Antes de la aparición de un peligroso virus y de una reclusión vivida, hubo un tiempo en que la vida era totalmente normal. Quiero recuperar ese momento para contaros que, justo antes de la pandemia, llegó a mis manos un maravilloso libro ilustrado que hoy merece ser recuperado. Se trata de La Ciudad de Cristal de Isabel Greenberg, publicado por Impedimenta y traducido por Lorenzo Díaz. Esta es la tercera obra de la ilustradora que publica dicha editorial en nuestro país, tras La Enciclopedia de la Tierra Temprana y Las cien noches de Hero.
La Ciudad de Cristal es un bellísimo libro ilustrado sobre la vida de las Brontë y sobre las ficciones que crearon en los primeros años, antes de componer sus obras individuales. La ficción se intercala en la realidad y, junto a personajes como Charles, realizamos un recorrido por la existencia de Charlotte, Emily y Anne, desde el año 1825 hasta 1847. Esa fusión de elementos enriquece el conocimiento del lector, que no solo descubre las alegrías y desventuras de las hermanas, sino que halla algunas invenciones de sus primeros escritos.
La obra de Greenberg fluctúa entre un presente y un pasado, entre la fantasía y la realidad, entre la dignificación y la reivindicación de las hermanas Brontë. Ellas muestran una lucidez extraordinaria y contemplan y reflexionan sobre las distinciones de género, siendo mujeres en la Gran Bretaña del siglo XIX, y de etnia, a través de Quashia Quamina. La Ciudad de Cristal se muestra como un espacio imaginario al que se puede viajar cuando se desee o necesite, a pesar del conflicto que allí se desarrolla. Las ilustraciones son generalmente oscuras, predominando los tonos granate, anaranjado, mostaza, negro, gris y azul oscuro: grises y negros para los diálogos entre Charlotte y su personaje Charles Wellesley, y matices más coloridos para las historias creadas por los cuatro hermanos.
Branwell, el hermano, adquiere cierta relevancia en esta obra, desde las primeras historias que escribe hasta sus peores momentos, trazando la autora la evolución que vivió y cómo se plasmó en sus familiares. Uno de los logros de este libro ilustrado es la capacidad de fantasear con los pensamientos de las Brontë y sus inquietudes: el temor ante la enfermedad acechante, el deseo de aprender, la necesidad de contar historias, la dificultad de ser mujer (como señala Emily: “Quien fuera hombre para tener el mundo a sus pies”)… También resulta muy interesante el reflejo de las experiencias de Charlotte en Roe Head y en su posterior empleo como maestra, mientras los personajes de su inventiva le persiguen de día y de noche.
Este universo imaginario fue el faro que iluminó la creatividad de las hermanas Brontë durante años y así lo refleja la ilustradora en su obra. Por tanto, dejémonos guiar por La Ciudad de Cristal de Isabel Greenberg y descubramos a Charlotte, Emily y Anne.