Submarino en la noche de Chen Chuncheng es una de las últimas novedades publicadas por Aristas Martínez. Se podría decir que existe algo especial en la literatura. Esta sería su capacidad para sumergirse en un mismo tema de mil maneras diferentes, la posibilidad de enlazar realidad y ficción o la de recrearse en mundos de lo más insólitos y surrealistas. De estas virtudes bebe este compendio de relatos.
Imagina viajar en submarino, moldear nubes o investigar músicos clandestinos. Ahora, fantasea con la capacidad de poseer el don de la palabra, de ser el mejor escritor, pero no poder compartir tus historias. Estos son algunos de los escenarios planteados en estos nueve relatos contenidos en Submarino en la noche. Todos ellos quedan unidos por un cordón umbilical común, por el actos de contar historias, la imaginación. Leer también esconde este ejercicio: “Cerré los ojos, enfoqué mi mente y, en poco tiempo, el libro rojo pálido se mostró con contundencia hacia mí. Extendí la mano invisible y abrí la cubierta”.
La escritura de Chen Chuncheng se nutre de la tradición asiática, pero también de la occidental; por ello, sus relatos se mueven con fluidez entre los tópicos más clásicos de ambas literaturas para encontrar lugares comunes como el destino, lo clandestino o el paso del tiempo. A través de un estilo pulido, rico y delicado (y con una traducción increíble de Teresa I. Tejada y Tyra Díez), el autor nos hace viajar por la fantasía y la ciencia ficción con una estructura muy verosímil pues se construye desde la congoja humana. De este modo, la tribulación del tempus fugit, al seguir tus ideales pese a las normas autoimpuestas, la muerte de la infancia y con ella de ese Peter Pan interior, o la relación con nuestra historia pasada y futura se muestran crudos en situaciones que nos son comunes, pese al componente fantástico.
La lectura de Submarino en la noche pide pausas entre los relatos, para disfrutar de cada uno con tranquilidad. Cada uno de ellos encierra decenas de lecturas y alusiones. De este modo, no es difícil encontrar referencias a autores como Borges o Wang Xizhi, a personajes como Ivan Ilich, a pintores tales como Guan Tong hasta la arquitectura budista china, pasando por el taoísmo. Junto a estas influencias explícitas, se encuentran pequeños guiños implícitos que, seguramente, aumenten en una segunda lectura. La obra de Chen Chuncheng contiene multitudes, como diría Whitman, lo cual me parece interesantísimo porque se pueden extraer textos diferentes cada vez que se acceden a ellos. Te lo recomiendo encarecidamente.