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‘La chica de hielo’ muestra las consecuencias más oscuras del deporte

Portada: fondo beige amarronado. Un medio plano de una chica blanca se encuentra de espaldas. Ella lleva su pelo liso castaño en un moño alto. Además, por su cuerpo suben esquirlas de hielo. El título está escrito en azul, una palabra en una línea ocupando toda la portaCross Books publica la última novela de Andrea Tomé, La chica de hielo. Tras Tokio 2020 y esperando las Olimpiadas de Invierno, nuestra mirada se ha posado en la cara más oscura y oculta del deporte. Simone Biles ha sido una de las caras más visibles que ha denunciado el abuso sexual que sufrió o ha dado visibilidad a la ansiedad. Gracias al movimiento “Me too”, “Yo sí te creo”, se ha comenzado a vislumbrar cual es la situación de muchas mujeres en diversos ámbitos de su vida. Regresando a la competición de élite, las agresiones tienen una gran repercusión en la salud mental de las deportistas y el más mínimo fallo en un ejercicio de este nivel, puede tener consecuencias fatales. Tomé ha tomado este el tema para construir una historia sobre las consecuencias y la curación.

La chica de hielo narra la historia de Carmen, una prometedora patinadora sobre hielo que aspira a estar entre los mejores. Gracias a al gran nivel que consiguió que uno de los mejores entrenadores de este deporte se fijase en ella y decidiera tutelarla. Esto le llevó a vivir dos años en Toronto. Todo su futuro se truncó cuando él abusó sexualmente de ella. Este es el punto de inicio de la novela: Carmen acaba de regresar a España para curar sus lesiones causadas por un mal salto. Nadie conoce los sucesos. Ella parece no encontrar las palabras, ni su psicóloga puede llegar hasta Carmen. Este es el relato de una muchacha que trata de sobrevivir. Por suerte, el cambio de aires le traerá un grupo de amigos que la apoyaran y la creerán.

Andrea Tomé escribe una historia construida como copos de nieve cayendo: cada palabra se escoge por sus matices para crear una extensa capa de hielo que muestra el dolor frío; pero también la belleza de esas motas únicas cautivadoras. Así pues, se expone un relato con un doble trasfondo. Por un lado, lo que se ve desde fuera (sería esa belleza). Por otro, el mundo interno que absorbe las experiencias malas, pero también se nutre de los lazos y uniones afectivas (remitiría a los copos de nieve). Esta novela de adolescentes, dirigida a ellos como público objetivo, contiene referencias e inquietudes de su día a día —permitiendo disfrutar también a los mayores de una novela con temas tan actuales como necesarios—. Los personajes de La chica de hielo se definen tanto por sus luces como por sus sombras. Es decir, sus problemas, sus enfermedades, sus miedos, su humor, sus caracteres complementarios o su amabilidad otorgan a la narración humanidad y un realismo tangible (incluso en algunas ocasiones hay unos brillos de magia).

Cross Books publica una novela que gira en torno a la importancia que tienen las palabras (tanto en el poder otorgado como el suyo intrínseco). Callarse algo nos puede llevar a pensar que algo nunca pasó, que así no puede rompernos o que alguien no puede dañarnos o controlarnos.  A Carmen le cuesta verbalizar sus vivencias, porque no encuentra esa voz que le permita hablar. Este planteamiento comienza a recordar a los cuentos populares y a los seres mágicos. En “Nota de la autora” Tomé apunta: “Hacía tiempo que quería escribir sobre los abusos sexuales. Ya lo había hecho en no ficción sobre algo […] que me ocurrió […] quería escribir este libro porque quería quitarme la espina; porque quería reclamar la historia». Por ello, en el momento adecuado, expresar aquello que nos pesa puede resultar catártico. La chica de hielo se trata de una de esos relatos necesarios.

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