La serie estadounidense de HBO que acabó su primera temporada el pasado mes de septiembre perfila ya su segunda para este nuevo año. En La Huella Digital te contamos la trama y te damos la opinión de esta nueva serie que ha logrado polarizar las críticas de medio mundo. Y todo sin spoilers.
Una despedida siempre es dura. Tanto si es de un ser amado, como de una mascota querida o del lugar que te sirvió como hogar en la última docena de años, un adiós es algo difícil y descorazonador.
La historia de The Leftovers –que se podría traducir por algo así como “Las Sobras” o “El Resto”– no toma acción ni un 15 de abril ni un 26 de septiembre, sino un 14 de octubre, cuando el 2% de la población mundial desaparece súbitamente. Así, sin más, como por arte de magia, igual que los programas de Carolina Ferre o igual que Kiko Rivera se zampa un bocata de serrano. ¡Chas, visto y no visto!
¿Y los que se quedan? ¿Qué ocurre con ellos? Cuando se nos marcha alguien a quien amamos, algo en nuestro interior se queda hueco, vacío aunque lleno de angustia y añoranza, y es entonces cuando la máquina de autocomplaciencia comienza a trabajar a mil revoluciones: “Se fue con Dios”, “Va a un lugar mejor”, “Así es la vida”, “Unos nacen y otros mueren”… Excusas banales para sofocar la pena que arde en nuestro interior. Excusas que al fin y al cabo han servido y sirven de bálsamo.
¿Pero sirven estas excusas cuando nuestros seres son arrancados de nuestro lado sin morir, sin estar enfermos, sin razón alguna y sin decir adiós? Esa es la premisa y núcleo de esta serie, la de presentar una sociedad aturdida, golpeada y choqueada por la partida de millones de personas, familiares al fin y al cabo de los que se quedan. Son sus personajes, por tanto, contenedores de tristeza, confusión y rencor hacia nada concreto, pues no es nada concreto el causante de que se los hayan arrebatado. Son personajes casi robóticos, lo que en ocasiones provoca que le sea difícil al espectador empatizar con ellos; aunque a su vez, éstos abordan un novedoso enfoque en el ya manido catálogo de personajes prototipo seriales.
La trama coral se desarrolla en un pueblo de los Estados Unidos, en Mapleton, para más detalle. Es un pueblo cualquiera, sin singularidades especiales, como bien lo era Twin Peaks, de la que pronto veremos también una nueva temporada. Ambos enclaves se vieron sacudidos por sendas tragedias, la de Laura Palmer por un lado y “La Partida”, como ellos lo califican, por otro. Y al igual que el agente Cooper lo hacía en Twin Peaks, en The Leftovers el que investiga es su protagonista, el agente Garvey, interpretado por Justin Theroux.
El policía es un hombre al que no le quedará más remedio que tratar de mantener el orden en su localidad a la vez que hace malabares para mantener la estabilidad de su hogar. Su hijo está desaparecido junto a un gurú en mitad de ninguna parte; su hija, inmersa en un ataque de rebeldía adolescente; y su mujer Laurie ha ingresado en una secta. Sí, ese es el gran pilar de la serie tras la premisa principal, la de una secta de hombres y mujeres que se visten de blanco, no hablan y fuman compulsiva y constantemente. Les denominan “The Remnants” –Los Remanentes, Los Restos–, tratan de hacer ver al resto que es inútil refugiarse en la pena y el dolor y vigilan selectivamente a sus nuevas presas. Entre las cuales se encuentra nuestra elfa favorita Arwen, quiero decir, Liv Tyler.
Un cura, una mujer que perdió al resto de su familia el día de la partida, el padre sonado del policía, una alcaldesa de color con dos bemoles bien puestos y alguna que otra sorpresa más completan el resto del reparto. El cual habrá que centrifugar con sentimientos tan humanos como la fe, la redención, la culpa, la rabia o la locura, hasta deshumanizarlos y volverlos autómatas, como ya apunté anteriormente. Pues la mayoría de las veces se mueven por impulsos, por puro instinto, como si el día que se llevaron a sus familiares también se hubieran llevado un pedazo de su condición racional.
A modo de anécdota, añadiré que en el capítulo piloto nos enteramos de que Jennifer López y su culo fueron unos de los que se fueron sin decir adiós. Y a modo de anécdota también diré que la serie va firmada por uno de los guionistas de Perdidos, Damon Lindelof. Es decir, los secretos de la serie no se resolverán o se resolverán como el culo, como el de la López.
A favor de esta serie diré que está la interpretación de sus actores en sus papeles noqueados, su trabajada cabecera, que consta de 10 capítulos y que hay escenas verdaderamente impactantes. En contra, su ritmo lento y que muchas veces piensas “¡Qué cojones me están contando!” y al final de cada capítulo te queda ese amargor de temer que nada tendrá sentido. Por otra parte, ¿qué sentido tiene una despedida sin adiós?
Hasta la semana que viene, huelleros. Sí, yo sí me despido diciéndoos “hasta luego”.
PD: mi reflexión final de telespectador de hoy es: “¿Qué famoso te gustaría a ti que desapareciera sin decir ni mu?”
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