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Kopano Matlwa y el reflejo de Sudáfrica

Alpha Decay publicó la primera novela de Kopano Matlwa, Nuez de coco, antes del confinamiento por el Coronavirus. Ahora esta obra está de actualidad, con las personas de color luchando por sus derechos en Estados Unidos y medio mundo apoyándoles, caminando y peleando a su lado. Esta situación me ha hecho reflexionar y me he dado cuenta que conocemos un número reducido de escritores jóvenes sudafricanos y celebro que paulatinamente las editoriales nos acerquen su literatura.

Nuez de coco entrelaza la historia de dos jóvenes de la misma edad que crecieron el libertad tras el apartheid: una de ellas, Ofilwe ha nacido en una familia privilegiada, con un alto nivel económico que le permite codearse con personas blancas; la otra protagonista, Fikile, ansía escaparse del gueto y alejarse de su propia familia, buscando un futuro mejor, apartado de la pobreza. Contrastan las vivencias, experiencias y reflexiones de estos dos personajes femeninos que, aunque son muy diferentes, sufren la discriminación racial: Ofilwe no es capaz de ser una más entre los blancos adinerados y Fikile no se siente parte del vecindario en el que vive.

Ofilwe y Fikile han sido educadas de forma opuesta y su vida se desarrolla en dos ambientes opuestos; sin embargo, ambas sufren la incomprensión de los otros y son inadaptadas dentro de su círculo social. Así, Matlwa aborda un conflicto social que, pese a desarrollarse en la Sudáfrica de principios de los noventa, podría suceder en otros lugares y tiempos. Los estereotipos raciales y sociales parecen insalvables y repercuten en el futuro de las jóvenes, en sus sueños y en su desarrollo como mujeres.

En Nuez de coco se perciben oposiciones binarias constantes: la tradición frente a la modernidad, las costumbres frente a la moda, la lengua materna frente al inglés, la aceptación al diferente frente el rechazo. A pesar de los cambios históricos y sociales que se han producido en el pasado, la desigualdad continúa vigente. Es significativa la distinción existente entre las generaciones de Ofilwe, la de su madre y la de su abuela: las formas de vida han cambiado, pero la huella del pasado es imborrable.

La forma de relatar estas historias es singular, ya que combina diversos géneros como el diario, la narración, el diálogo y la epístola, incluyendo además un poema. Esa fusión, junto al cambio de punto de vista y de tiempo (que oscila entre el pasado y el presente), muestra una gran originalidad en la escritura de la autora. Florescencia, su última novela y que fue la  primera en llegar a nuestro país, de la mano de Alpha Decay, ya tuvo una buena acogida cuando se publicó en 2018 y no nos extraña. La literatura de Kopano Matlwa es una sacudida mental y emocional, pero una sacudida necesaria.

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