No sucedió como te contaron aquella tarde.
Mientras tú creías que era un ser sucio y despreciable
yo tan sólo me detenía para mirarte.
Mientras tú corrías por despecho tras brazos ajenos
yo pensaba en esos, nuestros días fugaces.
Esos mismos donde tú, bajo las estrellas,
creías ser mi propia amante. Y lo eras,
para qué voy a engañarte.
Tú pensabas en el futuro,
yo conjugaba verbos.
Pretéritos imperfectos vacíos de mí.
Yo estaba cuando tú te habías ido.
Yo me iba y tú siempre regresabas,
a esa vida llena de ti pero sin ti.
Y en ese bucle, azul marino,
seguía perdido sin entrada.
Tú soñabas con una casa,
árboles, un sótano. Incluso ventanas amarillas.
Yo observada, incrédulo,
cómo podías tener tan grande la pupila.
Y dejaba los pretéritos en condicionales,
¿estarías, si te dijera…?
Si te dijera qué, me alarmaste.
Sin saber qué hacer, ni qué decir
dejé que lo inventases.
No siempre es lo que parece,
ni lo que parece es la nada.
Allí sigues tú a tu suerte
con mentiras que contaban.