Confieso que no tenía ni la más remota idea de quién era Julián Herbert. Y que no entiendo cómo ésta, su primera novela, ha tardado tanto en llegar a nuestro país. Algunos comparan a Herbert con Irvine Welsh, otros con Cortázar. Yo no estoy seguro de poder compararle con nadie, ciertamente.
Un mundo infiel, publicada recientemente por Malpaso en España, es una novela áspera y oscura. En sus poco más de 150 páginas nos ofrece varias historias que se entrecruzan al norte de México y al otro lado de la frontera. La prostitución, la droga, la violencia y los oscuros secretos que atenazan las almas de los protagonistas, a veces sugeridos, otras expuestos explicitamente, casi te dejan sin aliento.
Hay en la novela una angustia constante. Los personajes mantienen esos rincones oscuros en su interior, aquellos pedazos de vida que todos tenemos y que es mejor que permanezcan ahí, esa infidelidad para con los demás tan nuestra, pero a veces las circunstancias los sacan a la luz, y en la novela de Herbert eso significa un estallido de violencia, provocada o fortuita, como en el caso de la «Historia de un par de piernas», joya cargada de un humor negro que hiere y se te clava dentro hasta el final, cuando el hombre que estuvo pegado a dos piernas se enfrenta a los oscuros secretos puestos en práctica de un doctor gringo.
Desasosegante y oscura, la novela de Julián Herbert rasca y duele y es desagradable. La vida es demasiado corta como para desperdiciarla en libros que te dejan indiferente y no penetran en ti. Esta novelita, que huele a desierto y a frontera en cada página y en la que los personajes se van adentrando en sus miserias hasta exponerlas peligrosamente, no puede dejarte tranquilo después de acabar con ella. Toda esa basura tan bellamente escrita y descrita es tan dura como la propia vida de su autor, y no estamos ante el Irvine Welsh mexicano. Herbert es otra cosa.
Es duro de verdad.