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«Un mundo propio», el cuaderno de bitácora de un soñador

La Uña Rota edita en español Un mundo propio de Graham Greene, un pequeño diario tan íntimo y personal como los sueños que visitaron al autor durante un cuarto de siglo.

Unmundopropio_portada(1)Los sueños siempre nos han fascinado por su potencial puesto al servicio de la creatividad. No faltan ejemplos de autores que han visitado con frecuencia la frontera sueño-vigilia: Robert Louis Stevenson, por ejemplo, escribió Dr. Jekyll y Mr. Hyde después de soñar la historia entera. Otro que supo explotar al máximo la combinación sueños-literatura es Lovecraft; y siguen la nómina Kafka, Walter Benjamin o Georges Perec -autor reseñado en El escritor en su paraíso.

Cuando era aún un adolescente -lo contaría más tarde en sus memorias-, Graham Greene decidió suicidarse mediante la ruleta rusa. Disparó, pero tuvo (tuvimos) suerte. Su salvación, esa experiencia adrenalínica y tan intensa, le sirvió para aliviar las continuas depresiones, aunque fue derivado al psiquiatra (donde pasó «los mejores seis meses» de su vida, según comentaría), quien le pidió que empezase a anotar sus sueños y le ayudó a lidiar con su ánimo melancólico. Poco después el autor ya acostumbraba a dormir con papel y lápiz cerca de su cama, para poder reconstruir nada más despertar sus sueños a partir de esos pequeños hilvanes de grafito.

Nos encontramos ante una obra madura: Un mundo propio, que no podía haber sido titulado más acertadamente, fue concebido cuando a Greene le quedaban pocos meses de vida. Encargó a Yvonne Cloetta (su compañera durante los últimos años, quien en este libro refleja sus vivencias junto al novelistala selección e impresión de algunos de los sueños que había ido registrando desde 1965 hasta poco antes de su muerte. Este pequeño diario es una invitación a viajar entre los dos mundos del autor: el Mundo Común y el Mundo Propio, al que Greene llamaba farfelu: suponemos que, en su vasta imaginación, tal vez existiese un código lógico que dotase de significación a todo cuanto moldeaba con palabras. Es en este farfelu donde el autor se encuentra más a gusto: lo cultivaba con mimo de la misma manera que rehusaba escribir una autobiografía y respetaba las vidas ajenas. Pero, en cierto modo, esta compilación es también una autobiografía, pues nos invita a conocer su universo más reservado, sus extrañas ensoñaciones, su parcela de intimidad más genuina.

Viajes, encuentros con escritores, políticos y estadistas o aventuras en el MI6, el Servicio de Inteligencia Secreto británico, son sólo algunos de los pasajes que podemos encontrar entre estas páginas. Aunque también se deja constancia de alguna pesadilla, esta curiosa bitácora que registra los paseos de Greene por las sendas de Morfeo puede calificarse de libro amable y ligero, cuya sencillez narrativa combina con su elegancia. Si bien encontramos en este Diario de sueños un registro más alejado de las anteriores novelas, juzgo imprescindible este librito para los incondicionales de Greene que quieran completar su bibliografía.

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