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«Ladrona de libros»: cuento triste de historias robadas

Ladrona de libros (Random House Mondadori), la última novela de Markus Zusak recientemente llevada a la gran pantalla, cosecha un innegable éxito casi una década después de su aparición original: una cruda historia disfrazada de cuento de fácil lectura y lleno de detalles inolvidables.

Sophie Nélisse como Liesel Meminger, en la adaptación de 20th Century Fox.
Sophie Nélisse como Liesel Meminger, en la adaptación de Brian Percival.

Todas las historias que se desarrollan con la Alemania nazi como telón de fondo impresionan, estremecen y se quedan grabadas de un modo particular; tal vez por el sentimiento de desolación aparejado a la catástrofe humana de la que fue testigo el mundo en un periodo muy corto de tiempo. Ladrona de libros no es una excepción: el hecho de que su protagonista sea una niña de corta edad e indefensa ante la barbarie, que encuentra en los libros su mejor refugio blindado, nos coloca en una perspectiva diferente desde la cual enfrentarnos a la brutalidad cotidiana de la Segunda Guerra Mundial.

Al asomarnos a este cuento en el que no se disimula el brillo de valores como la amistad y el valor es fácil que las emociones se vean destapadas. En un careo constante con la muerte, que rozará a cada rato a los protagonistas en un macabro juego, veremos relucir la esperanza de muchos inocentes. La devoción de Liesel Meminger -que encuentra en una familia adoptiva el apoyo necesario para crecer poco a poco e intentar dejar atrás las pesadillas que la empujaron al abandono- por los libros es delicadamente retratada con una naturalidad única, sin necesidad de demasiados trazos, así como su pequeño mundo poblado de personajes infantiles y adultos de muy marcadas características.  Su recelo hacia un entorno lleno de sombras, peligros mortales e injustos secretos le lleva a ansiar desaparecer, en ocasiones; y en otras, simplemente, seguir leyendo para aferrarse a la belleza artificial.

A través de estas páginas no será Liesel quien nos sitúe en el escenario de su vida, sino una narradora más peculiar: la Muerte, testigo silenciosa de un mundo en guerra y la encargada de llevarse consigo las almas de aquellos cuyo tiempo terrenal expiró. Una vez desechado el prejuicio tipo “Otra novela más sobre el Holocausto”, nos encontramos con una historia tan frágil como potente, elaborada en base a un peculiar ritmo que despertará el interés lector casi al instante, y que resulta en definitiva una recomendable sugerencia que ha visto crecer su popularidad gracias al boca a boca.

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