El próximo 12 de Diciembre llegará a España Camino de la Cruz, la escalofriante película de Dietrich Bruggemann. En ella se puede ver cómo los padres y la educación católica mal orientada en su enseñanza, pueden influir de manera sorprendente en una adolescente.
María (Lea Van Acken), se encuentra atrapada entre dos mundos: por un lado es una chica normal de 14 años que piensa en salir, en sus amigas y en cualquier otra cosa que les interesa a las chicas de su edad. Sin embargo, está educada en el tradicionalismo católico de la Sociedad San Pío X y todo lo que ello conlleva: lo que piensa, dice y hace debe ser juzgado ante Dios. Su madre (Franziska Weisz) no le ayuda a que esa carga sea más llevadera, incluso le castiga cuando hace algo impropio ante su religión. Por suerte se encuentra a su lado la niñera Bernadette (Lucie Aron), quien le hace ver que no todo lo que le rodea o hace es malo. Pero María no está convencida, lo que le llevará a una serie de acontecimientos de lo más inesperados.
La historia es una metáfora de todo lo que le sucedió a Jesucristo cuando fue crucificado, contándolo a través de los ojos de una niña. El título es la base de lo que sucede, ya que la protagonista lleva el “Camino a la Cruz” con todos los sacrificios que está haciendo al aceptar las duras imposiciones del catolicismo. Si además le añadimos que es una adolescente con sus propios pensamientos y suposiciones, la combinación es la peor de todas. Es una interpretación del catolicismo más extremista en todos los aspectos de la vida: desde qué música puede escuchar hasta qué debe comer. Se demuestra que existen casos en los que algunos padres no prestan la atención que merecen sus hijos y le otorgan más importancia a su religión que a su vida cotidiana.

Hay una comparación entre algunas religiones y también con el catolicismo moderno, mostrándolo como algo negativo ante las creencias de la tradicional familia del filme. Tanto es así que María no puede tener los amigos que ella quiere porque no piensan las mismas cosas que ella y ven su Fe desde otro ángulo. Está tan absorbida por su educación que no se permite ningún desliz y si esto se produce, se castiga.
Por ello, los actores reflejan correctamente el dramatismo de la cinta, los sentimientos y las situaciones que se producen. Lea Van Acken, pese a su corta edad, merece un aplauso por su gran actuación, haciendo que el espectador se meta en su vida, pensando que es de ellos mismos.
Un aspecto que quizás no pueda gustar es la carga de actos católicos cotidianos que se realiza durante su narración, ya que puede haber personas a las que todo el asunto les moleste o incomode.
Esta es una película para pensar de qué manera se puede mostrar mejor a un hijo la religión de forma que no la aborrezca o la lleve al extremo.
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Imágenes: Iris Sen Bravo