Me preguntó mi hermana hace unos días que si le recomendaba leerse este verano a Simone de Beauvoir. La autora francesa escribió numerosas novelas (con Los mandarines ganó el prestigioso Premio Goncourt), ensayos y unas memorias. Sin embargo, cuando alguien te pregunta por la lectura de Beauvoir, se refiere casi con total seguridad a El segundo sexo, una de las biblias del feminismo. De ella se extrae la famosa frase: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Asociada a esta cita tenemos la imagen de la filósofa francesa con su tocado trenzado y una marcada sonrisa, icono del feminismo. ¿El problema de que se haya mitificado a Simone? Pues que es vista casi como una diosa y los dioses no son humanos, no son cercanos.
En fin, que me desvío del tema. A mi hermana le dije que no, que bajo ningún concepto se le ocurriera empezar a leer El segundo sexo porque iba a acabar desistiendo. No se puede empezar en el feminismo por el tejado. Acababa de leerme Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir, publicado por Lumen, de nuestra querida Carmen G. de la Cueva y no dudé en recomendárselo. Por cierto, en la entrevista que realicé a la autora (podéis leer la parte I aquí y la II aquí), ella misma apuntaba a quienes quisieran introducirse en el feminismo de Simone de Beauvoir que no se les ocurriera empezar por El segundo sexo. «Yo es que me quería cortar las venas», comentaba Carmen sobre su primera lectura del denso ensayo.
Me decía la autora que durante la escritura del libro tuvo que hacer un esfuerzo muy grande para no juzgar a Simone. Y ella misma nos dice a lo largo de las páginas de Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir que, efectivamente la filósofa francesa tenía comportamientos que quizás no entendamos. La propia Simone juzgó y también compitió con otras mujeres. Es lo que tiene el patriarcado, y la que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Así que os pongo un ejercicio para la lectura de esta biografía: intentad no juzgar.
“Me ha costado casi treinta y un años de vida darme cuenta de que criticar o envidiar a otras mujeres me debilita, me causa dolor e inseguridad. Es más, el feminismo me ha ayudado a vislumbrar una idea esencial que poco a poco está cambiando mi vida y mi relación con las mujeres: desde niñas, el patriarcado nos educa para competir entre nosotras, para destacar, para ser mejores que las otras, y nos convierte en enemigas” (Carmen G. de la Cueva).
Como ya consiguió con Mamá quiero ser feminista, Carmen G. de la Cueva nos acompaña en este recorrido por la vida de Simone de Beauvoir y ayuda a que nos reconozcamos y nos descubramos gracias a esa persona con luces y sombras, con dudas y miedos, muy lejana a la imagen de «diosa del feminismo» que hoy tenemos de ella. Pero, sobre todo, esta biografía hace que le demos la mano a Simone, que nos anima a luchar y seguir adelante en un mundo que nos lo pone muy difícil:
“A lo largo de los miles de páginas autobiográficas que escribió, he comprobado que esta mujer jamás se rindió, que creyó en su vocación, en su talento, en sus ambiciones y nunca pensó que no lo lograría por el hecho de ser mujer. Ella sabía que la trataban con condescendencia, incluso con cierta amabilidad, porque no la veían como rival”.