La pasada semana tuvo lugar en The Irish Rover de Madrid el XV encuentro de Pelis y Tuits, al cual acudieron el director de cine Pablo Berger y el actor y cómico José Mota, para presentar su última película, Abracadabra, que se estrenará en los cines el próximo 4 de agosto. Sin embargo, ninguno de los asistentes éramos conscientes de la sorpresa que nos tendrían preparada al final, y mucho menos que este humilde redactor acabara siendo partícipe de ella.
El pasado martes 18 de julio dio comienzo la XV edición del evento Pelis y Tuits. Para aquellos que desconozcan en qué consiste, se trata de un encuentro mensual organizado por Silencio en la Sala, un grupo de cinéfilos con muchas ganas de charlar sobre cine, trayendo consigo a unos invitados de lujo, a los que los asistentes al evento (tanto la prensa como el público) podrán realizarles cualquier pregunta relacionada con el tema en cuestión, y de esta manera apoyar un poco al cine español, el cual, debo admitir, está remontando notablemente. Para esta ocasión, hemos contado con la presencia del director de cine Pablo Berger (Torremolinos 73, Blancanieves), quien vino a hablarnos de su tercera película, Abracadabra, protagonizada por Antonio de la Torre, Maribel Verdú, y el otro invitado al evento, José Mota, quien interpreta en el film a un hipnotista que hipnotiza (valga la redundancia) al personaje interpretado por Antonio de la Torre, cambiándole por completo su personalidad y dando pie a la trama de la película.
El encuentro dio comienzo con la pregunta de rigor, “¿cómo surgió la idea de Abracadabra y cómo surgió este binomio?”
“La idea surgió hace 30 años, fui a una discoteca con un amigo, y de repente sonó la música de El Exorcista, salió un hipnotizador y dijo ‘voy a hacer un espectáculo de hipnotismo’, y pidió voluntarios. Yo estaba atrás con mi amigo y mi amigo levantó la mano. Pero levantó la mano incrédulo y con ganas de boicotear el espectáculo (…), y yo decía ‘José, no vayas’ (risas). Subió al escenario, y el hipnotizador, en un instante, consiguió hipnotizarle con (chasquea un dedo) ‘Abracadabra’. Yo me quedé alucinado. Esa imagen no se me borró nunca, y cuando me puse a escribir el guión de Abracadabra fue ese como el detonante, ¿no? Pero eso es solamente como el principio; la película es mucho más, pero, no sé, me impresionó mucho ese momento de hipnotismo”, nos contaba Pablo Berger. “Y José Mota y yo, pues nada, un amigo común, el director de fotografía de Blancanieves, hizo de Celestina, y nos juntamos para cenar… Y aquí estamos, aquí seguimos. Dejamos a nuestras mujeres los dos, nos enamoramos (risas), y ya el resto es historia”, terminaba bromeando Pablo ante las carcajadas de los asistentes, viendo las miraditas sugerentes que le correspondía José Mota. “Sí, yo recibí una llamada”, proseguía Mota, “un número oculto. Nunca descuelgo, pero no sé por qué, algo me dijo ‘descuelga’. (…) Quedamos a cenar y Pablo tuvo el detalle de traer el guión de esta maravillosa película que es Abracadabra, un guión que en sí mismo, leído, ya es una obra de arte. A mí me parece que tiene un valor literario, lo que escribe Pablo, maravilloso. O sea, que si no hubieras hecho la película ya hubiera merecido la pena. Solamente el leerlo y disfrutar. Además me lo trajo dedicado para mí, es así Pablo de detallista, y me dijo ‘me gustaría que formases parte de este loco invento que es Abracadabra’. Y me lo leí, y la verdad que me quedé totalmente descuadrado (…) Luego lo leí otra vez, y a medida que lo iba leyendo, me iba subiendo, me iba embarcando en el proyecto, que me parece por encima de todo un cuento maravilloso, una fábula que trata, entre otras cosas, temas tan crudos como es el maltrato, el machismo, esquizofrenia, la gran liberación de una mujer, y otro tipo de cosas, porque es, como dice Pablo, matrioska, esas muñecas rusas, que vas sacando, y siempre hay una más pequeña, y más pequeña… Y para mí ha sido un disfrute estar en la peli, en esta maravillosa aventura, y siempre con la inquietud de decir, ‘¿pero cómo Pablo será capaz de coser toda esta locura, para que tenga sentido todo esto?’ Y luego lo hemos visto todo el equipo (…) y salimos maravillados. Por eso Pablo es Pablo. Así que, gracias, amigo, por haber contado conmigo”.
Aunque poco tardó Mota en sacarnos su faceta cómica. “Es verdad que, bueno, partes negativas que no se deban de contar… pero bueno, las voy a contar. Por ejemplo, la noche que cenamos en Alcobendas hicimos un sinpa y nos fuimos corriendo él y yo”, bromeaba. “Pero tenéis media guantá, os podían haber cogido”, le seguía la broma una persona del público. “No”, le respondía Mota, “yo me puse en la puerta primero, viendo que no había patrulla de policía (…) Los camareros tienen la costumbre que, yo no sé si os ha pasado a vosotros que, cuando terminas de cenar, que pides primero, segundo, tercero, postre, de estas veces que cenas bien, y tienen la mala costumbre de traerte la cuenta; y me ha pasado de traerme la cuenta y decirle ‘no, muchísimas gracias, no, de verdad, te lo agradezco, dile al maitre que por mí habéis quedado, de verdad… gracias’. Y sigo hablando, y muchas veces insisten, y yo, ‘pero no insistas, de verdad, o sea, que yo el detalle te lo agradezco, pero es que a mí no me entra más’. Insisten, insisten, insisten, y al final, pues te ves obligado a salir corriendo”. “Yo había tenido unas clases particulares de hipnotismo”, proseguía Berger, “y dije, ‘José, tú déjame a mí, que yo a este camarero le hipnotizo’, ¿te acuerdas?” “Sí, me acuerdo”, contestaba Mota, “pero no funcionó (risas) (…) Pero, bueno, la verdad que tuve, no me quiero ir por otro sitio (risas), la verdad es que esa cena fue maravillosa, porque, para mí, el hecho ya de que él me llame, es de los pocos directores que con sólo dos películas hasta la fecha, esta es la tercera, y hasta ahora la crítica la verdad que la está poniendo por las nubes (…), te mereces eso y mucho más, porque, yo que he visto a Pablo trabajar de cerca, rodar, y cómo trata cada secuencia, cada plano, con qué mimo, cómo escribe… Rueda igual que escribe (…) Es que es una obra de arte”.
Tras las bromas proseguían las preguntas por parte de los asistentes y organizadores del evento. “¿Cómo habéis logrado mantener y cambiar el tono de la película? O sea, la película es una comedia, en principio, porque luego tiene una parte dramaexistencialista, aunque no deja de ser comedia, pero luego tiene una parte thriller tremenda, pero no deja de ser comedia… (…) y se hablan de muchos temas muy interesantes y muy profundos (…). Incluso el personaje de José es un personaje que también tiene un poquito de drama (…). ¿Cómo habéis conseguido hacer eso?”
“No lo sé, no sabría explicarte”, contestaba Berger, “pero todavía hay un género más. Un par de géneros más. Hay un género musical, fijaros, y es un thriller de investigación; también es una aventura, terror… De alguna manera, como director, siempre quiero sorprender en cada película. Quiero sorprender al espectador, porque, antes que director, soy espectador, y me gusta mucho más ver películas que hacerlas; y a mí como espectador me gusta meterme en la sala, y no ver una película, sino me gusta protagonizarla, y eso es lo que he intentado. Yo quiero hipnotizar al espectador y que no sepa nunca lo que va a ocurrir, y ese mestizaje de géneros me permite sorprender al espectador con cosas inesperadas, sin duda. Sí que es verdad que hay un riesgo, pero es que en la vida hay que tomar riesgos, chicos, de eso no hay duda. El que no arriesga no gana nunca, y el miedo siempre está, pero el miedo lo que hace es mantenerte alerta, saca lo mejor de ti. Lo que José, Maribel, Antonio y yo hicimos es ser como una troupe de equilibristas y andar en la cuerda floja, y sabemos que el espectador va a estar diciendo, ‘¿llegarán al otro lado o se van a caer?’ Afortunadamente llegamos al otro lado, y eso es lo que hace que la película sea, no sé si buena o mala, pero sí inclasificable.
“¿El casting estaba claro desde el principio, o cómo surgió que fueran ellos los protagonistas?”
Berger: “Mira, yo trabajé con Maribel Verdú con Blancanieves. No la conocía, la conocía como espectador, como vosotros, y siempre he sido un gran admirador. Maribel Verdú es la historia viviente del cine español en los últimos 25 años, pero trabajar con Maribel fue mi mayor sorpresa de Blancanieves. Primero, porque es una actriz que ha hecho más de 100 películas, y resulta que sigue siendo moldeable; sigue yendo a los set de rodaje con ilusión, con ganas de agradar, de pasar un buen rato, y de tomar riesgos. Y la experiencia fue tan buena que sabía que tenía que ser la protagonista de mi siguiente película. Entonces, a Maribel lo tenía claro. El equipo técnico es el mismo que el de Blancanieves. Yo dije, ‘si Blancanieves fue bien, si algo no está roto no lo toques’ (…), pero me hacían falta dos coprotagonistas. Me hacía falta el marido de Carmen (Maribel Verdú); entonces, ¿quién es el mejor actor de la generación entre 40 y 50? Antonio de la Torre. Nueve nominaciones a los Goya, un Goya, Gordos, Que Dios nos Perdone, Primos, AzulOscuroCasiNegro, Balada… Bueno, la lista es interminable. Pero, como un seleccionador de fútbol, que se relaciona con los mejores jugadores, me hacía falta ese delantero que nadie espera, esa sorpresa (risas) (…) Me hacía falta ese Messi cuando estaba empezando, que es José Mota, que es mi arma secreta en esta película”.
Mota: “Yo, si quieres que te diga la verdad, hace dos años ya digo: ‘está tardando Pablo en llamar’, pero no quise decir nada porque soy una persona muy cauta (risas) (…). No, para mí fue, imaginaros, ¿no? Te llama Pablo Berger para una de sus películas (…). Con sólo dos de sus películas antes que esta, está considerado como uno de los directores de culto de España (…). Para mí era un regalo y un tren que no podía dejar pasar (…). En cuanto Pablo me dibuja cómo es el personaje de Pepe, empezamos a fondear un poquito cómo preparar el personaje, y cómo desde la verdad mía propia intentar construir el personaje y que fuese lo más real posible.”
(A Mota) “A raíz de cómo habéis preparado el personaje, toda la estética, el peinado, toda la ropa que lleva el personaje… ¿Nace de vuestras conversaciones o también es un poco parte del espectáculo que dio Pablo y lo habéis adaptado?”
Mota: “Bueno, la idea estética del personaje es verdad que la traía Pablo…”
Berger: “José, lo trabajamos entre tú, Paco Delgado… (…) Un trabajo de equipo. Sí que es verdad que en el guión había un personaje, y lo que intentamos es que las características del personaje, porque es importante que todo hable del personaje… Tú no tomas decisiones casuales; ni el pelo de José es casual, ni las camisas… (…) Hay una razón que habla del personaje.”
Mota: “Sí, porque él quería algo de mí, ya que se me ha visto tantas veces haciendo algún sketch donde llevaba una peluca distinta… O sea, ¿qué no me he puesto? Yo me disfrazo en Carnaval y la gente me conoce (risas) (…) Sí tengo que decir que la idea previa la traía Pablo bien clara. Es verdad que luego construyeron la peluca pelo a pelo, artesano. Eso es un arte. Es impresionante (…) cómo van cosiendo pelo a pelo, y tardan una barbaridad de tiempo. Cuando la tuvieron terminada, Pablo quería ver la peluca puesta en mí. (…) Recuerdo que me la pusieron, y entró Pablo y dijo ‘no, quiero menos pelo, menos densidad, que no parezca peluca, que sea una cosa natural’. Hasta que no encontramos ese punto y Pablo dio el ok… (…) y lo mismo pasó con el vestuario. Me fui probando un montón de ropa, con la peluca, y tal. Fue un trabajo que llevó su tiempo. Pero en ese sentido el mérito es de él, que es el que traía la idea más o menos física del personaje.”
(A Berger) “Quería preguntar un pequeño detalle. Tres películas que llevas y tres películas con tres protagonistas que se llaman Carmen. ¿Es una casualidad? ¿Por qué lo hiciste? (risas)
Berger: “Todas las protagonistas de mis películas se llaman Carmen, y que mi siguiente película, si es una mujer la protagonista, se llamará Carmen también. Es un nombre que me fascina. Me gusta jugar con las palabras. No es casual que en mis películas se llamen palabras muy largas y muy sonoras. Torremolinos, Blancanieves, Abracadabra… Mi siguiente película se va a llamar… ¿Cómo se puede llamar? José, Ayúdame.”
Mota: “Esternocleidomastoideo.” (risas)
Berger: “Todas esas películas están escritas y dirigidas por mí. No son mis películas, y son películas hermanas. Son mis hijos. Entonces, el ADN está ahí. Me gusta pensar que mis personajes están relacionados. Que mis Cármenes, la Carmen de Torremolinos 73 tiene una conexión con la Carmen de Blancanieves y con la Carmen de Abracadabra.”
“Por un lado, Pablo, Blancanieves es un poco todo lo contrario a lo que es Abracadabra. O sea, las dos están mezcladas. Me parece muy complicado hacer dos cosas tan diferentes y tan bien. ¿Cuál de las dos te ha supuesto mayor reto?”
Berger: “Como te decía, todas mis películas son mis niños (…). Después de cada película, un poco como el símil del embarazo, después de que una mujer dé a luz hay una depresión postparto. Yo tengo una depresión postparto después de cada película. Después de que termino la película y hago esa gira mundial (…) llego a mi camarote, que es mi productora, y digo, ‘¿y ahora qué?’ Y estoy triste, porque he estado con esta película tanto tiempo, y la tengo que dejar. Es como un hijo que ya es mayor de edad y ya te deja la casa. Es impresionante ese momento. (…) Y después de que has llorado por esa película (…) sacas esos guiones que tienes acabados o inacabados, o tu libreta de ideas… Volviendo a esa depresión post Blancanieves, que fue grande, porque después del éxito que tuvo y la repercusión que tuvo, ¿y ahora qué? (…) Pues de todos los proyectos que tenía encima de mi mesa dije, ‘este’, que es el más diferente de Blancanieves. Si Blancanieves es una película en blanco y negro, esta es en colores chillones; si Blancanieves es silente, esta es ruidosa; si Blancanieves es sofisticada, esta es choni; si Blancanieves es un melodrama, esta es una comedia. Y así, infinito. Pero quería hacer una película muy diferente, pero algo muy importante para mí, que era hacerlo con el mismo equipo técnico y artístico, y con la misma productora, que me había ido tan bien en Blancanieves, y con la misma rigurosidad, y buscando la excelencia que buscamos en Blancanieves. Yo pasé un año para hacer los storyboards de Blancanieves, y pasé un año para hacer los stories de Abracadabra. ¿Cuál fue más difícil? Pues no lo sé. Yo soy una persona muy inconsciente, de alguna manera dije, (…) ‘pues, bueno, si me fue bien con Torremolinos, hice lo que me dio la gana, bueno, volveré.’ Mi primer corto, hice lo que me dio la gana, que fue Mama, y gané el Festival de Alcalá, y dije, ‘ah, pues qué bien, de Bilbao’ (risas), mi primera película, Torremolinos 73, he hecho lo que me ha dado la gana, me han dado libertad absoluta, y fue bien en taquilla y premios, Blancanieves igual, pues, haré lo que me dé la gana, cruzaré los dedos, y espero encontrar un público. Los directores no tienen que pensar en el público; tienes que hacerla para ti, para tus amigos, y ese público tiene que encontrarte, y yo creo que hay un público para Abracadabra.”
“José, también en el sentido de qué te ha supuesto más reto, a mí me gustaste mucho en La Chispa de la Vida (Álex de la Iglesia, 2012); me sorprendió muchísimo la interpretación que hiciste, y es todo lo contrario también a lo que haces aquí. La Chispa de la Vida es muy dramática, totalmente diferente. ¿Con qué te sientes más cómodo de estos dos papeles?”
Mota: “Bueno, en cuanto a lo que significan, sí; en cuanto a como yo los he abordado, yo a Pepe lo he abordado desde la verdad absoluta. Tocaba en este momento contar la historia de una persona insegura, inmadura, frágil, que se siente más seguro a través de la hipnosis. Él se siente alguien importante para su prima (Maribel Verdú), que le encanta. Es su prima, pero, bueno, si se descuida… (risas) Bueno, porque está la familia y tampoco quiere líos (risas). Pero, lo que quiero decir es que es verdad que Pablo me dio algunas claves para abordar al personaje, y me dijo, ‘date cuenta que Pepe aún no ha terminado de madurar, sigue durmiendo en casa de sus padres, en la litera donde su hermano dormía, en la parte de arriba, y él sigue durmiendo. Su hermano se fue, se buscó la vida.’ Él se ha acomodado, se auto asume como alguien frágil, se ha creado esa burbuja, magnifica su profesión (…) y le doy importancia a lo que hago, a lo que proyecto como profesión, ya que en mi vida, en la realidad, tengo miedo, soy ciertamente débil. (…) Entonces Carmen y yo nos necesitamos, porque para ella soy un poco el pañuelo donde ahoga o pone sus lágrimas, y para mí Carmen es un punto de apoyo también, donde aparte de gustarme y tal, me siento a gusto, me siento querido. Soy todo lo contrario a lo que representa Antonio (De la Torre). Representa un tipo que no se lleva demasiado bien con los afectos, con el mundo interior; yo sí. Sin embargo, Antonio, aparentemente más seguro, de manera, por lo menos, de puertas hacia fuera, y yo de puertas hacia fuera, soy una persona segura. Entonces somos dos tipos que caminamos en diferente camino; él me odia, más que yo a él (…). Bueno, los he intentado trabajar desde la verdad, tanto el personaje de La Chispa de la Vida como este, desde la verdad más absoluta. De hecho, yo creo que no hay ninguna secuencia donde haya nada forzado; en eso Pablo y yo estábamos totalmente de acuerdo, desde el primer momento, de que el humor que hubiese fuese algo muy, muy contenido, y que surgiese de manera natural, y no de manera forzada.”