Este año se ha celebrado por primera vez el Día Mundial Contra la Impunidad de los Crímenes Contra Periodistas, instituido por Naciones Unidas. Junto a ellos, Reporteros Sin Fronteras ha lanzado una campaña para evitar que estos delitos caigan en el olvido y, al mismo tiempo, reclamar justicia.
El próximo mes de abril se cumplirán catorce años de la muerte de José Couso. El cámara, fallecido en Irak en un ataque del ejército estadounidense al hotel donde se alojaba la prensa, encabeza una lista desgraciada, que no debería existir, de periodistas desaparecidos en el ejercicio de su profesión y cuyos asesinos, aún hoy, siguen sin haber dado cuentas ante la ley. Para recordarles a ellos y a la necesidad de justicia, Naciones Unidas celebró el pasado 2 de noviembre por primera vez el Día Mundial Contra la Impunidad de los Crímenes Contra Periodistas, y, con ellos, Reporteros Sin Fronteras (RSF) lanzó la campaña #FightImpunity. La organización ha puesto en marcha la iniciativa con el objetivo de movilizar a la población para que demande a sus respectivos jefes de Estado por estos crímenes, donde, como en el caso de Couso en España, la injusticia y las presiones diplomáticas porque el caso se archive claman al cielo.
Según publica RSF, durante la última década cerca de 800 periodistas han sido asesinados mientras realizaban su trabajo, y en un 90% los delitos siguen sin resolver. “Lo que consigue semejante nivel de impunidad es algo así como envalentonar a los autores”, apunta la organización desde el comunicado de prensa.
Con las historias de otros diez periodistas desaparecidos, la campaña señala directamente a los sistemas judiciales y policiales de los distintas países que han permitido que algunos de estos crímenes permanezcan sin culpables, en algunos casos desde hace veinte años.
La mexicana María Esther Aguilar Cansimbe cubría cuestiones nacionales en varios periódicos de su país, estaba especializada en la cobertura de la delincuencia y del trabajo de la policía. El 11 de noviembre de 2009 desapareció sin dejar rastro. En ese momento se encontraba investigando un caso de abuso de autoridad por parte de la policía de su localidad.
Akhmednabi Akhmednabiyev era conocido por hablar de violaciones de derechos humanos, de fraude electoral y de la persecución de las minorías religiosas en la zona de Daguestán, una república de la Federación Rusa con grandes tensiones étnicas. Su nombre estaba en una lista negra de periodistas junto al de otros periodistas y abogados defensores de los derechos humanos. En julio de 2013 fue asesinado cuando salía de su casa. “La investigación se cerró, no obstante, un año más tarde, el 30 de julio de 2014 sin detenidos. No tuvieron efecto ni las apelaciones contra el cierre ni las peticiones de que el caso se transfiriese a las autoridades federales rusas”, denuncia RSF.
Así, uno a uno, se va conformando esa trágica lista con otros asesinados, desaparecidos y torturados en Irán, Líbano, Eritrea, Serbia o Costa de Marfil. Entre ellos, la presencia de España en el caso de José Couso destaca como país desarrollado y democrático. Su familia y su abogado, Enrique Santiago, aún siguen luchando para que se haga justicia mientras los documentos filtrados por Wikileaks dejan a la luz que Estados Unidos presionó a los distintos gobiernos del Partido Popular y Partido Socialista para lograr que el caso se archivara.
Por otro lado, tras la reforma de la Justicia Universal, la Audiencia Nacional queda sin capacidad de investigar lo que ocurrió aquel día, aunque el pasado mes de marzo el juez que dirige la investigación, Santiago Pedraz, se negó a darle carpetazo y aún demanda que los militares que dispararon declaren ante una organización internacional para que se haga justicia por Couso.
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Fotografía: Clasesdeperiodismo