Revista Digital

Levántante…, y huye.

El nuevo programa de Telecinco hace llorar a la audiencia y a las críticas. Enésimo talent show de la cadena de Vasile que promete no ser el último en esto de dar el cante.

¡Ojú, qué jartá de cebolla me he pegao!
¡Ojú, qué jartá de cebolla me he pegao!

Ya está, ha ocurrido. Telecinco lo ha vuelto a hacer, huelleros. Juró y perjuró que no, que no incurriría en los mismos errores, y nos la ha vuelto a colar: ¡otro programa de gorgoritos!

Esto viene siendo como ese amigo que te pide un cubata justo cuando estás despidiéndote; te joroba, pero lo acabas asumiendo. O como cuando tu jefe te deja sutilmente una nueva carpeta encima de la mesa a media hora para largarte. Incluso puede compararse a cuando tu cari te dice que le apetece echar otro… Aceptar que te jodan nuevamente depende del momento y del estado de ánimo. Y yo no me vi preparado para un nuevo programa de actuaciones de gente anónima.

Hay que reconocer que Operación Triunfo con Risto Mejide tenía su aquel; no importaba lo más mínimo la calidad musical de los triunfitos, sino el descuartizamiento posterior del publicista. Incluso ver echar espuma por la boca a Jesús Vázquez y a alguna que otra aspiranta a cantante, al ver a Virginia (Labuat) alzarse con el título de ganadora de OT6, me resultó bastante placentero.

Con Tú Sí que Vales comenzó el hartazgo. Los coreos del público, el jurado insufrible con su sobreactuación continuada, Christian Gálvez fuera de Pasapalabra en un ambiente hostil e incómodo… A pesar de que alguno de los números fuera de quitarse el sombrero, el show me seguía pareciendo una burda pretensión de alcanzar algo parecido a un America´s Got Talent o un X Factor. Un nuevo zapeo ante el que, España respondió bien.

Bob también llora. Y eso que es una esponja.
Bob también llora. Y eso que es una esponja.

Por otro lado, en un nuevo capítulo de drama, sólo hay que mentar La Voz Kids para que se nos venga a la mente el aprovechamiento que hizo Telecinco de la muerte de una de sus participantes, como ya conté en el artículo ¡Qué voz ni qué niño muerto!. ¿Alguien recuerda la ganadora o algún otro momento estelar del concurso que no fuera la actuación en diferido de la niña? Y ese minutazo de oro que se endosó Mediaset. Tristísimo todo.

Cuando creíamos que las lágrimas habían vuelto a su cauce y Telecinco había quedado saciada de morbo y clínex usado, llegó el nuevo talent show de Pequeños Gigantes para recordarnos que el monstruo nunca muere, y sigue teniendo hambre. Una vez más, la de Fuencarral volvió a utilizar a los más pequeños para llegar hasta nuestros corazones, y una vez más Jesús Vázquez era el mamporrero. He de confesar que tras 5 minutos y medio, pensé que esos pequeños tendrían que pagar mi pensión, me entró un ataque de pánico y no pude ver más del concurso.

Mi alma se hundía más que las audiencias de TVE. Dolido, perdí toda esperanza, y recé para que me devolvieran la fe catódica (sueno como Edurne en Amanecer). Y cuando estaba al borde del abismo, a punto de caer, Telecinco me llamó, con esa voz suya, deífica y sobrenatural, en estéreo y en off, todo a la vez, y me dijo: “Daniel, Levántate”. Lo vi claro, este nuevo talent show sería algo distinto, innovador, novedoso, nuevo, novísimo, como los presentadores de informativos de la 1: un soplo de aire fresco.

Arde París.
Arde París.

Sí, huelleros, Levántate es más de lo mismo, madres que cantan con sus hijos. Una burda copia de los espacios anteriores, solo que elevado a la enésima potencia. Ya en las promociones intuíamos lo que posteriormente se nos confirmó: Levántate es un cóctel mezclado, agitado y apelmazado de historias personales de llorar, de un presentador y jurado de llorar, y de voces de niños y de madres también de llorar. Y es que, amigos, Telecinco ha rizado tanto el rizo que ha llegado a crear un nuevo género televisivo, el Emo Show; un metaespacio de dolor y superación, donde importa más bien poco, o una mierda, cómo canten las protagonistas y sus retoños (que hay que verlo…, y oírlo), un lugar donde lo que importa es derramar lágrimas e invitar a la audiencia al decadente y dulce suicidio por deshidratación. Ya bien podrían estar cincelando el David de Miguel Ángel, o resolviendo las ecuaciones de la Relatividad Especial, que daría lo mismo, mientras los concursantes no gimoteen, sollocen y berreen en una espiral de lamentos, nada tiene sentido.

Jesús Vázquez conduce el velatorio (¡Oh, sorpresa!), y en la comitiva fúnebre del jurado se encuentran las plañideras de Ruth Lorenzo, Niña Pastori y Pedro Aguado, que lo mismo te vale para educar a un adolescente que para decirte en qué tonalidad has de lloriquear o qué gemido no ha estado afinado. De momento, la audiencia parece responder, pero es que ¡Qué nos gusta un buen drama en España!

Hasta la semana que viene, y sonreíd.

PD: mi reflexión final de telespectador de hoy es: “Y a ti, ¿qué te parece la nueva canción de Eurovisión?”

Fotografías propiedad de la página web telecinco.es

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