Esta mañana se ha presentado en el Club Internacional de Prensa de Madrid el libro Libya Close Up: una compilación del fotógrafo Ricardo García Vilanova y su trabajo de campo en Libia, proyecto que ha sido financiado íntegramente mediante crowdfunding.
Reunidos en una pequeña sala del Club Internacional de Prensa, y acompañados del fotoperiodista Gervasio Sánchez, de los periodistas Javier del Pino y Félix Flores, del vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Aurelio Martín, y del editor de Blume, Leopoldo Blume, esta mañana hemos asistido a la presentación de Libya Close Up, un libro que ha podido salir a la luz mediante financiación colectiva.
Tal como se explica en la web del proyecto, García Vilanova, fotoperiodista freelance, fue secuestrado en Siria durante más de seis meses y regresó a España el pasado mes de marzo. Así, la cantidad solicitada se destinaría a asegurar la estabilidad económica del fotógrafo durante el tiempo que permaneciese inactivo. Sánchez iniciaba su comparecencia subrayando el papel responsable de la prensa española durante el cautiverio del fotógrafo, quien además dio una «lección de dignidad» al mantener su silencio, contrariamente a otros casos. Asimismo, explicaba que en poco más de tres días se reunieron 30.000 € para la campaña: «Lloré de emoción al ver la fuerza que tiene esta profesión cuando se dejan a un lado las cortapisas y el periodismo de casta», confesaba.
El protagonista del acto -cuyo trabajo fue calificado como «demoledor» por Sánchez- fue breve durante su turno de palabra, pero alcanzó a declararse «abrumado» por el apoyo recibido. Por su parte, Blume definía la experiencia de haber recibido la colaboración de unos 800 donantes -más las librerías que se sumaron al proyecto- como «solidaridad maravillosa», un «pequeño milagro». «Es muy importante estar muy cerca de donde pasan las cosas, porque tenemos mucha información, pero seguramente estamos mal informados», comentaba, poniendo de manifiesto la necesidad de poder elegir y recibir una información gráfica sin intermediarios, de calidad e independiente.
Por su lado, Javier del Pino admitió sentir tanto «orgullo» por haber participado en la creación del libro como «envidia» por García Vilanova, recalcando así la importancia del periodismo revalorizado por profesionales que «hacen útil» esta profesión, en contraposición al «periodismo de salón» al que muchos están habituados. Además, aprovechó para reflexionar acerca de la valoración del «éxito» y el «talento», que «están muy mal vistos» en este país. Un humilde García Vilanova se justificaba esgrimiendo el argumento de la vocación: «El dinero es una necesidad, pero no el objetivo final», decía.
Durante la presentación hubo tiempo para virar hacia otros asuntos de interés que atañen a esta profesión: desde la precariedad a la que están condenados los periodistas freelance hasta la poca visibilidad del periodismo independiente. «Me ofende que Ricardo haya tenido que esperar a un secuestro para darse a conocer», se quejaba Sánchez, al tiempo que denunciaba el «provincianismo y poca cultura periodística» que, según él, son señas de identidad en España. «Trae más cuenta tirar de tertulianos; seguramente las empresas consideran que el dinero está mucho mejor invertido en pagar a gente que opina y sabe de todo», aportaba Flores, para añadir que uno de los males del periodismo es la «reducción de tiempo y espacios» que sufre actualmente. A su vez, Del Pino añadía el «embrutecimiento de la audiencia, cada vez menos interesada por los engranajes que mueven el mundo», y la «desgana por cualquier información que venga más allá de los Pirineos».
Antes de finalizar el acto hubo una ronda de preguntas, en la cual se abordaron temas como las previsiones de futuro de los participantes respecto al porvenir de este trabajo -Sánchez calificó de «terrible» la situación para los profesionales que se vive actualmente en países como Iraq y definió como «grave problema» el doble hecho de que no exista un «seguimiento de las historias» y que, además, se «elimine la cobertura» de temas poco visibles en periódicos nacionales- o cómo se transforma un profesional cuando es testigo directo de conflictos que segan vidas humanas. García Vilanova, decidido, afirmaba: «Es irrelevante» contar cómo le transforman a uno dichas experiencias, «nosotros somos los transmisores; a los que hay que dar relevancia es a las víctimas».