amoroso. Por lo tanto, en este libro, Lorca habla del amor en el que bulle la sangre oscura del mundo.

La edición de Amistades Particulares está ilustrada por Alba Pérez Mansilla. Cada poema corresponde con una ilustración en blanco y negro, sencillas, sin recargos visuales. La característica más llamativa —y, quizá, la más sugerente— es que estas personas no poseen rostro. Uno de los principales rasgos de la poesía homoerótica era la omisión de género del poético, como ocurre en la obra literaria de Jaime Gil de Biedma; es a esto a lo que me recuerda el complemento visual que proporciona la ilustradora. Junto a estos dibujos, aparecen escritos unos versos con una caligrafía naíf. Ambos elementos, el texto de Lorca y las ilustraciones, guían la lectura dual hacia una interpretación personal de la vida del poeta y al sentimiento que se intenta plasmar, y se consigue con gran maestría, en los versos.

El libro comienza con una introducción, no del todo precisa, sobre la vida amorosa de García Lorca, generalizando ciertos aspectos claves de su vida amorosa y concretando detalles no del todo correctos. Este prólogo guía la lectura del poemario hacia la identificación personal de Federico con los versos, orientación correcta puesto que se dice que fue escrito pensando en Rafael Rodríguez Rapún. Sin embargo, Sonetos del amor oscuro va más allá: existe una universalidad en los sentimientos y  en el desgarro del yo poético que ensalzan estos versos.

Podría hablaros largo y tendido sobre la temática de los poemas, las referencias de sus títulos, los recursos poéticos lorquianos, sus símbolos, el rastro de la influencia de Salvador Dalí en su poética, etc. No obstante —antes de aburriros con una reseña eterna, que ya lo parece— quisiera invitaros a leer esta breve obra que es un canto a ese amor o desamor cargado de oscuridad que todos hemos sentido / sentiremos alguna vez. Al fin y al cabo, estos sonetos construyen un “puro y ardiente monumento de amor” como decía Aleixandre.


Aclaraciones de la redactora María Elduayen Castillo, a petición de la editorial Amistades Particulares, sobre el prólogo de Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca [18/12/2017]:

El prólogo del libro Sonetos del amor oscuro de la editorial Amistades Particulares posee una base bibliográfica, sobre todo, en la parte relacionada con la vida (amorosa) de Federico García Lorca. Sin embargo, existen otros puntos con detalles que no están precisados o solo se muestra una perspectiva general, dejando aspectos, igualmente importantes, fuera de la explicación.

En primer lugar, se dice que «Sufrió siempre la desdicha de enamorarse de hombres que no podían corresponderle como él deseaba pues tanto Salvador Dalí, como Emilio Aladrén o Rafael Rodríguez Rapún no eran homosexuales, o por lo menos no se sentían exclusivamente atraídos por personas de su mismo sexo» (Pág. 11). En el caso del pintor ampurdanés su sexualidad siempre ha formado parte de la oscura mitología daliniana; además, se ha creado controversia alrededor de su figura. Así pues, veo precipitado apuntar que tanto la negación de que era gay, como la afirmación de «no se sentían exclusivamente atraídos por personas del mismo sexo» —entiendo que se refiere a ser bisexual—, en el caso de este personaje. Salvador Dalí tenía un hermano mayor, del cual recibió el nombre, que murió siendo un bebé. Según contó el artista (estas declaraciones de Salvador Dalí están recogidas en el libro: Agustín Sánchez Vidal (1996). Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin, Barcelona: Planeta, Pág. 25), su padre achacó la muerte de su hijo a una enfermedad venérea. Para evitar posibles infecciones de transmisión sexual como consecuencia del trato con mujeres a su segundo hijo, decidió poner encima del piano de la casa un libro sobre enfermedades de este tipo, hecho que marcó su sexualidad, declinando su vida sexual hacia el onanismo o siendo voyeur de su propia “corte daliniana”.

Sus amigos más cercanos estaban convencidos de que Dalí era gay, como Federico García Lorca: «A mí no me cabe la menor dudad de que Lorca estaba ya convencido de que Dalí, pese a sus protestaciones en contra, era gay —gay incapaz de “salir”—, y de que su “asepsia” era una defensa contra una inclinación que encontraba intolerable» (Ian Gibson. (2016). Lorca y el Mundo gay». Barcelona: Ediciones B. Pág. 195). Otras declaraciones acerca de su sexualidad son esclarecedoras sobre las preferencias de Dalí: «Como Amanda y como Louis Pauwels antes, no tardó en descubrir que, en materia de belleza física, Dalí se decantaba por los “tipos andróginos, angelicales”, especialmente los muchachos afeminados (“Ver una polla tiesa en un cuerpo muy suave, casi femenino, es un placer para mis ojos”, le había dicho el pintor a Pauwels).» (Ian Gibson. (2004). La desaforada vida de Salvador Dalí. Barcelona: Anagrama. Pág. 668)

Esta tendencia homosexual nunca la afirmaría: «Dalí siempre negaría ser gay o haber sentido la tentación de serlo. Había en su familia una marcada tendencia paranoica, le producía terror la posibilidad de haberla heredado, y el descubrimiento de que, para Freud, tal cuadro es una defensa contra la homosexualidad, reforzó su determinación de negar cualquier posibilidad de pertenecer a dicha minoría. Así las cosas, no cuesta trabajo comprender que vino el momento en que la insistencia amorosa del poeta llegó a inquietarle hondamente» (Ian Gibson. (2017) Lorca y el mundo gay. Barcelona: Ediciones B. Pág. 183), dato que corrobora Rafael Santos Torroellas en su libro: La miel es más dulce que la sangre. Las épocas lorquiana y freudiana de Salvador Dalí (1984. Barcelona: Seix-Barral. Pág. 41). Al ampurdanés «[…] le divertían sobre manera las ambigüedades» (Ian Gibson. (2017) La desaforada vida de Salvador Dalí. Barcelona: Anagrama. Pág. 659), por lo que el juego con su sexualidad es más complejo, desde mi punto de vista que resumirlo de ese modo. Creo conveniente marcar como otra opción la problemática sexual o marcar que alguno de los problemas eran los que se mencionan.

En segundo lugar, se afirma que la relación entre Juan Ramírez de Lucas y Lorca estaba destinada al fracaso: «[…] si la diferencia de edad no se hubiese transformado a la larga, en un obstáculo» (Pág. 11). Realmente, es aventurado aseverar que los años de diferencia (Federico le doblaba la edad en ese momento) les llevaría al fracaso amoroso, puesto que existen numerosas parejas que tal contraste no les ha significado un problema. Podría haber sido una causa de separación, sí, pero es una mera conjetura, además del hecho de que «Se trataba, según los pocos indicios que tenemos, de un amor secreto, incipiente, truncado antes de tiempo por la muerte» (Ian Gibson. (2016 a) Lorca y el mundo gay, Barcelona: Ediciones B. Pág. 486). Así pues, sería una conjetura para una supuesta separación entre los amantes y no una afirmación rotunda.

En tercer lugar, se apunta que «Su traslado a Madrid, a la famosa Residencia de Estudiantes en 1919, no solo le permitió conocer e intimar con figuras que serían claves en el futuro de nuestra cultura, sino también relacionarse con otros homosexuales, aunque tan ocultos como él, pues la simple sospecha de una posible heterodoxia sexual fue suficiente para que un amigo al que consideraba íntimo, como Luis Buñuel (en su juventud en un verraco homófobo que incitaba a homosexuales en urinarios públicos para luego apalearlos), se distanciase de él». Esto no es cierto. Buñuel llegó a la Residencia de Estudiantes en 1917 y Lorca lo haría en 1919; desde entonces mantuvieron una amistad, en la cual, la identidad sexual del poeta no fue un problema —no más allá de un incidente puntual al comienzo de su amistad—:

«Alguien vino a decirme que un tal Martín Domínguez, un muchachote vasco, afirmaba que Lorca era homosexual. No podía creerlo. Por aquel entonces en Madrid no se conocía más que a dos o tres pederastas, y nada permitía suponer que Federico lo fuera.

Estábamos sentados en el refectorio, uno al lado del otro, frente a la mesa presidencial en la que aquel día comían Unamuno, Eugenio d’Ors y don Alberto, nuestro director. Después de la sopa, le dije a Federico en voz baja:

—Vamos fuera. Tengo que hablarte de algo muy grave.

Un poco sorprendido, accede. Nos levantamos.

Nos dan permiso para salir antes de terminar. Nos vamos a una taberna cercana. Una vez allí, le digo a Federico que voy a batirme con Martín Domínguez, el vasco.

—¿Por qué? —me pregunta Lorca.

Yo vacilo un momento, no sé cómo expresarme y a quemarropa le pregunto:

—¿Es verdad que eres maricón?

Él se levanta, herido en lo más vivo, y me dice:

—Tú y yo hemos terminado.

Y se va.

Desde luego, nos reconciliamos aquella misma noche. Federico no tenía nada de afeminado ni había en él la menor afectación. Tampoco le gustaban las parodias ni las bromas al respecto, como la de Aragon, por ejemplo, que cuando años más tarde vino a Madrid a dar una conferencia en la Residencia, preguntó al director, con ánimo de escandalizarlo —propósito plenamente logrado—: “¿No conoce usted algún meadero interesante?”.

Juntos los dos solos o en compañía de otros, pasamos horas inolvidables.»

(Luis Buñuel. (2015). Mi último suspiro, Barcelona: DeBolsillo. Pag.: 79)

Desde ese momento, ambos serían muy buenos amigos, incluso Lorca le ayudaría a comenzar su carrera literaria a cineasta [ Véase: Agustín Sánchez Vidal. (1996). Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin. Barcelona: Planeta]. La separación de ambos se ve abocada por sus carreras artísticas, puesto que, en 1925, Buñuel se marchará a París para aprender todo lo necesario para comenzar su carrera como cineasta [Véase: Luis Buñuel. (2015). Mi último suspiro, Barcelona: DeBolsillo; Ian Gibson. (2013). Luis Buñuel, la forja de un cineasta universal (1900-1938), Barcelona: Aguilar o Sánchez Vidal, 1996. Creo que es conveniente cambiar esto, puesto que la relación de Buñuel y Lorca fue buena.

En cuarto lugar, cuando se hace mención a «[…] el imposible [romance] con Salvador Dalí», creo conveniente (como se ha hecho con otros aspectos de la vida de Federico García Lorca) dirigir al lector hacia bibliografía sobre el tema: Ian Gibson. (2016). El amor que no puedo ser. Barcelona: DeBolsillo, y Federico García Lorca y Salvador Dalí. (2013). Querido Salvador, querido Lorquito. Epistolario (1925-1926). (Ed.) Edición de Víctor Fernández y Rafael Santos Torroella. Barcelona: Editorial Elba.

En quinto lugar, «Se asegura que fue la depresión en la que cayó nuestro poeta tras aquel abandono, la que le llevó a aceptar la invitación formulada por el ideólogo socialista y futuro ministro Fernández de los Ríos (que había sido profesor suyo en la Universidad de Granada) para ir con él a Nueva York y estudiar allí inglés en la Universidad de Columbia» (Pág. 12). Realmente, no fue solo la ruptura con Aladrén lo que le llevó a la depresión; también entraron en juego otros factores [Véase Ian Gibson. (2011) Federico García Lorca. Barcelona: Crítica]. El primero, es que Lorca siente que los que quiere lo abandonan —el distanciamiento con Salvador Dalí, la ruptura con Emilio—. El segundo, las críticas negativas recibidas a su poemario Romancero gitano por parte de Dalí, especialmente, y Buñuel [Ian Gibson. (2016). «El romance “San Miguel y Luis Buñuel”. Lorca y el Mundo gay». Barcelona: Ediciones B. Págs. 249-255. En este fragmento se aprecia la opinión negativa del aragonés sobre la obra de García Lorca], además del estreno de Un Chien Andalou —puesto que Lorca se sintió aludido tanto por el título, como por el protagonista—: «Lorca era sin lugar a dudas el “perro andaluz” más notorio de los inquilinos [de la Residencia de Estudiantes], sobre todo después de la publicación del Romancero gitano, con lo cual parece evidente que, al concebir e ir elaborando los rasgos del protagonista masculino de la película —homosexual o impotente o las dos cosas a la vez— Buñuel y Dalí tenían muy presente al poeta.» (Ian Gibson. (2016). Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca. 1898-1936. Barcelona: DeBolsillo. Págs. 363-364). Por lo tanto, habría que señalar que la ruptura con Aladrén fue uno de los motivos que le llevó a una depresión en 1929 y que culminaría con un viaje a Nueva York.

Por lo tanto, a lo largo del prólogo se encuentran imprecisiones sobre algunos aspectos, que, desde mi punto de vista, es necesario que se mencionen y se aclaren, sobre todo, el dato sobre Luis Buñuel.


Aclaraciones del autor del prólogo y editor Carlos Sanrune, respondiendo a la redactora María Elduayen, sobre el prólogo de Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca [19/12/2017]:

Estimada María: Muchísimas gracias por responder a nuestra solicitud de argumentos sobre la falta de precisión  (entendemos como tal “falta de rigor” según una de las acepciones que la RAE otorga a la palabra “preciso”) y  los detalles poco correctos que, según usted, aparecen en el Prólogo de nuestra obra recientemente publicada,  la edición ilustrada de “Sonetos del amor oscuro”.  Hemos leído atentamente su escrito. En él ahora comprobamos que rebaja la “falta de precisión” y los “detalles  no del todo correctos” a un más ambiguo “existen otros puntos con detalles que no están precisados o solo se  muestra una perspectiva general, dejando aspectos, igualmente importantes, fuera de la aplicación”. Si hubiese  escrito esto en la reseña, ni siquiera le habríamos pedido que justificase su afirmación, pues esa frase sería  aplicable a cualquier prólogo de 8 páginas que tratase de forma breve y resumida la vida amorosa de un hombre  como García Lorca y las peripecias sufridas por sus “Sonetos…”, pues en tan escaso espacio no es posible  incluirlo todo, lo que obliga siempre a tratar el tema desde una “perspectiva general”, quedándose “muchos  aspectos fuera”; siempre pasa así en todos los textos breves sobre temas complejos.   Pero bueno, vamos a centrarnos en su último escrito que tan amablemente ha preparado para respondernos. En  él comprobamos que  enumera siete aspectos que, según su criterio,  demostrarían los fallos que sugiere en la  reseña original. Veamos uno a uno, pero al lector le pedimos que, por favor, no olvide que el prólogo en cuestión  es un brevísimo texto de solo ocho páginas (de la 11 a la 18 del libro):

1‐En  el  Prólogo  dice:  “[Lorca]  Sufrió  siempre  la  desdicha  de  enamorarse  de  hombres  que  no  podían  corresponderle como él deseaba pues tanto Salvador Dalí, como Emilio Aladrén o Rafael Rodríguez Rapún no  eran homosexuales, o por lo menos no se sentían exclusivamente atraídos por personas de su mismo sexo” (Pág.  11).
a)Usted dice que esta afirmación sobre Dalí es uno de los errores señalados, pues asegura, tras citar  testimonios que hablan de su posible homosexualidad, que la sexualidad de Dalí era “más compleja que  resumirlo de ese modo. Creo conveniente marcar como otra opción la problemática sexual o marcar que  alguno de los problemas eran los que se mencionan [más arriba, en su escrito]”.
b)Nuestra respuesta: El Prólogo (donde no se dice que Dalí no fuese homosexual, sino que no lo era  totalmente, lo que podría significar muchas cosas, pues la sexualidad es siempre polimorfa) no es un  tratado sobre la sexualidad de Dalí, ni tampoco una tesis doctoral sobre su vida, casos en los que sí  habría que ahondar en el tema de su sexualidad y sus problemas. En este breve Prólogo a Dalí se le  menciona escasamente en esa frase y en otra un poco más adelante, es decir, su aparición en el texto es  mínima. Por lo tanto asegurar, como aseguramos, que Dalí, como objeto del amor lorquiano, no se  sentía atraído exclusivamente por las personas del mismo sexo, no es incorrecto ni tampoco falto de  rigor.  Distinto  sería  que  esto  fuese  una  tesis  doctoral  sobre  el  ampurdanés.  Pero  para  una  corta  introducción de solo 8 páginas, creemos que la expresión utilizada es correcta y adecuada. Ni errónea ni  poco rigurosa, dado el contexto.

2‐En el Prólogo dice: “Únicamente el último muchacho (diecinueve años menor que él) con el que parece haber  vivido una cierta pasión, Juan Rodríguez de Lucas, habría sido capaz de corresponderle con plenitud –si la  diferencia de edad no se hubiese trasformado, a la larga, en un obstáculo– […]” (Pág. 11)
a)Usted dice: “Realmente, es aventurado aseverar que los años de diferencia (Federico le doblaba la edad  en ese momento) les llevaría al fracaso amoroso, puesto que existen numerosas parejas que tal  contraste no les ha significado un problema. Podría haber sido una causa de separación, sí, pero es una  mera conjetura […]. Así pues, sería una conjetura para una supuesta separación entre los amantes y no  una afirmación rotunda”.
b)Nuestra respuesta: Efectivamente, se trata de una conjetura y no una afirmación rotunda. Lea  nuevamente la frase y lo comprobará. En ella se dice “si la diferencia de edad no se hubiese  trasformado, a la larga, en un obstáculo”,  frase que no expresa rotundidad, pues la presencia de la  conjunción “si” denota condición o suposición en virtud de la cual un concepto depende de otro (RAE).Es  pues, una frase condicional, nunca rotunda. Especulamos con la posibilidad de que la diferencia de edad  hubiese podido transformarse en un obstáculo, pero no se afirma taxativamente tal cosa. Creemos, pues  que tampoco aquí hay error o falta de rigor alguno.

3‐En el Prólogo dice: “Su traslado [de Lorca] a Madrid, a la famosa Residencia de Estudiantes en 1919, no solo le  permitió conocer e intimar con figuras que serían claves en el futuro de nuestra cultura, sino también  relacionarse con otros hombres homosexuales, aunque tan ocultos como él, pues la simple sospecha de una posible
heterodoxia sexual fue suficiente para que un amigo al que consideraba íntimo, como Luis Buñuel (en su  juventud un verraco homófobo que incitaba a homosexuales en urinarios públicos para luego apalearlos), se  distanciase de él.” (Pág. 12)
a)Usted dice: “Esto no es cierto. Buñuel llegó a la Residencia de Estudiantes en 1917 y Lorca lo haría en  1919; desde entonces mantuvieron una amistad, en la cual, la identidad sexual del poeta no fue un  problema  ‐no más allá de un incidente puntual al comienzo de su amistad…“
b)Nuestra respuesta: Esta afirmación es cierta y contrastable. La amistad entre Lorca y Buñuel fue  enfriándose por la homofobia incontrolable del aragonés, por mucho que este, en las memorias escritas  al final de su vida y a las que usted hace referencia, intentase ocultarlo; algo lógico pues ¿cómo iba  entonces a reconocer su despreciable comportamiento con un amigo asesinado años atrás y convertido  ya en una leyenda y un símbolo? Buñuel, con seguridad, endulza sus memorias en todo lo referido a la  homosexualidad de Lorca. ¿Que el poeta fue muy importante en su vida? Seguro. Pero tan cierto como  que su actitud cerril ante la sexualidad del amigo enfrió la relación. Lo demuestra sus deseos   desesperados por separar a Dalí del granadino: «Recibí una carta asquerosa de Federico y de su acólito  Dalí», diría en una carta a José Bello  (Lorca y el mundo Gay, de Ian Gibson, Ediciones B, 2016, p. 210).  “[Estando Buñuel en París] lanza el más feroz ataque que conocemos contra Lorca y Dalí, demostrando   otra vez con ello la ansiedad que, sin reconocerlo, le produce el hecho homosexual: «Federico me  revienta de un modo increíble» […] «Con qué gusto le vería [a Dalí] llegar aquí y rehacerse lejos de la  nefasta influencia del García [Lorca]. Porque Dalí, eso sí, es un hombre y tiene mucho talento» dice en  otra nueva carta. (Gibson, p. 211). “La íntima amistad del poeta con Dalí es una espina más, y a partir de  esa fecha Buñuel hará cuanto esté en su mano para apartar a Dalí de la nefasta influencia del García  [Lorca] y animarlo a que se traslade a París. Se tratará de una auténtica labor de zapa”. (Gibson, pp. 211212).
Y al final, la separación entre el poeta y el pintor se produjo. ¿Obra exclusiva de Buñuel?, no  podríamos asegurarlo, pero ese fue el resultado, para dolor de Lorca.   ¿Cómo no va a distanciar una maquinación tal a los otrora íntimos amigos? Ejemplo de ello: García Lorca  dedicó casi cada uno de los dieciocho romances de El Romancero Gitano a una persona: ninguno de ellos  está dedicado a Buñuel. Este, hablado del Romancero (que considera “muy malo”), sin poder reprimir su  homofobia dice: «Es una poesía […] para que guste a […] los poetas maricones y cernudos de Sevilla»  (Gibson, p. 254). Y también “le había producido asco [la Oda al Santísimo Sacramento de Lorca]”  (Gibson, p. 258).  Buñuel, junto con Dalí (ya separado de Federico) elaboraron el guion del El Perro  Andaluz, pensando en Lorca, aprovechando material suyo y aludiendo, maliciosamente a su homosexualidad (Gibson. P. 259), lo que produciría no poco dolor en el poeta. En otra página Gibson recoge este párrafo de una carta de Buñuel a Dalí: «Federico, el hijo de puta, no ha pasado por aquí [por  París]. Pero me han llegado sus pederasticas noticias» [y refiriéndose luego a Lorca, continúa] «Las putas  llenan la tierra y pronto llegarán a desalojar las custodias de sus nidos». Este último párrafo, hace a Ian  Gibson escribir: “La carta confirma, además de su homofobia, el empeño de Buñuel desde por lo menos  1927 en socavar el afecto que sentía Dalí por Lorca […] Con motivos de sobra se sentía [Lorca] rechazado  por ambos entrañables examigos…” (Gibson, pp. 263‐264). Sobre El perro andaluz, la película de Buñuel  y Dalí, Gibson nos dice: “[la película] no podía dejar de afectar hondamente a Lorca, dolido, además –si  podemos creer el testimonio de Buñuel, y creo que sí‐, por lo que consideraba alusiones a su persona en  la cinta” (Gibson, p. 302). En la página siguiente, Gibson al referirse a Buñuel utiliza nuevamente el  término ex amigo de Lorca (Gibson, p. 303)  Hay muchos más ejemplos, todos ellos incluidos en la obra referida, escrita por el mayor conocedor de la  vida del poeta. ¿En serio piensa que no hubo distanciamiento entre Lorca y Buñuel?

4‐En el Prólogo dice: “Su primero y más apasionado romance, tras el imposible con Salvador Dalí, fue el que  mantuvo con Emilio Aladrén (1906‐1944)…” (Pág. 12)
a)Usted dice: “Creo conveniente (como se ha hecho con otros aspectos de la vida de Federico García  Lorca) dirigir al lector hacia bibliografía sobre el tema: [y cita un par de textos]”.
b)Nuestra respuesta: Agradecemos que nos sugiera la posibilidad de orientar al lector hacia bibliografía  sobre el tema de la relación entre Lorca y Dalí, pero, como sabe, este no es el objeto central de nuestro  Prólogo, sino los “Sonetos del amor oscuro” escritos para Rodríguez Rapún. Además, la bibliografía la  maneja el autor de un texto en función de diferentes criterios, pero siempre según su libre albedrío, y  nunca se podría considerar un error o una falta de rigor no ofrecer al lector un mayor volumen  bibliográfico sobre un tema que aparece como marginal en una obra.

5‐ En el Prólogo dice: “Se asegura que fue la depresión en la que cayó nuestro poeta tras aquel abandono [de  Emilio Aladrén], la que le llevó a aceptar la invitación formulada por el ideólogo socialista y futuro ministro  Fernando de los Ríos […] para ir con él a Nueva York y estudiar allí inglés en la Universidad de Columbia” (pág.  12)
a)Usted dice: “Realmente, no fue solo la ruptura con Aladrén lo que le llevó a la depresión; también  entraron en juego otros factores […] Por lo tanto, habría que señalar que la ruptura con Aladrén fue uno  de los motivos que le llevó a una depresión en 1929 y que culminaría con un viaje a Nueva York”.
b)Nuestra respuesta: Tal vez en la marcha de Lorca a Nueva York pudo haber otras razones, pero ninguna  tan poderosa como la que indicamos. Que su marcha estuvo íntimamente relacionada con su ruptura  con Emilio Aladrén, nadie lo pone en duda. Que pudiesen existir otras causas, como las que usted  enumera, tal vez, pero si de todas las posibles hubiese que enumerar una sola por ser determínate, por  empalidecer a todas las demás, esa es el abandono de Aladrén. No nos lo inventamos nosotros: Luis  Antonio de Villena, el poeta, fue una de las personas que tuvo la suerte de escuchar testimonios sobre  Lorca contados por quienes, conociéndolo en vida, habían tenido con él relación muy estrecha de  amistad. Federico fue amigo muy querido de Vicente Aleixandre y de Rafael Martinez Nadal, quienes se  consideraban íntimos del granadino. Villena nos relata lo que ambos le contaron de viva voz:   “Ambos (que no se llevaban bien entre sí [se refiere a Aleixandre y a Martínez Nadal]) coincidían en esto:  el gran amor imposible de Federico fue Emilio Aladrén. Un chico guapo, de vagos rasgos orientales, que  fue escultor de alguna notoriedad antes de morir en los años 40.  Aladrén era bisexual y tuvo relaciones  físicas con Federico, pero el «amor» (ese amor que a Lorca se le resistió tanto) no llegó o no llegaba. Para  huir de ese duro desamor, Lorca se fue a Nueva York –lo de aprender inglés era secundario– y allí tuvo  muchos amoríos, con negros entre otros.”   Esto es lo que contaron, literalmente, dos íntimos amigos de Lorca a Luis Antonio de Villena (para  consulta del texto íntegro véase: de Villena, Luis Antonio. Los novios de Federico, publicado en “El  Mundo” el 25 de agosto de 2014).   Asimismo, Alberto Mira al referirse a los motivos por los que Lorca marcha a Nueva York, dice: “Cabe  insistir en la tragedia del poeta: en estos momentos se trataba de un hombre de gran popularidad,  siempre rodeado de amigos, pero con quienes no podía hablar de los motivos de su depresión [la  ruptura con Aladrén] ya que conocía sus prejuicios o era consciente de que se trataba de un tema del  que no querrían o no sabrían hablar”.  (Mira, Alberto. Para entrenarnos. Diccionario de cultura  homosexual, gay y lésbica, Ediciones de la Tempestad, Barcelona, 1999, p. 311. )  Así pues, ¿verdaderamente cree que asegurar –en un breve texto de ocho páginas, donde todo debe  condensarse– que la razón de la partida de Lorca a Nueva York fue motivada por la ruptura con Aladren  es un error o una muestra de falta de rigor? Aunque existiesen otras razones, que seguramente las  hubo, ninguna tuvo el peso de aquel desamor en su salida de España, ninguna (una salida, por cierto,  que resultaría muy positiva para su persona y su obra).      Por todo lo anterior concluimos diciendo que sus iniciales comentarios afirmando que el Prólogo a nuestra  edición ilustrada de “Sonetos del amor oscuro” adolece de falta de precisión (entendido esto como falta de  rigor) y que contiene detalles no del todo correctos, son infundados, lo cual creemos haber demostrado aquí.   No es nuestra intención polemizar más.   A la editora de La Huella Digital le pedimos que, por favor, publique la reseña original  junto con las dos respuestas, la de la María Elduayen y la nuestra, y que el lector/lectora juzgue de parte de quién podría estar la  esquiva razón. Y, lo más importante, que esta académica (y seguramente aburrida) discusión haya servido para  despertar la curiosidad del lector y lo lleve a desear  indagar en la vida y obra de ese personaje único que fue  Federico García Lorca, vilmente asesinado.
Un saludo
Carlos Sanrune
(autor del Prólogo en cuestión y editor de Amistades Particulares)

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